Venezuela está viviendo momentos de profunda agudización de las contradicciones sociales, políticas y militares. La revolución bolivariana ha significado un despertar de las masas no sólo de Venezuela sino de Latinoamérica y . Desde la llegada del presidente Chávez al poder, millones de personas en varios países de nuestro continente han despertado activamente a la vida política y social tratando de tomar su destino en sus propias manos. Desde la derrota del golpe de Estado del 2002, el pueblo venezolano ha participado una y otra vez en la vida política para transformar la sociedad.
No obstante, es necesario precisar que la revolución bolivariana en la actualidad se enfrenta a una dura encrucijada: o radicaliza la revolución, o corre un serio peligro de desmoralización de las masas, preparando una derrota histórica. La victoria del voto “NO” en el primer referéndum constitucional del 2007, producto del gran nivel de abstención entre las bases sociales de la revolución, fue la primera
advertencia seria que mostró que las masas están cansadas de palabras y discursos y quieren acciones contundentes contra el dominio de los capitalistas y terratenientes. Lo mismo vimos el año siguiente en las elecciones para gobernadores y alcaldes, dónde la abstención, a pesar de que la revolución recuperó más que un millón de votos, permitió la victoria de la contrarrevolución en algunos estados y alcaldías clave, como en los casos de Miranda, Carabobo, Táchira y la Alcaldía Mayor de Caracas.
Crisis económica y el fin de las ilusiones reformistas
En su discurso de año nuevo del 30 de diciembre, el presidente Chávez tuvo que admitir que el 2009 fue un año difícil para su gobierno. La crisis mundial del capitalismo tuvo un gran impacto en la economía venezolana, que terminó 2009 con una contracción del 3,4% en el PIB, en comparación con un crecimiento del 4,8% en 2008. Los años del 2003 al 2008 habían visto un gran repunte con una de las mayores tasas de crecimiento en América Latina. Todas las cifras apuntan ahora a una caída importante de la producción: la industria manufacturera (que representa el 16% del PIB) cayó un 7,2% en 2009 y la producción de automóviles cayó un 17,39%.
Según las estadísticas del Banco Nacional de Venezuela, las exportaciones del país han caído en un promedio del 5,1% por año durante los últimos cuatro años. Las exportaciones de productos no tradicionales de Venezuela cayeron abruptamente en un 60%. La misma fuente indicó que los ingresos totales por exportación del petróleo cayeron un 35,3%, de 89,1 mil millones de dólares americanos en el 2008 a 57,61 mil millones de dólares en el 2009.
Los reformistas se dejaron deslumbrar por el crecimiento económico que ha experimentado el país entre el 2004 y el 2007. Pensaron que era posible construir un socialismo petrolero usando el ingreso petrolero para pagar reformas sociales, dejando intacta la economía capitalista. El incremento de consumo de petróleo por parte de los países industrializados, la guerra de Irak, las bajas de producción y la crisis capitalista han hecho que los precios del barril lleguen a precios muy altos como lo vimos en el 2008 (145 dólares por barril). Sin embargo, Venezuela y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se enfrentaron a una dura realidad. Después de los altos precios, la crisis capitalista mundial provocó una caída drástica del precio del barril, lo que hizo que la OPEP bajara la producción en varias ocasiones para aumentar el precio. A esto se le suma la subida de producción que han tenido algunos países productores de petróleo como Brasil, México y Rusia, que se han convertido en una verdadera amenaza para los precios de la OPEP.
La alta dependencia del petróleo se reflejó sobre todo en el cambio del presupuesto en marzo del 2009. Inicialmente éste se había elaborado sobre la base de 60 dólares el barril, pero la caída de los precios del petróleo hicieron que el presupuesto se cambiara de 167 mil 474 millones de bolívares fuertes a 156 mil 388 millones, es decir 11 mil millones de bolívares fuertes menos. Las medidas que se tomaron fueron: aumentar el precio del IVA de un 9% a un 12%, disminución del presupuesto en un 7% para el 2009. A mismo tiempo, a pesar de que el gobierno bajó el presupuesto, incrementó el salario mínimo. Ninguna de estas medidas retrasó la llegada de la recesión. Sin embargo, a partir de julio de 2009 los precios de barril empiezan a recuperarse lentamente. Según el Banco Central de Venezuela, la Cesta Petrolera Venezolana llegó a un mínimo en diciembre del 2008 de 31,55 dólares por barril, mientras en noviembre del 2009 llegó a 73,46 dólares. A pesar de estos precios de noviembre, el precio promedio fue de 57,02 dólares por barril, inferior en 34,1% al registrado en 2008 (USD/b 86,49), lo que hizo que dejara de entrar más dinero y recursos. Los acontecimiento se han encargado de convertir la teoría del “socialismo petrolero” en polvo cósmico. En el cambio del presupuesto y las medidas que implementaron, sólo se tomó en cuenta el precio del barril de petróleo, pero para nada se tomó en cuenta la capacidad de inversión de la burguesía.
Una burguesía parasitaria
Vemos la incapacidad de la burguesía para desarrollar las fuerzas productivas hasta en sus propios informes. Según datos de Conindustria, los capitalistas cerraron más de 4.000 empresas de mediano y gran tamaño en solo una década, es decir, durante el período de gobierno del Presidente Chávez. La misma encuesta de Conindustria dice que menos del 15% de los capitalistas incrementó su nomina el año pasado, además sólo un 60% de las inversiones de capital al sector manufacturero fueron inversiones operativas. A la vez, las importaciones no han logrado bajar los precios según el Banco Central. El problema es que la tarea de desarrollar la economía venezolana no puede dejarse en manos de los capitalistas. Durante décadas han mostrado un desinterés total en esto, prefiriendo mantener una economía dependiente de los ingresos del petróleo y poca producción interna. El problema es que el sistema capitalista permanece. Esto fue incluso admitido por el presidente del Instituto Nacional de Estadística, que en una reciente entrevista al diario El Universal nos recuerda el hecho de que el 70% del PIB sigue siendo creado por el sector privado. “La economía sigue siendo capitalista”, dijo. Mientras el capitalismo se mantenga en su lugar, los trabajadores venezolanos y los pobres serán perseguidos por los males de la inflación, el desempleo y los recortes en el gasto social. Todos los intentos de maniobrar dentro de los límites de la economía de mercado van a terminar creando nuevas contradicciones. La existencia de las conquistas de la revolución, tales como Barrio Adentro, las Misiones y las Universidades Bolivarianas, están en duda si la situación económica sigue empeorando. El presidente Chávez se ha negado a aplicar los recortes, pero las medidas adoptadas no son en absoluto suficientes para garantizar esto. Para realmente defender estas conquistas, la revolución tiene que poner en la agenda la nacionalización de las palancas clave de la economía y el monopolio estatal del comercio exterior. Sólo esto puede destruir el capitalismo y proporcionar las condiciones necesarias para una economía socialista planificada.
Sabotaje económico de la contrarrevolución
A todo esto hay que agregar que Venezuela sufre el sabotaje económico feroz de la contrarrevolución. Los precios de alimentos se están disparando, no solo fruto a la inflación normal, sino también porque los dueños de las cadenas de distribución y venta de alimentos están provocando desabastecimiento deliberadamente. Ha habido muchos casos de productores de arroz y otros alimentos básicos que se negaron producir o solo producir arroz de lujo (con sabores agregados) para así evitar las regulaciones de precio establecidas por el gobierno. Chávez ha amenazado a muchos negocios e incluso a Polar, la mayor productor de alimentos del país, pero con algunas excepciones como la cadena Éxito y la arrocera Cargill que fueron expropiadas, las amenazas, hasta el momento, se han quedado en palabras.
La situación se parece bastante a la de Chile durante el gobierno de Allende, cuando la contrarrevolución también utilizó su poder económico para intentar desabastecer al país (“hay que hacer chillar a la economía” en la infame frase de Nixon). La posibilidad de que el desabastecimiento provoque una caída en la moral de las masas bolivarianas, como en diciembre del 2007, está claramente presente, ya que los principales distribuidores de alimentos y los mercados todavía siguen en manos de los capitalistas. El presidente Chávez está tratando de ampliar la red de mercados Mercal de propiedad estatal, pero en realidad su cobertura es muy limitada y sólo representan el 7% en términos de la cantidad total de comida disponible. Esto no puede compensar las pérdidas colosales provocadas por el acaparamiento, el mercado negro, la especulación y la inflación galopante en todo el sector alimentario de propiedad privada. El principal problema es doble: el sector de la alimentación de propiedad privada sigue estando en gran parte intacto y no existe un monopolio del comercio exterior. Por otra parte, la producción nacional de alimentos sigue siendo muy baja y la reforma agraria de 2001 no ha producido una redistribución significativa de la tierra a los campesinos pobres. Los campesinos que obtuvieron un pedazo de tierra, en muchos casos no recibieron los créditos baratos que les habían prometido y por lo tanto la tierra sigue estando sin cultivar. La conclusión lógica de esto es que la propiedad privada de la producción alimentaria, procesamiento y distribución de los sectores está en contradicción directa con la voluntad democrática de la mayoría de los venezolanos. La única manera de resolver este problema (que representa una amenaza mortal para la revolución) es mediante la expropiación de estas industrias para ponerlas bajo el control democrático de los trabajadores, consumidores y cooperativas de campesinos, de manera que puedan planificar racionalmente la producción de acuerdo a los intereses de lo mayoría de la gente, y poner fin a este sabotaje contrarrevolucionario y antidemocrático.
Lucha entre reformismo y revolución en el PSUV
En el reciente congreso del PSUV el estado de ánimo revolucionario de un gran sector de los delegados se hizo sentir. La burocracia intentó limitarlo organizando el debate estado por estado y no en comisiones mixtas donde los delegados de los distintos estados pudieran debatir juntos, independientemente de sus zonas de origen. A pesar de esto, no lograron impedir la organización del embrión de un ala de izquierda entre los delegados. La prolongación del congreso ha permitido a los delegados viajar de regreso de las sesiones del Congreso (que se celebran en fines de semana) y discutir entre semana las propuestas con los representantes de cada patrulla que a su vez son responsables de discutirlas con sus patrullas.
La lucha entre reformismo y revolución también se vio reflejada en las elecciones primarias para elegir los candidatos del PSUV para las elecciones de diputados del 26 de Septiembre. Al principio hubo ciertas ilusiones en estas elecciones y se inscribieron 3.527 personas como candidatos en las 87 circunscripciones. La participación en las elecciones fue muy alta con unos 2,5 millones de votantes, que ascienden al 38% del total de miembros del PSUV. Se trata de una participación impresionante para las elecciones primarias, lo que demuestra una vez más la situación extremadamente favorable que existe para completar la revolución y, finalmente, avanzar hacia el socialismo. También fue un golpe contundente a la oposición, que había tenido una movilización ridículamente baja en sus propias primarias y celebró elecciones para sólo una pequeña parte de los distritos electorales.
Sin embargo, muchos miembros de base del PSUV se quejaron de que la campaña, que sólo duró dos semanas, estuvo marcada por la desigualdad significativa, en el sentido de que los candidatos con grandes cantidades de dinero tenían enormes ventajas, ya que fueron capaces de publicar volantes, carteles , etc., y pagar a la gente para divulgar volantes, etc. En otras palabras, había un ventajismo enorme.
Otro aspecto que refuerza la desigualdad de condiciones era el hecho de que algunos candidatos que ya ocuparon cargos en el aparato estatal o en la dirección del partido, fueron capaces de utilizar estas posiciones con el fin de aparecer con frecuencia en los medios de comunicación y / o convocar a reuniones oficiales con el único objetivo de promover sus candidaturas.
Los activistas de base del PSUV reportaron un montón de otras irregularidades en la propia jornada electoral. En el sitio web de Aporrea se publicaron una serie de informes que fueron recogidos en un artículo que documenta cómo los candidatos asociados con el aparato, como Freddy Bernal, el ex alcalde de Caracas Libertador, habían violado sistemáticamente las normas que habían sido aprobadas para la campaña electoral.
Las protestas contra la desigualdad y el ventajismo después de las elecciones internas han sido abrumadoras. En Caracas se organizó una reunión con sólo dos días de antelación, convocada por sectores de izquierda del partido con el objetivo de elaborar un “balance crítico” de las primarias. 150 personas se reunieron para escuchar a conocidos dirigentes de izquierdas como Fernando Soto Rojas (un veterano del movimiento), Gonzalo Gómez (fundador de Aporrea.org), Juan Contreras (del revolucionario barrio bolivariano 23 de Enero) y otros. Había un estado de ánimo muy crítico en la reunión, con la presencia de activistas de los principales barrios revolucionarios de Caracas y también de los Estados Miranda y Vargas.
La izquierda del PSUV debe organizarse con urgencia en torno a un programa concreto de reivindicaciones claras, incluida la expropiación de las palancas dominantes de la economía. Existe el potencial para una gran tendencia de izquierda, que pueda organizar a decenas e incluso cientos de delegados en el congreso que a su vez tengan el apoyo de miles de activistas en sus respectivas regiones. El PSUV cuenta con 2,5 millones de miembros registrados en patrullas. La gran mayoría se ha unido al partido para luchar por la victoria revolucionaria. Es el deber de todos los socialistas revolucionarios organizar a estos trabajadores y a los pobres, empezando por la vanguardia, en una tendencia marxista capaz de ganar la mayoría en el partido y luchar contra el ala burocrática de derechas. El futuro de la revolución bolivariana dependerá de esta cuestión.
Las elecciones para la Asamblea Nacional y las perspectivas más allá
A finales del febrero del 2010, el gobernador del estado Lara, Henri Falcón decidió abandonar las filas del PSUV, después de una larga polémica con el presidente Chávez. Este último lo había acusado de estar demasiado cercano a la burguesía de Lara y en realidad de no servir los intereses de los trabajadores y la juventud de ese estado. Falcón respondió dando un portazo y saltando al PPT (Patria Para Todos), un pequeño partido que supuestamente apoya al gobierno, pero se mantuvo fuera del PSUV cuando se creó en 2007. Desde entonces, ha tratado de actuar como un freno a Chávez, mediante la promoción de la causa de la “reconciliación” y el “diálogo” con la oposición.
La gran mayoría de los periódicos de derechas estaban eufóricos acerca de la deserción de Henri Falcón del PSUV. Falcón y el PPT aseguran que representan un “chavismo Azul”, que se supone que es más “tolerante” que el tipo preconizado por el propio Chávez. Pero eso es sólo una cortina de humo para decir han roto con Chávez y que, en realidad, están luchando por un programa completamente diferente: la contrarrevolución con una máscara democrática. Bajo este programa intentarán movilizar a las masas de la pequeña-burguesía y a la vez desmoralizar a los trabajadores y los pobres que apoyan al gobierno.
La oposición contrarrevolucionaria venezolana, están tratando de sacar provecho de todos y cada uno de los errores cometidos por el gobierno. Problemas no resueltos tales como la vivienda, el crecimiento de la tasa de delincuencia y, recientemente, los apagones en el sistema energético, dejando a muchas casas sin electricidad durante largas horas, están siendo utilizados por la oposición para generar apatía entre las masas que apoyan la revolución. Lo mismo está ocurriendo con cuestiones tales como la inflación y la escasez de alimentos. El hecho de que la oposición fue capaz de ganar las elecciones de alcaldes y gobernadores en zonas populares, como Petare, en noviembre de 2008, es una clara señal de advertencia. Si el gobierno no toma medidas decisivas para resolver las necesidades de las masas, la desmoralización puede extenderse y manifestarse en forma de abstención en las próximas elecciones.
La próxima prueba electoral será las elecciones parlamentarias de septiembre. Si no se produce ningún cambio en la situación, la oposición tiene grandes posibilidades de ganar un número considerable de escaños en la nueva Asamblea Nacional. A continuación, procederá a utilizar estos parlamentarios para sabotear el funcionamiento del gobierno, movilizar a la clase media y provocar disturbios cuando sea posible. Su objetivo final es desestabilizar el país y crear una situación en la que puedan librarse de Chávez, ya sea por la vía parlamentaria o extra-parlamentaria.
Las masas, empezando con los elementos más avanzados en la vanguardia, harán todo lo posible para impedir un desarrollo semejante. Muchos miembros de base del PSUV y de los sindicatos revolucionarios se están dando cuenta de que es necesario luchar para avanzar con un programa socialista que definitivamente liquide el poder de la burguesía y sus amos imperialistas. El fortalecimiento de la tendencia marxista dentro de las filas del PSUV, la Juventud del PSUV y la confederación sindical UNT sería una poderosa herramienta para impulsar este proceso y derrotar a la contrarrevolución de una vez por todas con la destrucción de su poder económico y completando así la Revolución Socialista de Venezuela.