El número 35 de la revista contiene un Editorial de Alan Woods Además, la revista contiene los siguientes artículos:
Los condenados de la tierra de Frantz Fanon: Una crítica marxista
El nombre de Frantz Fanon está íntimamente asociado a la lucha anticolonial de la posguerra, y su principal obra, Los condenados de la tierra, se cita regularmente como manual para la lucha antiimperialista en todo el mundo. En este artículo, Jorge Martín separa al verdadero Fanon de sus intérpretes poscoloniales, y explica tanto los puntos fuertes como los defectos de sus ideas.
50 años de la revolución etiope
Este año se cumple el 50 aniversario de la Revolución etíope, que comenzó como un levantamiento contra el despotismo semifeudal del Emperador Haile Selassie, pero que iría mucho más allá, culminando con la abolición del capitalismo en el país. En este artículo, Ben Curry relata estos dramáticos acontecimientos y explica los complejos procesos que determinaron el curso de la revolución.
Los crímenes del imperialismo francés en Camerún
La lucha del pueblo de Camerún contra la opresión imperialista contiene muchas lecciones para los revolucionarios de toda África y del mundo. Todavía hoy en día puede sentirse el legado de la guerra sucia emprendida por el imperialismo francés para aplastar esa lucha. En este artículo, Jules Legendre explica cómo Francia llegó a gobernar Camerún y los métodos que utilizó para mantener su dominación, incluso después de la independencia formal del país en 1960.
Lenin: Esbozo inicial de las Tesis sobre los problemas nacional y colonial
Lenin siempre comprendió la relación entre la lucha por la liberación nacional y la revolución socialista mundial. Sin su defensa de principios del derecho de las naciones a la autodeterminación, los bolcheviques nunca habrían logrado tomar el poder en Rusia, que estaba compuesta por más de 130 grupos nacionales reconocidos.
Tras la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, se estaba produciendo un inmenso despertar nacional en las colonias y semicolonias dominadas por el imperialismo. Lenin reconoció el enorme potencial revolucionario de estos movimientos y condenó la hipocresía de los partidos de la llamada Internacional Socialista, que hablaban de boquilla de la igualdad y la «fraternidad» de las naciones, mientras apoyaban tácitamente a sus propias clases dominantes imperialistas.
En este contexto, Lenin preparó sus «Esbozos de la tesis sobre las cuestiones nacionales y coloniales» en junio de 1920. Éstas se sometieron a debate en el II Congreso de la Internacional Comunista, al que asistieron 30 delegados de países coloniales y semicoloniales, entre ellos China, India, México y Palestina.
Publicamos aquí el esbozo de la tesis de Lenin porque ofrecen el resumen más claro posible del genuino enfoque marxista de la lucha de las naciones oprimidas contra el imperialismo. Hoy en día, las tesis siguen ofreciendo una guía vital para los comunistas que luchan por la aniquilación del imperialismo en el contexto de un fermento revolucionario en todo el mundo.
Carta de Trotski a revolucionarios sudafricanos
A principios de la década de 1930, el joven Partido Comunista de Sudáfrica (CPSA) entró en una profunda crisis. El partido quedó reducido a una secta irrelevante por una combinación de las desastrosas políticas de la Internacional Comunista estalinizada durante el llamado «Tercer Periodo», y un régimen interno tóxico, caracterizado por expulsiones burocráticas y agrios enfrentamientos personales.
En este periodo, varios grupos de comunistas que habían sido expulsados del partido o se habían marchado disgustados empezaron a unirse en torno a las ideas de la Oposición de Izquierda de Trotski. Uno de estos grupos de trotskistas sudafricanos de Ciudad del Cabo fundó el «Club Lenin» en julio de 1933, y comenzó a elaborar un programa político en agosto de 1934 con vistas a lanzar un partido político: el Partido Obrero de Sudáfrica.
Durante el proceso de redacción, surgieron importantes diferencias en el seno del grupo y la mayoría presentó una serie de tesis al Secretariado Internacional de la Oposición de Izquierda para que diera su opinión. En sus tesis, la mayoría rechazó la consigna de una «República Negra» en Sudáfrica, que en ese momento estaba planteando el estalinista CPSA, por considerarla una concesión excesiva al nacionalismo, en contraposición a la lucha unida de los trabajadores blancos y negros para derrocar al capitalismo y establecer un estado obrero al estilo de la Unión Soviética.
En su carta, Trotski abordó ésta y otras cuestiones relacionadas en el contexto sudafricano, explicando el vínculo entre las reivindicaciones «nacional democráticas», como la de una «República Negra», y la revolución socialista.
Volvemos a publicar la carta de Trotski en su totalidad, 30 años después de las primeras elecciones democráticas en Sudáfrica, porque proporciona una breve pero brillante aplicación concreta del enfoque comunista a la lucha de liberación nacional de los pueblos oprimidos.
La carta de Trotski también contiene una serie de ideas que han demostrado ser proféticas a la luz de los acontecimientos posteriores, en particular en lo que respecta al papel central de la lucha de clases en el movimiento para derrocar el apartheid; la traición de las claras demandas sociales de los trabajadores sudafricanos por parte de la dirección del Congreso Nacional Africano en la década de 1990; y el completo abandono de cualquier independencia política por parte del Partido Comunista Sudafricano, que impidió a la clase obrera desempeñar un papel independiente en la revolución sudafricana.
30 años después, los objetivos sociales de la Revolución sudafricana siguen totalmente sin alcanzarse. Sólo una revolución socialista, dirigida por un partido independiente y revolucionario de la clase obrera, puede ofrecer una salida a la crisis a la que se enfrentan las masas sudafricanas.