Ya está disponible el número 23 de América Socialista, revista política de la Corriente Marxista Internacional.
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Al igual que en el número anterior, este ejemplar de América Socialista se va a distribuir de manera digital, debido a las limitaciones impuestas por la pandemia del Covid-19. Abrimos la revista con un artículo de Alan Woods, Feliz año nuevo – para algunos, que da un repaso a la situación internacional de la crisis capitalista y las perspectivas para este año 2021. La pandemia ha desencadenado una crisis económica que ha dejado al descubierto la auténtica naturaleza del sistema capitalista, en el que los beneficios empresariales son más importantes que la preservación de la vida humana. Los estrategas del capital están muy preocupados por las consecuencias políticas potencialmente revolucionarias de la crisis del capitalismo. Los marxistas somos optimistas, optimistas en el futuro de la lucha de clases revolucionaria.
Seguimos con dos artículos de Jorge Martín sobre las medidas económicas adoptadas bajo la rúbrica de la “tarea ordenamiento monetario” en Cuba ante el agravamiento de la crisis económica como consecuencia del impacto de la pandemia en la isla y del endurecimiento del bloqueo imperialista. Jorge Martín explica el contenido de estas medidas que no se limitan a la unificación monetaria y cambiaria sino que introducen toda una serie de mecanismos que debilitan la planificación y fortalecen el mercado en la economía cubana.
El 18 de marzo se cumplen 150 años de la Comuna de París, la primera vez en la historia que el proletariado tomó el poder, aunque de manera breve. Marcamos el aniversario con un artículo de León Trotsky, escrito en 1921 para el 50 aniversario, en el que explica la importancia de la gesta de los comuneros, los errores que cometieron, y compara el episodio heroico con la toma del poder por parte de la clase obrera en Rusia en octubre de 1917. La Comuna de París es rica en lecciones, sobre todo en relación a la cuestión de la dictadura del proletariado, es decir, cómo se organizará la clase obrera después de tomar el poder. Los comuneros pagaron con sangre su atrevimiento. La venganza de la burguesía trató de ahogar en sangre su ejemplo. El mejor homenaje que les podemos rendir es aprender las lecciones de su gesta.
El grueso de este número de la revista lo dedicamos, como señalamos en la portada, a la defensa de la teoría marxista como parte de la campaña de la Corriente Marxista Internacional contra el posmodernismo en todas sus variantes (política de identidad, poscolonialismo, teoría queer, etc) que dominan en el campo académico y han penetrado en un sector de activistas, sobre todo entre la juventud.
Empezamos con un artículo de David Rey acerca del concepto de las tareas domésticas como “trabajo no remunerado”. El artículo hace un análisis marxista de la cuestión de la reproducción de la fuerza de trabajo para demostrar cómo esta idea no solamente es errónea sino que lleva a conclusiones prácticas reaccionarias como la defensa de un salario para las amas de casa. En realidad, como parte de la lucha por la emancipación de la mujer, hay que luchar por su incorporación al mundo del trabajo asalariado y por la socialización de las tareas del hogar.
Publicamos también un artículo de Alan Woods en defensa del materialismo, que se ha publicado como introducción a la nueva edición inglesa de Materialismo y empiriocriticismo de Lenin. ¿Cómo adquirimos conocimiento? ¿Existe un mundo real más allá de nuestros sentidos? Y si es así, ¿cuál es nuestra relación con él? En esta importante contribución teórica, Alan Woods monta una defensa del materialismo contra el idealismo y el subjetivismo posmodernista oscurantista popular en los campus universitarios hoy en día.
Finalmente cerramos con un extenso texto de Francesco Giuliani sobre Gramsci y el gramscismo. El revolucionario comunista italiano y fundador del Partido Comunista ha sido utilizado por reformistas y académicos para justificar posturas políticas que nada tienen que ver con sus auténticas ideas. Los reformistas utilizan la idea de la hegemonía y de la guerra de posiciones en contraposición a la toma del poder, estableciendo una diferencia artificial y falsa entre Gramsci “el occidental” y Lenin y los bolcheviques, “los orientales”. De esta manera Gramsci es utilizado, contra natura, para justificar una política de adaptación al capitalismo y de pactos con la burguesía. Algo parecido sucede en la academia donde sesudas discusiones acerca de los Cuadernos de la cárcel sirven para atacar la esencia revolucionaria del marxismo. Giliana desentraña de esta maraña el auténtico pensamiento de Gramsci y también señala claramente las limitaciones y errores del mismo, en relación a la lucha política en el partido italiano y en la Internacional Comunista, colocándolo así en su justo lugar.