Desde un punto de vista marxista, la revolución china de 1949, a pesar de sus deformaciones burocráticas, fue el segundo evento más importante en la historia de la humanidad después de la Revolución Rusa. Esto condujo a la abolición del latifundio y el capitalismo y el fin de la dominación imperialista. Ahora, sin embargo, el capitalismo domina en China. ¿Cómo sucedió esto? Aquí presentamos un documento aprobado por el Congreso Mundial de ese año de la Corriente Marxista Internacional, la cual analiza los acontecimientos de la revolución hasta el final de la era de Mao.
[Nota: El proyecto original de este documento fue escrito en abril de 2006 y se discutió y votó entonces en el Congreso Mundial de la CMI en julio de 2006]
Introducción
Después de la revolución de octubre en 1917, la revolución china representó el segundo evento más importante en la historia. Significó la abolición del latifundismo y del capitalismo y, con ello, el fin de la dominación imperialista sobre una vasta porción del globo. No obstante, por un lado la revolución rusa había llevado al nacimiento de un estado relativamente sano bajo la batuta de la clase obrera dirigida a su vez por el partido bolchevique, partido de una clara vocación internacionalista, en cambio la revolución china implicó el nacimiento de un estado obrero deformado de matriz estalinista.
Las condiciones elementales para la democracia obrera estuvieron ausentes en China desde el principio. No había soviets, ni control obrero, ni verdaderos sindicatos independientes del estado, ni una verdadera dirección marxista. Esto se debía al hecho de que la revolución se había desarrollado bajo la dirección de los estalinistas al mando de un ejército campesino sin basarse en torno al proletariado concentrado en las grandes áreas urbanas. El ejército campesino es un instrumento clásico de la dominación bonapartista. Mao, empleando como instrumento al ejército campesino fiel a su persona, supo maniobrar entre las clases de forma bonapartista, primero aplastando a los terratenientes y luego a los capitalistas mismos.
La victoria de la revolución china fue posible gracias a una serie de particularidades objetivas. Antes que otra cosa, la razón principal fue la imposibilidad del imperialismo norteamericano para intervenir. El segundo factor fue la incapacidad de China de desarrollar el capitalismo con el régimen corrupto y degenerado de Chiang Kai Shek. Otro factor fundamental fue la existencia de un fuerte estado obrero en Rusia en las fronteras chinas, que pese a su carácter deformado significó un apoyo objetivo. Mao Zedong y los estalinistas chinos formaron en China un estado a la imagen y semejanza de la Rusia estalinista, una monstruosa caricatura burocrática del estado obrero, así la revolución china de 1949 comenzó donde la revolución rusa había terminado, es decir con el estalinismo no con el leninismo.
Es justo recordar que la revolución llevó adelante la destrucción del capitalismo en China a pesar de las perspectivas equivocadas de la Dirección del Partido Comunista. Mao estaba seguro que en los hechos, China necesitaría al menos de 100 años de desarrollo capitalista. Mao señalaba esto de acuerdo a la teoría estalinista de las dos etapas según la cual en un país atrasado la revolución socialista no era posible y que por lo tanto la primera fase debió haber sido democrática, o más bien burguesa. Sólo con el desarrollo pleno del capitalismo habría sido posible luchar luego por alcanzar el socialismo. Los acontecimientos inmediatamente posteriores a la toma del poder por parte de los comunistas chinos demostraron de modo incontrovertible la falsedad de las famosas dos etapas.
En un primer momento, Mao promovió la formación de un “Frente Popular” con una serie de partidos burgueses. Este hecho llevó a algunos a creer erróneamente que Mao había traicionado la revolución, o bien que Mao se estaba comportando como los partidos comunistas en la revolución española y en otros países donde el Frente Popular fue usado para atar de manos a la clase obrera. En la China de 1949 había, no obstante, una diferencia fundamental: el poder del Estado, los cuerpos de hombres armados, no respondía a las órdenes de la burguesía. Lo que quedaba de esta última había huido a Taiwán junto con Chiang Kai Sheck[1]. En términos reales no había una burguesía con la cual aliarse.
En esas circunstancias la función del Frente Popular fue la de contener a los trabajadores en las grandes concentraciones urbanas, manteniéndolos estrictamente en los límites impuestos por el régimen estalinista. No existiendo alguna «burguesía progresista» con la cual construir una China «democrática» y capitalista que pudiese eficazmente guiar al país y la economía, y estando el poder estatal en manos del Ejército Rojo, los estalinistas fueron, hasta cierto punto, forzados a tomar el control de las palancas fundamentales de la economía. Este desarrollo representó en cierto sentido, aunque en modo distorsionado, la confirmación de la validez de la teoría de la Revolución Permanente.
A pesar de que la revolución china no tuvo la forma de una revolución proletaria sana, la Corriente Marxista le dio apoyo por el hecho de haber liberado las fuerzas productivas de la camisa de fuerza del capitalismo y del sistema feudal y haber colocado las bases para un desarrollo de la economía que de otro modo hubieses sido imposible. Los marxistas han igualmente explicado que, si bien el Partido Comunista y la burocracia estatal jugaron un papel relativamente progresista en el desarrollo de China, estas mismas deformaciones burocráticas llevarían inevitablemente a las masas chinas a la necesidad de hacer cumplir una segunda revolución, política, para acercarse al verdadero socialismo, al verdadero poder obrero.
Desde 1949 el crecimiento de la economía China fue espectacular. Basta comparar los inicios del desarrollo de la India y China entre 1949 y 1979. Los dos gigantes asiáticos partían en términos generales del mismo nivel, pero el crecimiento de la economía china fue muy superior. Esto solo se puede explicar a partir del hecho de que China podía valerse de una economía planificada, estatizada y centralizada. Aunque bajo el régimen de democracia obrera es factible alcanzar resultados aún mayores, pero de cualquier modo la economía planificada en los tiempos de Mao representó un inmenso paso adelante que sentó las bases constitutivas de la economía china actual.
Sin embargo, la burocracia estaba llena de muchos vicios. En particular estaba infectada de una restringida mentalidad nacionalista característica de todos los regímenes estalinistas. Si China y la URSS hubiesen sido estados obreros sanos, se habrían unido en una federación socialista en unión con las repúblicas soviéticas de Europa del Este y habrían desarrollado un plan de producción internacional que habría permitido la utilización plena, combinada y racional, de los recursos materiales y humanos presentes en cada país. Esto no sucedió, al contrario—como habíamos previsto los marxistas—la deformación nacionalista tanto de la burocracia china como de la soviética llevó al riesgo de provocar una guerra entre las dos potencias.
En 1960 se verificó la ruptura entre China y la URSS. La burocracia soviética había intentado arrastrar a China dentro de su propia esfera de influencia, cosa que la burocracia china no podía tolerar. A diferencia de las repúblicas populares surgidas bajo el cobijo del Ejército Rojo en Europa de Este, Mao había llegado al poder sobre bases independientes de la URSS, así como había sucedido en la Yugoslavia de Tito[2]. Los marxistas señalamos en esa época que Stalin se había topado en oriente con un Tito Chino. Apenas explotó el conflicto, los estalinistas rusos retiraron toda su ayuda, sus técnicos y todo lo demás, asestando un duro golpe a las posibilidades de desarrollo de la economía china en aquel momento. Después de aquellos acontecimientos la burocracia China se encaminó sobre el sendero reaccionario de la autarquía[3], aislando a China del resto de la economía mundial y por tanto de la división internacional del trabajo.
Mao trató de disimular lo que sucedía lanzando una campaña de denuncias contra el “revisionismo” de la burocracia soviética, ya que necesitaba encontrar una justificación ideológica de la ruptura con Moscú. Pese a ello en sus aspectos fundamentales la burocracia china no era distinta de la soviética. Así comenzó el intento de construir una versión propia de “socialismo en un solo país”, algo imposible de conseguir, incluso en un país de proporciones continentales.
De este modo una China atrasada y aislada fue obligada a desarrollar los medios de producción partiendo de un nivel extremadamente bajo y sin poderse valer de las técnicas más avanzadas disponibles en Rusia en ese momento. Esto significa que China se desarrolló, pero a costos incomparablemente mayores de lo que hubiese sido racionalmente necesario en términos materiales y humanos. La potencialidad de la economía planificada quedó claramente demostrada frente a todas estas adversidades ya que China se transformó, frente a los ojos de los imperialistas en una potencia mundial.
Pese a sus serias limitaciones la burocracia china logró alcanzar resultados en los cuales la burguesía china siempre fracasó pese a intentarlo, el crear una verdadera unidad nacional en los marcos de un estado moderno por primera vez en la historia del país. La reforma agraria fue conseguida rápidamente y la nacionalización de los medios de producción puso las bases de un desarrollo de la economía china a niveles nunca antes experimentados.
Entre 1949 y 1957 la tasa de crecimiento promedio fue del 11 %, y el periodo entre 1957 y 1970 la producción industrial continuó creciendo a ritmos del 9% anual, mucho más rápido que el resto del mundo capitalista (en el mismo periodo, el crecimiento promedio de la India estuvo bastante debajo de la mitad del chino). En 1952 la producción total de tractores chinos llegó a los 1,000 por año, un indicador de que la agricultura era aún bastante primitiva, en 1976 la producción era de 190,000 tractores al año.
Estos resultados formidables fueron logrados a pesar de los desastres causados por decisiones de conducción del país erradas como el «Gran Salto Hacia Adelante» de 1958 y la «Revolución Cultural» de 1966. El «Gran Salto Hacia Adelante» provocó una repentina caída de la producción agrícola, un desastre que llevó a la muerte a 15 millones de chinos. Del mismo modo entre 1967 y 1968 la producción industrial se desplomó un 15%, generando una drástica caída de los niveles de vida de las masas. Después de estos dos desastres la economía logro recuperarse sólo gracias a la planificación estatal.
Incluso en 1974, cuando el mundo vivía una profunda recesión- la primera luego de la segunda guerra mundial, en momentos cuando la economía mundial sufría una completa caída con un caída del 1% en China el crecimiento fue del 10%, análogamente a lo que había sucedido en la URSS en los últimos 30 años, se confirmaron todas las ventajas proporcionadas por la economía planificada.
Todo esto transformó a la sociedad china y la catapultó al siglo XX. Antes de 1949 la tasa de analfabetismo era cercana al 80%, en 1975 el 93% de los niños estaban integrados al sistema escolar. Se tuvo un desarrollo increíble en el campo de la sanidad, la vivienda, etc. La extrema miseria, endémica antes de la revolución, fue erradicada, con un mejoramiento general del nivel de vida y la obtención de importantes conquistas sociales. La esperanza de vida en 1945 era de 40 años pero en 1970 había llegado a los 70, un valor muy cercano al alcanzado por países capitalistas avanzados. También las condiciones de las mujeres tuvieron un drástico mejoramiento, como atestiguan numerosas reformas en esos años, entre las cuales destacó la prohibición de la costumbre de aplicar una venda ajustada a los pies de las niñas para prevenir su crecimiento y que deformaba sus pies.
Trotsky sobre la burocracia
A pesar de los enormes éxitos conseguidos, la burocracia no era una capa social históricamente necesaria para desarrollar la economía china. El plan no tenía necesidad de la burocracia para funcionar, más bien se puede afirmar que el plan funcionaba a pesar de la burocracia. En la colección de cartas y escritos de Trotsky publicada con el título de «En defensa del Marxismo», en un texto escrito en octubre de 1939, encontramos lo siguiente:
«Si la gentuza Bonapartista es una clase esto implicaría que ella no es un aborto, sino un hijo vital del proceso histórico. Si su parasitismo pernicioso es ‘explotación’ en el sentido científico del término, esto querría decir que la burocracia poseería un futuro en perspectiva histórica como clase dominante necesaria en función de determinado sistema económico».
Trotsky explicó que, al contrario, la burocracia no tenía un futuro desde el punto de vista histórico. Era el fruto de la degeneración de la Unión Soviética, en condiciones de extremo atraso y aislamiento. El régimen chino se estaba formando sobre la base de la Rusia estalinista y la burocracia china jugaba el mismo papel que su contraparte soviética.
La existencia misma de la burocracia probaba que más allá de la retórica existían estratos sociales privilegiados y desigualdades al interior de la sociedad china. En 1976, por ejemplo, el salario mensual de un obrero que laboraba 48 horas a la semana era equivalente a $12 dólares al mes, mientras que los profesionales ganaban $120 o más, una diferencia de ingresos de 10 a 1.
En la URSS Lenin había aceptado una diferencia salarial de 4 a 1—un “compromiso burgués” según su definición—como un medio para restablecer la marcha de la economía, pero esta medida estaba considerada como temporal, en espera de una victoria de la revolución a escala mundial. Los bolcheviques actuaban en base a una perspectiva internacionalista y entendían que su salvación dependía de la revolución mundial. Su perspectiva era que, una vez que el proletariado de los países capitalistas más avanzados lograse derrocar al capitalismo, sería posible establecer un desarrollo armónico de la economía y los recursos tecnológicos de estas naciones estarían disponibles también para la Rusia atrasada. Desafortunadamente la revolución fue derrotada en un país y luego en otro por lo que Rusia permaneció aún más aislada, determinando así también el éxito final del proceso de degeneración burocrática.
La burocracia china no consideraba la diferencia marcada de los niveles de retribuciones en la misma forma en la cual la habían concebido los bolcheviques. No se entendía como temporal, como concesión «burguesa» impuesta por el aislamiento de la revolución y la naturaleza atrasada de la economía. Por el contrario se trataba de la consolidación de la riqueza y los privilegios de la burocracia, cuyos exponentes tenían un nivel de vida bastante superior respecto al común de los trabajadores. En un contexto como éste estaba implícita la posibilidad de que en un momento dado arribara la restauración capitalista.
La burocracia defendía la economía planificada en la medida en la cual tuviese garantizado el mantenimiento del poder, los privilegios, beneficios y prestigio social. Sin embargo, como había justamente revelado Trotsky respecto a la URSS, los burócratas no se contentarían simplemente de beneficios y privilegios derivados de sus posiciones administrativas dentro de la sociedad, habrían antes o después intentado convertir esos privilegios en hereditarios para asegurárselos a su descendencia. Para que esto hubiese sido posible se necesitaría un cambio en las relaciones de propiedad. En el capítulo 9 de La Revolución Traicionada Trotsky examina la cuestión en los siguientes términos:
«Sin embargo, admitamos que ni el partido revolucionario ni el contrarrevolucionario se adueñen del poder. La burocracia continúa a la cabeza del Estado. La evolución de las relaciones sociales no cesa. Es evidente que no puede pensarse que la burocracia abdicará en favor de la igualdad socialista. Ya desde ahora se ha visto obligada, a pesar de los inconvenientes que esto presenta, a restablecer los grados y las condecoraciones; en el futuro, será inevitable que busque apoyo en las relaciones de propiedad. Probablemente se objetará que poco importan al funcionario elevado las formas de propiedad de las que obtiene sus ingresos. Esto es ignorar la inestabilidad de los derechos de la burocracia y el problema de su descendencia. El reciente culto de la familia soviética no ha caído del cielo. Los privilegios, que no se pueden legar a los hijos pierden la mitad de su valor; y el derecho de herencia es inseparable del derecho de la propiedad. No basta ser director de un trust, hay que ser accionista. La victoria de la burocracia en ese sector decisivo crearía una nueva clase poseedora». Y continúa:
«Calificar de transitorio o de intermediario al régimen soviético, es descartar las categorías sociales acabadas como el capitalismo (incluyendo al ‘capitalismo de Estado’), y el socialismo. Pero esta definición es en sí misma insuficiente y susceptible de sugerir la idea falsa de que la única transición posible del régimen soviético conduce al socialismo. Sin embargo, el retroceso hacia el capitalismo sigue siendo perfectamente posible. Una definición más completa sería, necesariamente, más larga y más compleja». [El énfasis es nuestro]
«La URSS es una sociedad intermedia entre el capitalismo y el socialismo, en la que: a) Las fuerzas productivas son aún insuficientes para dar a la propiedad del Estado un carácter socialista; b) La tendencia a la acumulación primitiva, nacida de la sociedad, se manifiesta a través de todos los poros de la economía planificada; c) Las normas del reparto, de naturaleza burguesa, están en la base de la diferenciación social; d) El desarrollo económico, al mismo tiempo que mejora lentamente la condición de los trabajadores, contribuye a formar rápidamente una capa de privilegiados; e) La burocracia, al explotar los antagonismos sociales, se ha convertido en una casta incontrolada, extraña al socialismo; f) La revolución social, traicionada por el partido gobernante, vive aún en las relaciones de propiedad y en la conciencia de los trabajadores; g) La evolución de las contradicciones acumuladas puede conducir al socialismo o lanzar a la sociedad hacia el capitalismo; h) La contrarrevolución en marcha hacia el capitalismo tendrá que romper la resistencia de los obreros; i) Los obreros, al marchar hacia el socialismo, tendrán que derrocar a la burocracia. El problema será resuelto definitivamente por la lucha de dos fuerzas vivas en el terreno nacional y el internacional«. [El énfasis es nuestro]
«Naturalmente que los doctrinarios no quedarán satisfechos con una definición tan hipotética. Quisieran fórmulas categóricas; sí y sí, no y no. Los fenómenos sociológicos serían mucho más simples si los fenómenos sociales tuviesen siempre contornos precisos. Pero nada es más peligroso que eliminar, para alcanzar la precisión lógica, los elementos que desde ahora contravenir nuestros esquemas y que mañana pueden refutarlos. En nuestro análisis hemos, ante todo, evitado violentar el dinamismo de una formación social sin precedentes y, que no tiene analogía. El fin científico y político que perseguimos no es dar una definición acabada de un proceso inacabado, sino observar todas las fases del fenómeno y desprender de ellas las tendencias progresistas y, las reaccionarias, revelar su interacción, prever las diversas variantes del desarrollo ulterior y encontrar en esta previsión un punto de apoyo para la acción».
Como podemos ver, en las perspectivas de Trotsky el regreso al capitalismo era una posibilidad concreta. Trotsky había señalado de forma preventiva que la economía nacionalizada y planificada no estaría segura en las manos de tal burocracia y que ésta implicaba la amenaza de la restauración capitalista, en un determinado momento.
Un Estado obrero deformado es por definición un régimen en transición entre el capitalismo y el socialismo, que podría ser derribado, ya sea por una revolución política hacia el socialismo o por una contrarrevolución hacía el capitalismo. De un punto de vista histórico tal régimen de transición surgió debido a la degeneración de la revolución rusa. Se trata de una fase innecesaria en el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas. No era inevitable, ni se trataba de una formación social necesaria. Si la revolución, iniciada en Rusia, hubiese triunfado en los países capitalistas avanzados en los años 20, el estalinismo jamás se hubiera desarrollado
No obstante a pesar de sus limitaciones, estos regímenes lograron desarrollar las fuerzas productivas en un modo nunca experimentado. En tal sentido tenían un carácter progresista. Esta cualidad les venía conferida de la propiedad estatal de los medios de producción y de la economía planificada. Trotsky examinó este aspecto en la revolución traicionada y de esto realizó una predicción: Mientras que el régimen desarrollase la economía partiendo de un país atrasado, habría ciertos éxitos, pero en la medida de que la economía alcanzase un nivel mucho más sofisticado, la burocracia se convertiría en un obstáculo absoluto para su posterior desarrollo.
De forma paralela al desarrollo de la economía, la burocracia fue incrementando su cuota de saqueo de la riqueza producida por la clase obrera y los campesinos. El despilfarro, la corrupción y el robo se difundieron así a gran escala. Un hecho aún más relevante, en la medida en la cual la economía se desarrollaba y adquiría un carácter más diverso se hacía evidente que el sistema de dirección burocrática de tal régimen no podía dirigir hasta el mínimo detalle una economía de ese grado de complejidad. La burocracia, paso de ese modo de un freno relativo a un obstáculo absoluto de las fuerzas productivas.
Trotsky hizo especial énfasis en la cuestión de la productividad. Como veremos este factor se convirtió en clave para entender en qué modo y porqué los regímenes de Europa del Este y la URSS colapsaron. Trotsky lo explicó ya en el primer capítulo de La Revolución Traicionada:
“Los coeficientes dinámicos de la industria soviética no tienen precedentes. Pero no bastarán para resolver el problema ni hoy ni mañana. La URSS se eleva partiendo de un nivel espantosamente bajo, mientras que los países capitalistas, por el contrario, descienden desde un nivel muy elevado. La relación de fuerzas actuales no está determinada por la dinámica del crecimiento, sino por la oposición de la potencia total de los dos adversarios, tal como se expresa con las reservas materiales, la técnica, la cultura, y ante todo con la productividad del trabajo humano. Tan pronto como abordamos el problema desde este ángulo estático, la situación cambia con gran desventaja para la URSS.”
Agregaba más adelante una cuestión muy significativa:
“En última estancia la pregunta era: ¿quién prevalecerá? No sólo desde un punto de vista militar sino por encima de todo económico—contemplando a la Unión Soviética sobre escala global. Una invasión militar es un peligro. La invasión de mercancías a bajo precio principales armas de un ejército capitalista, serían una amenaza incomparablemente mayor.” (La Revolución Traicionada, capitulo 9).
Trotsky ya en agosto de 1925 había escrito una análisis profundo y agudo sobre los problemas que debía enfrentar el joven Estado soviético, (¿A dónde va Rusia? Más tarde conocido con el título ¿Hacia el capitalismo o hacia el socialismo?). En este escrito Trotsky ponía de modo concreto la pregunta: ¿Cuál es nuestra tasa de desarrollo si tomamos como punto de comparación la economía mundial?. En el dar una respuesta a su misma pregunta, señala lo siguiente:
“Justo gracias a nuestros éxitos estamos entrando en el mercado mundial, eso significa que estamos entrando en el sistema de la división internacional de trabajo. Al mismo tiempo continuamos cercados por doquier por el capitalismo. En tales condiciones nuestra tasa de desarrollo económico determinará la fuerza de nuestra resistencia a las presiones económicas del capitalismo mundial y a las presiones militares y políticas del imperialismo mundial.” (El desafío de la Oposición de Izquierda-1923-25, Pathfinder, 1975, Pág. 330).
Trotsky en 1925 subrayaba con fuerza la importancia decisiva de la tasa de crecimiento de la economía soviética. ¡La tasa de crecimiento es precisamente el elemento decisivo! y añade:
“Es del todo evidente que en la medida en la cual nos integramos al mercado mundial, no solo nuestras posibilidades sino también nuestros peligros crecerán. Las bases, así como por muchas otras condiciones precarias, la forma dispersa de nuestra economía campesina, nuestro retraso tecnológico y la actual inmensa superioridad productiva del capitalismo mundial, nos impone enromes retos…” (Ibíd., Pág. 344)
“La superioridad económica fundamental de los estados burgueses consiste en el hecho de que el capitalismo en el momento actual aún produce mercancías mejores a menor costo respecto al socialismo. En otras palabras, la productividad del trabajo en los países que siguen viviendo en sintonía con la ley de inercia de la vieja civilización capitalista es por ahora considerablemente más alta que la del país en el cual se está comenzando a aplicar los métodos socialistas sobre la base de condiciones heredadas casi de barbarie.”
“Estamos de acuerdo con la ley fundamental de la Historia: la victoria en última instancia recae en el sistema que ponga a disposición de la sociedad humana un nivel económico más elevado”.
“La disputa histórica será decidida y naturalmente no por casualidad- del enfrentamiento entre los respectivos coeficientes de productividad del trabajo”. (Ibíd. Pág. 345).
Todo cuanto Trotsky dice aquí es de fundamental importancia para entender lo que ha sucedido decenios después en los países dominados por el estalinismo. Si bien la economía planificada permitió a la URSS lograr increíbles progresos en el desarrollo de las fuerzas productivas, el país debía aún alcanzar una significativa diferencia histórica respecto a los países capitalistas avanzados. En la medida en la cual la burocracia lograba desarrollar las fuerzas productivas el régimen estalinista podía gozar de una relativa estabilidad. En efecto, en el curso de los años treinta no sólo se desarrollaron las fuerzas productivas, sino que lo hicieron a un ritmo extremadamente más veloz respecto al modelo capitalista. Esto explica la capacidad de resistencia del régimen estalinista durante aquel periodo y también porque las tendencias procapitalistas a lo interno de la burocracia no se pudieron cristalizar de manera decisiva.
Trotsky; sin embargo, explicó que también la burocracia en un determinado estadio de su crecimiento, se transformaría de un freno relativo a un obstáculo absoluto para el desarrollo de las fuerzas productivas. La tasa de crecimiento debilitaría su ritmo y esto abriría la posibilidad de una restauración capitalista. Esto fue lo que aconteció entre los años sesenta y setenta. Antes de ello el crecimiento de la URSS comenzó a ralentizarse hasta niveles parecidos al occidente capitalista, posteriormente se fue deteniendo hasta estancarse definitivamente.
Una vez llegado ese punto, según Trotsky, la sociedad se encontraría de frente a un dilema: o los trabajadores lograrían derrocar a la burocracia, preservando al mismo tiempo la economía planificada y poniendo la producción bajo control y gestión democrática de los trabajadores, o bien se sentarían las bases para un retorno contrarrevolucionario al capitalismo.
La historia ha demostrado que esta última fue la suerte de aquellos regímenes. En Rusia y en Europa del este, donde la crisis se hizo sentir a partir de los años setenta, asistimos al colapso del sistema inmediatamente después que quedo claro que no podría más asegurar en el futuro un desarrollo de la economía. En Rusia el sistema colapsó de manera fulminante y se necesitaron varios años antes de que la economía se estabilizase y finalmente retomase el crecimiento ahora sobre bases capitalistas.
La burocracia china aprende de la historia
En China las cosas se desarrollaron bajo algunos aspectos bastante distintos. La burocracia china observaba atentamente lo que sucedía en Rusia. En particular fue la facción burocrática representada por Deng[4] la que se rebeló capaz de traducir las enseñanzas de los acontecimientos rusos y de su misma experiencia inmediata. China es de dimensiones continentales y con una población inmensa, pero ni siquiera un país de estas proporciones puede permitirse un desarrollo aislado. “El socialismo en un solo país” ha demostrado haber fracasado. La burocracia bajo Mao había intentado construir un régimen autárquico. Este experimento al final demostró todos sus límites.
La facción de Deng tuvo la oportunidad de observar la crisis de Rusia y de los países de Europa del Este que culminó en los acontecimientos tumultuosos de 1989-1991 cuando uno tras otro estos regímenes colapsaron. Dejando el campo abierto a la restauración capitalista. Contemplaron a la burocracia soviética, antes omnipotente y monolítica, derrumbarse como un castillo de naipes. En todos los países exestalinistas de la Unión Soviética y Europa el este—especialmente en la URSS—la economía fue impulsada brutalmente hacía atrás por medio de una destrucción masiva de las fuerzas productivas y la burocracia perdió el control del proceso. Fue necesario un largo periodo antes que la economía se estabilizase y comenzara nuevamente a crecer. La casta dirigente china miró estos acontecimientos como una persona que contempla su propio futuro. Así extrajeron la conclusión de no poderse permitir que esto sucediese también en China y, para evitar que un parecido colapso pudiese repetirse, decidieron hacer una corrección de su propia política.
Precisamente en el mismo periodo la revuelta de la plaza Tian An Men evidenció el peligro de que la burocracia china terminase del mismo modo de la rusa. Todo esto tuvo una influencia tremenda sobre las orientaciones de la casta dirigente china que fue impulsada a revisar su política, que en esos momentos ya estaba orientada a la introducción de elementos del mercado en la economía para dar impulso al crecimiento de la productividad, pero en la lógica de preservar el principio de dominio del sector estatal. La orientación nueva fue encaminada a acelerar el proceso de introducción del capitalismo hasta el punto de que hoy, es el sector privado el que ha tomado la delantera.
En modo similar a lo acontecido en la URSS, también en China el apetito de los burócratas estaba creciendo exponencialmente con la expansión de la economía en los tiempos de Mao, aunado a esto, de forma paralela el crecimiento económico ponía en evidencia cada vez mayor la falta de armonía y coordinación entre el desarrollo de diversos sectores. Esto explica fenómenos como el ”Gran Paso Hacia Adelante” y la “Revolución Cultural”. Recurriendo e estos métodos Mao intentaba desarrollar la economía y al mismo tiempo limitar los excesos de la burocracia que podían poner en riesgo la estabilidad del sistema.
Los excesos de algunos sectores de la burocracia pueden poner en riesgo los intereses del conjunto de la casta burocrática. Hay bastantes similitudes con respecto a lo hecho por Stalin en los años 30, cuando golpeó duramente a algunos sectores de la burocracia, pero con el objetivo de preservar la estabilidad del régimen en su conjunto. Stalin no tuvo consideraciones al mandar a algunos burócratas al frente del pelotón de fusilamiento golpear a los más corruptos para salvar a la burocracia en su conjunto. En la “Revolución Cultural” se podía recocer elementos de estas purgas, cuando un sector de la burocracia fue puesto bajo el ataque. Demagógicamente, Mao descargó su furia contra los “seguidores de la senda capitalista” para consolidar su propia posición y al mismo tiempo poner un freno a las formas más evidentes de corrupción que amenazaban al sistema en su conjunto.
La naturaleza de la “Revolución Cultural” no era, como estaban proclamando algunos en occidente, la de un movimiento de trabajadores y jóvenes que buscaba imponer su propia voluntad sobre los burócratas. Mandel[5] y sus compañeros la compararon con la Comuna de Paris, demostrando su completa incapacidad de comprender lo que estaba sucediendo. Estaban haciendo similitudes entre la verdadera insurrección obrera parisina de 1871 y un movimiento dirigido y desencadenado por un ala de la burocracia en contra de otra. No habían entendido que el control del proceso siempre se mantuvo en manos de Mao, arbitro supremo. Como habíamos dicho ya, los métodos de Mao, al contrario de dar un impulso a la economía, produjeron desorganización y caos. Pro tres años se registró una profunda caída de la producción agrícola e industrial y todas las escuelas y universidades fueron cerradas. El sector burocrático en torno a Deng Xiaoping pese a su involucramiento logro sobrevivir del proceso y extrajo lecciones de ello.
Debemos entender que una economía planificada puede funcionar en forma eficiente sólo si es puesta bajo el control de la clase obrera en todos los niveles. La democracia obrera, el control y la gestión de parte de los trabajadores son elementos esenciales para el funcionamiento de la planificación. Los trabajadores al mismo tiempo son los que consumen sus productos. Tienen un interés material en el asegurar que el plan funcione a todos los niveles. Los burócratas están interesados en alcanzar solo los objetivos asignados independientemente de la calidad o del hecho de que su actividad se armonice con el resto de la producción- de modo tal que pueda garantizar una posición social cómoda y estable. Dicho esto hay que añadir que una burocracia centralizada no puede decidir todos los aspectos de la producción. Si todo depende de una dirección burocrática centralizada es inevitable que se produzcan distorsiones e ineficacias colosales. El plan global debe estar bajo el control de los trabajadores a todos los niveles. La falta de un control de ese tipo explica por qué el “Gran Salto Hacia Adelante” o la “Revolución Cultural” fracasó. No se puede combatir la burocracia con métodos burocráticos. Estos dos episodios provocaron conmociones que se fueron añadiendo a las fallas que ya provocaba la gestión burocrática.
Lo sucedido en el curso de la Revolución Cultural es significativo para comprender los acontecimientos desarrollados una vez que Deng se encontró en el poder. La burocracia maoísta se había apoyado sobre la fuerza de las masas para asestar golpes en contra de sectores de aparato de estado burocrático. Al alcanzar su objetivo, al estilo bonapartista, liberaron fuerzas desde abajo, pero corrieron al mismo tiempo los riesgos que ello conlleva. Permitir a las masas proceder más allá de los límites establecidos habría significado una posible pérdida de control por parte de la burocracia. Una vez redimensionados los excesos de un sector de la burocracia, Mao y sus seguidores pusieron freno en 1969 al movimiento que habían desatado y lo hicieron entrar en orden. Así la frase de moda pasó de ”Las masas tienen razón, lo que dice el pueblo es justo” a “Lo que es justo es lo que piensa el Presidente Mao”.
Una vez que las masas fueron calladas, inevitablemente las relaciones de fuerza retornaron a ser favorables al ala procapitalista. Una vez que Mao había puesto freno a las masas, a continuación, se determinó la correlación de fuerzas dentro de la burocracia. Pese a basarse en las masas, Mao tenia bastantes motivos para temerle a la movilización independiente. El período de la Revolución Cultural fue también un periodo de auge de las huelgas y movimientos espontáneos, especialmente en el bienio 1966-1967 y después, aún en 1976, cuando estalló una revuelta de las organizaciones obreras en demanda de aumentos salariales y en protesta por las condiciones de vida consideradas injustas. En estos movimientos se veía claramente que la clase obrera tendía a sobrepasar los límites de la burocracia. El punto que debemos tener claro es que la burocracia maoísta, incluso asumiendo la tarea de defender la planificación estatal, no podía ir hasta el grado de entregar el poder a los trabajadores. De hacerlo, los burócratas hubieran perdido todos sus privilegios.
En todo caso quedaba el problema del desarrollo de la economía. Desde un punto de vista marxista la única solución hubiese sido la introducción de una verdadera democracia obrera, pero esto era exactamente la última intención de la burocracia. No debemos olvidar que el sector de la burocracia que defendía la economía planificada lo hacía en defensa de los privilegios que de su papel de administradores emanaba. Trotsky explica esta contradicción brillantemente en el ya citado En Defensa del Marxismo. Él planteaba que “La burocracia está antes que nada y sobre todo preocupada de su poder, de sus privilegios, de sus beneficios. Se defiende a si misma mucho mejor de lo que podría defender a la URSS. Se defiende a si misma a expensas de la URSS y de los intereses del proletariado mundial”. Esta es la esencia, la naturaleza de la burocracia.
Un amplio sector de la burocracia tomo un profundo respiro de alivio apenas fue sofocada la Revolución Cultural, querían el retorno a la estabilidad para poder gozar sus privilegios en paz. Lo que resulta claro es que ya entonces tomaba forma entre un sector de la burocracia la idea de introducir algunos elementos de mercado para estimular la economía.
El Fin de la era de Mao
Una vez muerto Mao, el sector de la burocracia favorable a una “senda al capitalismo” pasó a la ofensiva, poniendo la cuestión de abrirse al mercado mundial. En términos muy concretos Deng Xiaoping y los suyos se basaron en una idea central, es decir para ellos era imposible separar a China de la economía mundial y que por lo tanto debía participar en dicho mercado. Este era el punto de partida. Ante la ausencia de democracia obrera el mercado mundial puede servir de un instrumento brusco de control sobre la ineficacia y la mala gestión.
En las condiciones prevalecientes en China en los 70`s, la elección de aplicar una especie de Nueva Política Económica (NEP) no podía ser excluida ni siquiera por un verdadero partido revolucionario marxista. Así como los bolcheviques la habían empleado en los primeros años de los veintes. Mientras que las palancas fundamentales de la economía se conserven firmemente bajo control del Estado y estén guiadas por un plan, se puede recurrir a tales métodos para estimular y desarrollar la economía en un estado obrero aislado.
Lenin se basó en consideraciones análogas cuando ofreció a los capitalistas occidentales concesiones en Siberia, donde se concentraban enormes cantidades de materias primas pero la economía era muy atrasada. El joven y débil estado obrero no tenía a disposición los medios para desarrollar Siberia, así Lenin defendió la idea de que en tal situación la única manera de obtener las inversiones y tecnología necesarias para desarrollar las fuerzas productivas era la de dar concesiones al capital extranjero. La idea era que al garantizar beneficios capitalistas, se desarrollaría la región, obteniendo nuevas fuerzas productivas, tecnología, etc. Esto habría significado beneficios para la revolución.
En 1918, en su Infantilismo de Izquierda Lenin explicó: “Nosotros, el partido del proletariado, no nos queda otro camino que la capacidad de organizar la producción sobre gran escala sobre el modelo de los Trust, así como son organizados los Trust, adquiriéndola de los mejores expertos del capitalismo”. El 4 de febrero de 1919 presentó una resolución al Consejo de Comisarios del Pueblo, en la cual afirmaba que: “El Consejo de Comisarios del Pueblo considera, desde un punto de vista general y en línea de principio, admisible la llegada de concesiones en relación con representantes del capital extranjero en el interés de desarrollar las fuerzas productivas del país”. La diferencia, naturalmente, consistía en el hecho de que en aquel entonces nadie ponía en duda que la naturaleza de la Unión Soviética del periodo de 1918-1919 era un verdadero estado obrero sano—o al menos relativamente sano—y que por lo tanto tales concesiones se usarían para fortalecer no para debilitar al estado obrero.
Debemos recordar también que fue el retraso de la revolución mundial lo que obligó a los bolcheviques a acceder a estos compromisos, aceptándolos mientras que el poder estatal permaneciese en las manos de la clase obrera y mientras que el Estado mantuviese el control de las palancas fundamentales de la economía. En todo caso, el problema era que los capitalistas estaban bien lejos de considerar posibles acuerdos económicos con la Rusia de los Soviets en 1921, más bien estaban inclinados a destruirla. En el caso de la burocracia china la cuestión se ponía distinta porque con esta casta privilegiada los capitalistas podían tranquilamente realizar pactos, tanto que incluso el ultrareaccionario Richard Nixón no tenía ningún problema en firmar acuerdos con la burocracia china.
Después de la muerte de Mao la idea de abrir los confines del país a las inversiones extranjeras tomaron gran fuerza en la casta dirigente y Deng Xiaoping se convirtió en su representante más avanzado. La parte más decisiva de la burocracia había llegado a la conclusión de que la autarquía fracasó en sus objetivos, que China no podía desarrollar en el aislamiento.
Deng había sido ya Secretario General del partido, pero había sido removido de su cargo durante la Revolución Cultural. En enero de 1974, no obstante, fue colocado nuevamente en el buró político. Antes de ser despojado de nuevo de todas sus posiciones de poder Deng había sido no sólo Premier Ministro, sino que también Vicepresidente del partido y Jefe del Comando Supremo Militar, el segundo hombre en la jerarquía después de Mao. No obstante su alto rango en la escala jerárquica fue denunciado como un ”monstruo”, el jefe de una conspiración contrarrevolucionaria que estaba siguiendo ”políticas capitalistas”. Es digno de mencionar el hecho que, en tales circunstancias, fue capaz de mantener su afiliación al partido. Por estatuto cualquiera que hubiese caído en desgracia frente a Mao habría sido expulsado o habría tenido una suerte aún peor. Esto no sucedió en el caso de Deng porque gozaba de un notable apoyo dentro del aparato del partido. Con este antecedente podemos intuir que ya entonces tenía un apoyo mayoritario de la burocracia—al menos en las altas esferas—aunque este apoyo no podía hacerlo avanzar debido a la posición que aún ostenta Mao.
El amplio apoyo que tenía Deng entre las filas de la burocracia se confirmó luego de la muerte de Mao. La ”Banda de los Cuatro”, entre las cuales figuraba la misma esposa de Mao, intentaba jugar aún con la continuación de la Revolución Cultural, pero la orientación real dominante en la burocracia estaba muy clara. La ”Banda de los Cuatro” fue arrestada el 6 de octubre de 1976 y nunca logró recobrar sus posiciones de poder, mientras Deng emergió como líder del partido en 1978.
En este periodo nacen las raíces de la situación actual. El debate en el Partido Comunista sobre la necesidad de abrir la economía a las inversiones extranjeras comenzó en el periodo 1977-78. La facción de Deng acuño la expresión ”socialismo de mercado” para sintetizar su propuesta. Argumentaron que la era de Mao había lanzado a la economía al caos. Esto no respondía completamente a la verdad porque—a pesar de las constantes convulsiones—por más de 25 años la economía creció a un ritmo alto y sostenido.
Lo que resultaba verdad era que, en la medida que la economía se hacía cada vez más compleja, el sistema de dirección burocrática comenzaba a evidencias sus límites. Así como en el caso de la URSS, se mostraba una creciente falta de coordinación entre los diversos sectores, niveles de inversiones desequilibradas, producción excedente de algunos bienes y escasa en otros. Se extendía la corrupción, el sabotaje, torpezas, el desperdicio y el caos a gran escala. La productividad en la industria estaba bajando. Tendencias inflacionarias, escasez de productos de gran consumo y malestar social completaban un cuadro de crisis.
Todo esto comenzaba a tener un efecto sobre las necesidades de los trabajadores y campesinos, que mostraba signos de irritabilidad. Estos problemas habrían podido ser resueltos con la introducción de un verdadero control obrero y de la gestión de la economía por los trabajadores, pero para ello era necesaria una verdadera revolución política; la burocracia tendría que ser removida del poder. La casta dirigente; sin embargo, no iba a renunciar tan fácilmente. El punto de vista de Deng, y del sector de la burocracia que representaba, era que para desarrollar las fuerzas productivas y dar impulso a la productividad era necesario recurrir a estímulos del mercado.
Si bien ya habían superado en términos de producción absoluta a países como Gran Bretaña. Por lo que correspondía a los índices de productividad ya sea China o la URSS se encontraban muy por detrás del occidente capitalista. En Rusia la crisis se había ya manifestado con una significativa reducción del crecimiento. El ala dirigida por Deng comprendió la necesidad de introducir tecnología más avanzada en la economía china. Esto sólo era posible abriendo el país a las inversiones extranjeras y participando directamente en el mercado mundial.
Si el poder estatal hubiese estado en las manos de los trabajadores ellos habrían podido neutralizar las tendencias favorables a la restauración capitalista, pero el poder estaba en manos de la burocracia; en esta situación la introducción de incentivos capitalistas estableció el peligro real de la destrucción de la economía planificada de todo un periodo.
No debemos sin embargo tener una aproximación mecanicista a tal cuestión. Sería fácil afirmar que con la llegada de Deng al poder en 1978 la burocracia tenía claro el objetivo de introducir el capitalismo; pero esta afirmación estaría equivocada. La burocracia procedió empíricamente, respondiendo a las necesidades del momento. Incluso en la Rusia estalinista hubo periodos de extrema apertura a las fuerzas del mercado y descentralización, seguidos de periodos de centralización. Se trataba de intentos de reimpulsar la economía. La burocracia estaba consciente del hecho que, si no tenía la capacidad de desarrollar los medios de producción, su misma posición privilegiada estaría en riesgo.
Notas
[1] Chiang Kai-shek o Jiang Jieshi (Xikou, 31 de octubre de 1887 – Taipéi, 5 de abril de 1975) fue un militar y estadista chino. Sucedió a Sun Yat-sen como líder del Partido Nacionalista Chino Kuomintang y fue el líder máximo, bajo diversos cargos, de la República de China fundada en Nankín en 1927. Tras la derrota de los nacionalistas frente al ejército de Mao en 1949, se refugió con su gobierno en la isla de Taiwán.
[2] Josip Broz, «Tito» (7 de mayo de 1892 – Liubliana, RFS Yugoslavia —actual Eslovenia— 4 de mayo de 1980), conocido por su título militar Mariscal Tito, fue un político y militar croata, jefe de Estado de Yugoslavia desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte a los 87 años.
[3] Sistema económico en el que un estado se abastece con sus propios recursos, evitando en lo posible las importaciones.
[4] Deng Xiaoping. (Sichuan, 22 de agosto de 1904 – Pekín, 19 de febrero de 1997) fue un político chino, máximo líder de la República Popular China desde 1978 hasta los últimos años de su vida.
[5] Ernest Ezra Mandel (Frankfurt, Alemania, 5 de abril de 1923 – Bruselas, 20 de julio de 1995) fue un economista, historiador y político belga. Fue uno de los representantes del trotskismo después de la muerte de Trotsky.