La reorganización del proletariado sobre un nuevo eje
Del control absoluto que las direcciones de los Partidos Comunistas y Socialistas tuvieron sobre el movimiento obrero o de masas en general, no queda mucho hoy en día. Los dirigentes de estos partidos han abandonado incluso la pretensión de querer alcanzar el socialismo y se pasaron con armas y bagajes al Capital. Esto no quiere decir que, en un momento dado, las masas no vayan a intentar usar esas organizaciones para hacer frente a la burguesía. Pero sólo la comprensión de esta evolución en las últimas décadas nos permite comprender el surgimiento de nuevas organizaciones y su trayectoria, es decir, el intento del proletariado internacional para reorganizarse sobre un nuevo eje, un eje de independencia de clase.
Este esfuerzo que aparece de manera desigual, pero combinada en los distintos países, va acompañado de un esfuerzo opuesto por parte del capitalismo y la burocracia de los partidos de masas para evitar la creación de partidos obreros verdaderamente independientes que pueda desarrollarse como partidos revolucionarios. Todos los métodos son validos, ya sea la presión, la corrupción, la participación y la colaboración de clases, el tripartismo o la represión abierta o criminalización de los militantes y dirigentes de los movimientos sociales.
La crisis las direcciones de los partidos comunistas y socialistas como consecuencia de la oleada revolucionaria a finales de los años 70, permitió en algunos países el surgimiento de organizaciones que buscaban luchar y comba
tir junto a la clase obrera. De manera confusa y convulsa, este es el proceso que vemos desde la fundación del PT hasta el surgimento del PSUV en Venezuela.
En los países donde este problema de constitución de partido obrero de masas ya había sido resuelto por la historia, como en Italia, que tuvo con el PCI el partido comunista de masas más poderoso de Occidente, esta cuestión (la necesidad de la existencia de un partido obrero independiente) se vuelve a plantear de otra manera hoy frente a las transformaciones experimentadas por los restos del PCI.
Las organizaciones independientes que se formaron al fragor de la lucha de clases de los años 80, ya fueran organizaciones democráticas revolucionarias pequeño-burguesas a las que la lucha empujó a ir más allá de lo previsto, como el FSLN, u organizaciones obreras de Frente Único, como Solidaridad, o partidos obreros independientes, como el PT, todas estas organizaciones vivieron el peso de los ataques, las presiones, de las clases dominantes y sus agentes, los aparatos.
En Brasil es posible un balance más detenido, ya que en ningún país del mundo en las últimas décadas, la experiencia de la creación de un Partido Obrero Independiente fue tan lejos. El PT es el partido que dotó al proletariado brasileño de conciencia de clase y lo organizó a nivel nacional. Fue el PT, en lucha frontal contra las instituciones del Estado burgués, la dictadura militar y la política traidora del PCB de entonces, el que constituyó por primera vez una verdad central sindical de masas, la CUT.
Es por eso que los marxistas, después de dudas y confusión ante un fenómeno nuevo, finalmente se lanzaron a la construcción del Partido de los Trabajadores «sin patrones ni generales.»
¿Cuál es la posición de los comunistas?
En una carta a los socialistas de América, el 28 de diciembre de 1886, Engels describe cuál debería ser la actitud de los marxistas frente a la lucha por la organización del proletariado de «clase en sí» a «clase para sí». Esta carta tiene un valor programático. Engels explicaba:
«… Es mucho más importante que el movimiento se extienda, que progrese regularmente, que arraigue y abarque en lo posible a todo el proletariado norteamericano, a fin de que arranque y progrese desde el comienzo sobre una base correcta y teóricamente perfecta. No hay mejor camino para lograr una clara comprensión teórica que el de durch Schaden klug werden [aprender en los errores propios], en la amarga experiencia propia. Y para una clase entera y grande no existe otro camino, sobre todo en una nación tan eminentemente práctica, que desprecia tanto la teoría, como los norteamericanos.
Lo importante es llevar a la clase obrera a que se ponga en movimiento como clase; una vez logrado eso, no tardará en hallar el camino seguro, y quien se le oponga, H. G. o Powderly, será echado tranquilamente por la borda con sus pequeñas sectas. Por eso veo también en los K. of L.[«Caballeros del Trabajo] un factor muy importante en el movimiento, al que no se debe vilipendiar desde fuera, sino revolucionarlo desde dentro.
A mi juicio, muchos alemanes que viven en Norteamérica han cometido un grave error cuando, al verse cara a cara con el poderoso y glorioso movimiento fundado sin su participación, intentaron convertir su teoría importada y no siempre entendida correctamente, en algo así como un alleinse ligmachendes Dogma [un dogma que lo salva todo] y se mantuvieron apartados de todo movimiento que no aceptaba ese dogma. Nuestra teoría no es un dogma, sino la exposición de un proceso de evolución que comprende varias fases consecutivas. Esperar que los norteamericanos emprendan el movimiento con plena conciencia de la teoría formada en los países industriales más antiguos es esperar lo imposible.
Los alemanes debían haber procedido de acuerdo con su propia teoría, si la comprendieron como nosotros la entendimos en 1845-1848, debían haber participado en todo movimiento obrero verdaderamente general, aceptando el punto de partida faktische [de hecho] de la clase obrera y elevándola gradualmente al nivel de la teoría, señalando que cada error cometido, cada revés era consecuencia inevitable de los errores de orden teórico en el programa original. Debían, como lo dice el Manifiesto del Partido Comunista, in der Gegenwart der Bewegung die Zukunft der Bewegung zu repräsentieren [defender dentro del movimiento actual el porvenir de ese movimiento].
Pero, antes que nada, dejen que el movimiento se consolide, no aumenten la confusión inevitable en los primeros tiempos, imponiendo a las gentes cosas que no pueden en el momento presente valorar como es debido, pero que lo aprenderán bien pronto. Un millón o dos millones de votos obreros en noviembre del año próximo por un partido de obreros bona fide tiene un valor infinitamente mayor en el presente que cien millones de votos por una plataforma doctrinalmente perfecta.
La primera tentativa seria de unir a las masas a escala nacional –pronto habrá que emprenderla, caso de que el movimiento progrese– los pondrá a todos cara a cara: los adeptos de Georges, los de los K. of L., los tradeunionistas, etc. Y si nuestros amigos alemanes aprenden bastante el idioma del país hacia entonces para tomar parte en las discusiones, será pues el momento oportuno para que critiquen los puntos de vista de los demás y, una vez probado lo insostenible de las distintas posturas, para que lleven a los obreros a la comprensión de su posición actual, posición creada por la relación entre el capital y el trabajo asalariado.
Pero yo consideraría gran error todo lo que pudiese retardar o impedir esta consolidación nacional del partido obrero –sobre no importa qué plataforma– y, por tanto, no pienso que haya llegado ya el momento para exponer enteramente y a fondo la actitud, tanto respecto de Henry George, como de los «Knights of Labor».(Carta de Engels a Florence Kelley-Wischnewetzky, 28 de diciembre de 1886)
El significado general de esta carta es lo que guió la lucha de los marxistas por la construcción del PT.
El surgimiento del PT
En 1979 surge el Movimiento Pro PT después de un llamamiento del sindicato de trabajadores metalúrgicos de diferentes regiones, liderado por Lula. En 1980 se constituye el Partido de los Trabajadores. Su afiliado número uno es Mario Pedrosa, un militante que había estado en el congreso fundacional de la 4ª Internacional en 1938 y que durante las grandes huelgas del ABC (la zona obrera e industrial de las afueras de Sao Paulo) había escrito una carta a Lula proponiendo la creación de un partido de clase y de masas. Lula es el afiliado número dos.
La huelga general francesa de Mayo de 1968, se combinó con la Primavera de Praga en Checoslovaquia, mostrando al mundo la unidad de la lucha de clases mundial y la crisis conjunta afectaba al imperialismo y la burocracia estalinista.
En 1974 la Revolución Portuguesa sacudía a Europa y se combinaba con la derrota histórica del imperialismo en Vietnam, con el derrocamiento del Sha Palevi en Irán y la revolución nicaragüense.
El orden mundial de Yalta y Potsdam, establecido después de la guerra por el imperialismo de EE.UU. y la burocracia soviética poco a poco comienza a desmoronarse. La implosión del régimen del Shah Reza Palevi, pieza fundamental del imperialismo en el Oriente Medio, y la aniquilación del régimen de Somoza en Nicaragua, desestabilizaron totalmente a estas regiones y tuvieron repercusiones internacionales.
La revolución de Nicaragua tiene un enorme impacto en Brasil, aumentando la disposición de las masas a movilizarse por sus reivindicaciones y para poner fin a la dictadura militar que se había instalado desde el golpe de 1964.
En un auge proletario masivo se produce una explosión de huelgas de masas en todo el país que cuestiona el control de la situación por parte de la dictadura.
El proceso de huelgas políticas de masas se desencadena con la huelga de 180.000 trabajadores metalúrgicos en Sao Bernardo do Campo, Santo André y Sao Caetano (el ABC paulista, donde se encuentran las grandes ensambladoras de automóviles), llamada la «huelga de brazos cruzados», en mayo de 1978. A ésta le seguirá una huelga de 300.000 maestros en agosto y otra de 400.000 trabajadores metalúrgicos de la capital, Sao Paulo en octubre. El año anterior el país había sido sacudido por masivas manifestaciones estudiantiles nacionales, especialmente con la lucha por la amnistía a los perseguidos políticos de la dictadura.
A partir de ahí entran en el movimiento sectores enteros (construcción civil, banca, ferrocarrileros, químicos, y muchos otros) que se movilizan implicando a capas cada vez más amplias y profundas del proletariado, que buscan lograr sus reclamos y pasan a la lucha contra la represión y se plantean la cuestión de poner fin a tan odioso régimen, unificados en un solo grito: ¡Abajo la dictadura!
Durante la segunda huelga general de los trabajadores metalúrgicos del ABC en 1979, una manifestación masiva de 120.000 personas en el 1º de mayo en San Bernardo, abre un nuevo momento en la situación política del país. En la huelga del ABC, los trabajadores empezaron a elegir delegados a la Comisión de Salarios y a través de ella se dieron de hecho una organización independiente para actuar. El punto más alto de la lucha de clases fue constituido por la Comisión de Salarios con delegados libremente elegidos por los huelguistas.
La situación económica en Brasil se demostró por la hemorragia de la deuda externa de 52 mil millones de dólares y la inflación que fue de más de 100% en 1980. A esto se sumaba una política de congelación salarial que hizo la vida imposible a la clase obrera. Ya había quedado atrás el tiempo en el que el PIB crecía un 11% por año durante el «milagro económico» de la dictadura militar.
Una de las principales consecuencias de la huelga del ABC fue la profundización del colapso del sindicalismo corporativo controlado por el estado. Desde 1937, Vargas había destruido los sindicatos independientes y construyó sindicatos de colaboración de clases controlados directamente por el Ministerio de Trabajo. La legislación sindical de Vargas era una copia de la Carta del Lavoro de Mussolini y prohibía el establecimiento de una central sindical nacional. El nuevo movimiento obrero se levantó contra esto. También los jóvenes reconstruyeron la UNE, Unión Nacional de Estudiantes, prohibida por la dictadura desde 1969, dando así un duro golpe al régimen.
Ni que decir tiene que el PCB se negó a movilizarse contra la dictadura y con su política de apoyo a la burguesía atacó cualquier movilización o manifestación de masas, acusando a los organizadores de agentes provocadores. Los partidarios de la constitución de un partido de los trabajadores eran sus enemigos preferidos acusándoles de «romper el frente democrático contra la dictadura.»
En este contexto, los principales dirigentes metalúrgicos del ABC, encabezados por Lula, y apoyándose en las manifestaciones de masas más grandes que el Brasil haya conocido, convocan a la creación de un Partido de los Trabajadores.
La resolución política del 4º Congreso de la OSI (organización formada en 1976 que reunió a tres grupos trotskistas y en la cual el autor participó desde 1980) declaró: «Desde que existe como clase, el proletariado de Brasil ha luchado por su independencia como clase, en contra de sus explotadores y opresores. Enfrentando primero a los anarquistas que se negaron (a principios de siglo) a completar en el plano político-partidario la incipiente independencia sindical, y luego al estalinizado PCB que traicionó la voluntad de independencia política que estaba en su origen, preparando la derrota de 1935, que llevó a la destrucción de sindicatos independientes existentes, el proletariado brasileño se vio reducido durante décadas a la condición de clase prácticamente carente de organización. El cerrojo estalinista, fue en este período (1946/1964) el principal apoyo de los sindicatos oficiales, y todas las formas de colaboración de clases que impedían la expresión política independiente de los trabajadores y las masas en general. (…)
Más recientemente, en el contexto de una situación pre-revolucionaria que marcha a la apertura de una situación revolucionaria, donde las huelgas políticas de masas contra la dictadura se suceden, una serie de dirigentes sindicales tomaron la iniciativa de construir un Partido de los Trabajadores. Como se indica en la resolución de la 1ª Conferencia Nacional de la OSI:
«El PT es una respuesta al movimiento obrero en el sentido de una organización independiente. Es una respuesta que concuerda con los intereses de auto-conservación de la “pelegada” (sindicatos amarillos) «auténtica», hay que decir. Sin embargo, para los trabajadores lo importante no es conocer las intenciones ocultas de los amarillos, lo importante es que el PMDB (partido burgués y único partido de la oposición legalizado por la dictadura, nota de SG) es inaceptable como partido, y es también inaceptable la limitación de sus luchas al plano sindical. Esto se debe a que, en la situación actual, todas las cuestiones relativas a la organización del proletariado asumen una importancia fundamental, porque ponen en juego la centralización de las luchas de las masas explotadas, la posibilidad de derrocar a la dictadura.»
El proceso de formación de esta partido se prolongó, con avances y retrocesos, por más de un año desde que se hicieron públicos los primeros llamamientos. Fue la reciente huelga del ABC lo que precipitó los acontecimientos, definiendo relaciones de aquello que era todavía una «articulación» con las masas en lucha, forzando a la celebración del Encuentro Nacional – salto cualitativo de la formación del PT como partido. Pero un paso, sin embargo no deja de poner de relieve todas las contradicciones e incertidumbres que el PT tiene en su interior. Así, el programa aprobado no define al PT sin patrones; se declara «basado en los trabajadores de la ciudad y el campo», pero también como «un instrumento de avance democrático de la sociedad(!)», lo que representa una derrota de los oportunistas a quienes les gustaría definirlo como partido de toda la sociedad, borrando los límites de clase. Por otra parte, el programa no define una lucha
para derrocar a la dictadura, pero tampoco se orienta hacia la democratización de la dictadura, apoyo a la apertura, etc. colocándolo en la «dirección contra el régimen actual.»
«Sin embargo, el PT que surgió de este Encuentro Nacional se construyó como partido obrero, ocupando el lugar de un partido obrero, por las relaciones que tiene con las masas.» (Resolución Política, 4º Congreso, 1980). Un artículo escrito en 1980 por Edson Rodrigues, dirigente trotskista, explica el surgimiento del PT:
«Desde el comienzo de las grandes huelgas obreras en 1978, los combates que implican a capas cada vez más amplias y profundas del proletariado, tienen como característica central la búsqueda por parte de los trabajadores de su organización independiente del estado. En la base de la profunda conmoción sufrida por las instituciones de la dictadura y que desde ya plantean la cuestión del poder –porque en el curso de sus combates los trabajadores entienden que no se pueden conseguir sus reivindicaciones más básicas sino con el derrocamiento de la dictadura militar– son los organismos independientes creados a lo largo de este periodo. Son las trincheras de clase construidas en el terreno de la lucha contra los sindicatos oficiales (comisiones de fábrica, los comandos de huelga, los sindicatos independientes), es la lucha de los trabajadores con el fin de centralizar su acción de clase contra la dictadura. (…)
“El impacto de la huelga del ABC sobre la evolución de la situación política empujado al Partido de los Trabajadoresa al primer plano de la lucha de clases . Por las relaciones mantenidas por sus dirigentes con las masas –en particular por Lula durante una huelga, en la que apareció como un símbolo de la resistencia ante el Ministerio del Trabajo y la dictadura militar– el PT ya no es una articulación que se prolongó durante más de un año, pasando a ocupar el lugar de un partido de los trabajadores. Si antes de la huelga del ABC la articulación se mantuvo en función de ser una respuesta a la necesidad de la organización independiente de los trabajadores, después de la huelga el PT comenzó a ser visto para miles de trabajadores como un canal para combate para la satisfacción de sus derechos y reivindicaciones, como su instrumento para dirigir el derrocamiento de la dictadura militar». (Por un PT sin patrones, Edson Rodrigues, de la revista Lucha de Clases, 1980).
De hecho, el proletariado brasileño, de forma y de manera ejemplar, dio concreción a lo que Engels escribió en el prefacio a la edición alemana del Manifiesto Comunista: «Cuando la clase obrera europea tuvo de nuevo la fuerza necesaria para un nuevo asalto contra el poder de las clases dominantes, nació Asociación Internacional de Trabajadores. Ésta, tenía como objetivo unir en un gran ejército a toda la clase obrera de Europa, de América. Podía por lo tanto, partir de los principios planteados en el Manifiesto. Tenía que dotarse de un programa que no cerrara la puerta a los sindicalistas ingleses, a los proudhonianos franceses, belgas, italianos y españoles, o los lassalleanos alemanes».
Durante el año 1983, el PT impulsó la fundación de la CUT (Central Única de Trabajadores) y la realización de la primera huelga general en la historia de Brasil, en 1983. Esta huelga general, de amplio seguimiento, era una huelga política dirigida directamente contra la dictadura militar.
Ya a finales de 1983, el PT lanza la campaña por elecciones «Directas Ya!», una campaña para poner fin a la elección indirecta del presidente de la república que la dictadura realizaba cada cuatro años en un colegio electoral controlado por ella.
La campaña de las Directas arrastró a las masas en todo el Brasil y movilizó a millones de personas. La dictadura ya no era capaz de reprimir e incluso la burguesía comenzó a abandonarla porque se había demostrado incapaz de controlar el poderoso movimiento sindical que se levantó bajo la dirección del PT. La movilización de millones de trabajadores y jóvenes paraliza y divide la dictadura y, finalmente, la liquida políticamente. Comienza a desmoronarse cuando su propio Colegio Electoral se divide y es elegido un presidente de la oposición burguesa. El PT sigue su lucha y se declara en oposición incluso a este gobierno.
El entonces presidente elegido indirectamente en 1985, era un antiguo miembro de la dictadura militar, José Sarney, que se había pasado a la oposición después de la campaña para las Directas Ya y hoy en día es el principal aliado de la coalición gobernante de Lula.
El cambio de rumbo del PT
En los años 80, el avance del movimiento obrero con la construcción de la CUT, como central sindical independiente, y el desarrollo de la PT, como partido obrero independiente, abrieron una posibilidad de importancia histórica para la organización del proletariado como clase en Brasil. La intervención de los marxistas en este proceso era vital, para que la aspiración de la clase obrera para construir su propio partido se concretara.
Después de eso mucha agua ha pasado por el molino. Un punto de inflexión fue el 5º Encuentro Nacional del PT, dónde, bajo la dirección de Lula y Zé Dirceu se aprueba un «nuevo» programa del partido, abandonando su manifiesto y la Carta de Principios.
El 5º Encuentro Nacional del PT en 1988, aprobó un supuesto «programa para la revolución brasileña» en el que se introdujo la ridícula y confusa «teoría» de la «acumulación de fuerzas», el «Programa Democrático y Popular» y la lucha por un gobierno «democrático y popular», que afirmaba explícitamente: «La situación de crisis de gobierno, de recesión y de amenaza a las banderas populares en la Constituyente impone una serie de tareas para el PT, que – reconoce que no están en el orden del día para la clase obrera ni la lucha por el poder ni la lucha por el socialismo, sino la lucha por una alternativa democrático-popular…» (tesis 22 de la resolución del 5º ENPT). Es decir, el bloqueo de la vía de desarrollo del partido y la lucha de las masas, condenándolas a la defensa de una etapa capitalista democrática.
Al aprobar el PT, por primera vez, un programa claro de la «revolución por etapas» y por tanto de colaboración de clases, que bloqueaba la lucha por el poder, la dirección empieza a allanar el camino para conducir el partido al apoyo directo del orden burgués.
Esta política llamada «democrático popular» era un remiendo de la teoría de la revolución por etapas, todo envuelto en la idealización de las «democracias populares» de Europa del Este. Fue la preparación «teórica» para la política de Frente Popular que buscará la dirección buscara aplicar constante y permanente en los años siguientes. Es desde aquí que, en el 88, la dirección del partido aunque votó en contra de la Constitución burguesa reaccionaria por decisión de las bases del partido, maniobra y firma la Constitución, la reconoce, la legítima y se compromete con ella y el apoyo a las instituciones. Una situación prerevolucionaria se estaba acelerando y es en estas circunstancias que se desarrolla la política de la dirección, lo que explica sus dificultades, pero también la aceleración de sus pasos.
Desde el 5 º ENPT se revirtió el rumbo del partido y se desarrolla una lucha constante por parte de la dirección para controlar y encuadrar el partido. Revertido el curso del partido, es decir, dejando de avanzar hacia la revolución el partido empieza a dirigirse hacia la burguesía, a la contrarrevolución. No hay una tercera vía.
El PT tumba a collor y da paso a un gobierno burgués
No hay ningún fenómeno centrista que dura más allá de un tiempo limitado. Y el PT, ya con diez años de edad, vivió una situación revolucionaria y se enfrentó por primera a su primer destino en la segunda ronda de las elecciones presidenciales de 1989, en las que el PT disputó la presidencia de la república pulgada a pulgada con Collor, el candidato de la burguesía.
Todo partido centrista o se orienta hacia la revolución o hacia la contrarrevolución. Es imposible mantener una posición intermedia durante mucho tiempo en la época del imperialismo. El tiempo de las guerras campesinas ya quedó muy atrás.
Por otra parte, todos los balances que podemos hacer de la experiencia de las organizaciones transitorias en los últimos años conduce a la misma conclusión: Estas organizaciones, si no se orientan hacia el programa marxista y la construcción de una Internacional, rápidamente degeneran y desaparecen o se vuelven contrarrevolucionaria. Nicaragua, Polonia, etc., fueron ejemplos notables.
En 1992, tras el derrocamiento del presidente Collor por un poderoso movimiento de masas con millones de trabajadores y jóvenes movilizados en las calles, el PT se enfrenta por segunda vez con su propio destino. Manifestaciones populares de millones llenaron las calles de todo el país al grito de «Fuera Collor» y un mar de banderas rojas sin precedentes aclamaba «1, 2, 3, 4, 5000, Lula Presidente de Brasil.» Ahora el poder estaba literalmente en las calles y quien dirigía las calles era el Partido de los Trabajadores, a bandera roja y Lula. La burguesía entra en pánico, se divide hasta dejar a Collor literalmente sólo y finalmente, bajo la presión de las masas, el Congreso declara su juicio político («impeachment»).
Con las masas en las calles provenientes de Brasil aclamándolo como presidente, Lula se reúne con los generales, el vice presidente de Collor y el presidente de la oposición burguesa en Brasilia. Estos burgueses, confundidos
y asustados declaraban antes de la reunión que en 30 días se convocarían nuevas elecciones. Lula llega y comienza la reunión. Treinta minutos después Lula habla en nombre de todos y declara que «la democracia será respetada. El vice presidente tomará posesión inmediatamente.» Y de esta manera estabiliza la situación.
Dos años más tarde el mismo confirmaba su responsabilidad en este «fraude democrático» al afirmar: «Itamar (vice-presidente de Collor y juramentado con el nuevo apoyo de Lula, nota de SG) debe agradecer a los presidentes del partido y mi mismo que le dimos el mandato» (Lula en el periódico Folha de São Paulo).
A partir de ese momento se puede ver la acción parlamentaria del PT aprobando las solicitudes del FMI, las declaraciones públicas en defensa del orden y la «democracia», la presentación oficial de las propuestas, sugerencias y planes al gobierno, y la acción paralizante y de división dentro de la movimiento obrero, que se han convertido en la verdadera orientación política de la dirección del PT. El gobierno de Lula y sus políticas son el resultado de este desarrollo.
Trotsky demostró de manera contundente que las organizaciones centristas oscilan de manera permanente entre la burguesía y el proletariado, es decir, entre la revolución y la contrarrevolución. El carácter centrista de estas manifestaciones obreras está dado por la ausencia del programa marxista y por su desarrollo, en una u otra dirección, dependiendo de la lucha entre las clases, y un programa confuso e incompleto. Por eso Trotsky sostuvo que lo más importante para definir la relación con de los marxistas con las organizaciones centristas, no era sólo su programa, sino la dirección de su evolución, hacia la izquierda o la derecha, es decir, qué relaciones de clase la organización o partido centrista estaba tratando de establecer y desarrollar.
En cuanto a la PT, su dirección y desarrollo como un partido obrero independiente llegó a un límite con la aceleración de la situación pre revolucionaria en Brasil desde el fin de la dictadura militar, cuya punto álgido es la agonía del gobierno de Sarney. Y dio un salto, con el giro abierto y descarado hacia la burguesía, desde la apertura de la situación revolucionaria en Brasil con la Huelga General en marzo de 1989.Esta huelga general que paralizó por completo el gobierno Sarney liquidándolo políticamente, colocó al PT, y por lo tanto su dirección, frente a su a su destino.
La caída del Muro de Berlín, al final de ese año, liquidó las veleidades «socialistas» de arribistas y burócratas que se arrojaron directamente a los brazos del imperialismo. Las relaciones establecidas con los aparatos corruptos de los estalinistas y la socialdemócrata, la continuidad de la situación de dirigir sindicatos-semioficiales y semi-independientes (el proceso de destrucción de los sindicatos CLT no se completó, a pesar de la construcción de la CUT como Central Sindical Independiente) y, finalmente, los lazos estrechos establecidos con el Estado burgués, a través de los gobiernos municipales y estaduales, sin tener un programa marxista para guiar la acción, todo esto provocó los estragos que ya conocemos.La mayoría de la dirección del PT se pasó al programa del enemigo de clase.
La presencia del cónsul americano en calidad de invitado de la dirección del partido en el Primer Congreso del PT en 1991, era sólo el símbolo, el despliegue de la bandera, del paso de la mayoría de la dirección a la contrarrevolución. En realidad este símbolo demostró que ya existía la suficiente cohesión política en la «Articulación» (tendencia mayoritaria) como para «pagar» la relación con el imperialismo. Eso se expresó en las resoluciones del Congreso, especialmente el ataque contra Cuba, al exigir la realización de «elecciones directas» en la isla, sumándose a todas las voces reaccionarias del planeta. Y en la Resolución Política que se niega a luchar para derrocar a Collor e intenta asegurar que su gobierno dure hasta el 1994.
Después del Primer Congreso, durante meses, se libró una lucha silenciosa en el movimiento obrero cuyo núcleo fue la continuación de la discusión, sólo que ahora se daba en la calle, directamente.
Mientras que la dirección combatía y amenazaba a los «indisciplinados» el movimiento de masas se apoderó de la campaña «Fuera Collor» y obligó a todas las direcciones a maniobrar para ponerse a salvo del terremoto. Cuando la Regional de la CUT del Gran São Paulo convocó al 1º de mayo de 1992 bajo la bandera de Fuera Collor, la lucha se abrió paso en las calles, mostrando la fuerza de la revolución y la fragilidad del aparto de Lula. Mientras tanto, Lula y sus amigos convocó a un mitin en Sao Bernardino d Campo, en el histórico estadio de Vila Euclides, junto con la burguesía y el gobierno. Un acto que fracasó.
Con Lula, la burguesía, el gobierno, la iglesia y los empresarios, en SBC, con helicópteros lanzando banderas de Brasil, se reunieron alrededor de 7.000 personas. En Plaza de la SÉ, en Sao Paulo, bajo un cartel gigante que decía «Fuera Collor» se reunieron decenas de miles de manifestantes. No es casualidad que mayo fue atacado por batallones militares, en una provocación sin precedentes. Estaba en juego la estabilidad del régimen.
Pero la rueda de la historia es más fuerte que los aparatos y las masas salieron a las calles por millones y derrocaron a Collor antes de que hubiera pasado un año el Primer Congreso del PT.
Lula, Zé Dirceu, y sus compañeros maniobraron para ponerse a la cabeza de las manifestaciones y evitar que la caída de Collor abriera una crisis revolucionaria. Y por eso trataron de bloquear cualquier posibilidad de auto-organización popular. Mantener el movimiento dentro de los límites del marco de las instituciones y salvarlas, ese era su objetivo. Este fue el significado de la «Comisión Nacional de Ética en la Política» que Lula dirigió para enmarcar el movimiento de masas que amenazaba a las instituciones.
Y el peso del aparato de Lula causó estragos. La colaboración de clases practicada por los dirigentes siempre provoca la división de la clase obrera, y ante la ausencia de una organización fuerte capaz de romper esta barrera, paraliza el movimiento. Lula puede sacar a las masas de las calle. De hecho, es Lula quien le da la posesión a Itamar, el vice de Collor, y trata de darle «gobernabilidad» hasta 1994 para estabilizar las instituciones. El «fraude democrático» estaba sellado. El pueblo derrocó al gobierno (luchando contra una política) y Lula da el poder al mismo gobierno (la misma política) y además le dice al pueblo que deben apoyarlo.
El hecho de que el pueblo trabajador, durante la campaña de Fuera Collor, y después, se reconozca en Lula y que las últimas manifestaciones de millones le aclamaran, y que las banderas del Partido llenaran los espacios, esto no está en absoluto en contradicción con el hecho de que la dirección del partido no fue un instrumento nacional de lucha para derrocar a Collor, sino más bien un obstáculo a superar. El que la base del partido mayoritario en la clase obrera se ha movilizado con las banderas en la mano, en contra de la dirección solamente muestra que el control del aparato era frágil, que había un enorme terreno para la independencia de clase y que era posible el desbordamiento de la dirección.
Lo que no está en contradicción con el hecho de que frente a los acontecimientos revolucionarios de la situación las masas vayan a usar a este partido como un instrumento, en la primera fase de los combates. Esta es una regla general de las revoluciones: en la primera fase las masas se dirigen a sus organizaciones tradicionales. Eso puede suceder, y ya ha sucedido con Partidos Comunistas o Partidos Socialistas, sin que cambie el hecho de que las direcciones de estos partidos ya hace mucho que adoptaron políticas abiertamente capitalistas.
La cantidad se convierte en calidad
El PT, como partido obrero independiente, en el sentido de una organización obrera centrista que se desarrolla hacia la revolución, este partido estaba muerto al garantizar, de la mano de Lula, la toma de posesión de Itamar, y sin que haya habido reacciones fuertes en su interior .El paso de la mayor parte de su dirección a la defensa de la colaboración de clases y el apoyo al capitalismo y el control que esta dirección mantiene sobre la mayoría del partido lo condenó a muerte como partido obrero independiente. Las ilusiones de muchos militantes en el sentido de que la base se impondría contra la dirección en ls Encuentros Nacionales serán de forma rápida y dolorosamente desmanteladas.
Las derrotas de la dirección en los episodios de la definición del PT como un «partido sin patrones», o del boicot al Colegio Electoral de la dictadura y la posterior expulsión de los diputados que rompieron la decisión, estas victorias contra la base dirección no se repetirían. Esas derrotas de la dirección ocurrieron temprano en la vida del partido cuando la dirección todavía no estaba organizada como una corriente política coherente y centralizada. En todas ellas el papel de los trabajadores metalúrgicos y petroleros que han impuesto esas derrotas a Lula y otros, han dado un impulso importante a la lucha de los trotskistas y otros grupos independientes. El debilitamiento posterior del trotskismo (por su propia responsabilidad) tendría consecuencias directas en el aumento de la capacidad de la dirección de controlar y domesticar al partido.
Pero en este punto, incluso la posibilidad de una rebelión de las bases que estableciera una mayoría de delegados que se oponen a la dirección del partido, no sería más que un preludio a la división del partido, ya que los programas irreconciliables, el programa de independencia de clase y el programa del imperialismo, no pueden coexistir bajo el mismo techo por mucho tiempo, especialmente en una situación revolucionaria en aceleración. La línea política siempre domina a la organización, y el PT es una organización transitoria. La única posibilidad de convivencia es que la izquierda se conforme al papel de «oposición de Su Majestad» o que no represente una amenaza al control de la dirección.
¿Cuáles son las formas y medios a utilizar para avanzar?
Por lo tanto, para aquellos que aspiran a construir el partido obrero revolucionario se trataba de encontrar una nueva forma de avanzar en la construcción de una corriente marxista capaz de dar un paso adelante hacia el partido revolucionario.
Pero la lucha dentro del partido no había terminado. La guerra empezó y las fuerzas se preparaban para la batalla. Toda precipitación, al estilo del PSTU o el PSOL, significaba abandonar la batalla por los cuadros organizadores de la clase y las masas trabajadoras que el PT todavía encuadra y que le reconocen como «su» partido.
La lucha por la construcción de un partido marxista es una lucha, que hoy, sólo puede desarrollarse dentro y a través del PT. Para trabajar activamente en este sentido el primer paso debe ser el fortalecimiento y la unidad de los trotskistas y la unidad de aquellos que los que comparten esta comprensión. Pero, sobre todo, es una lucha política programática contra la política de colaboración de clases de la dirección, que se expresa en la lucha por movilizar para ganar las reivindicaciones y en las táctica de exigir que Lula rompa con la burguesía. Al mismo tiempo que combatimos en la línea del frente único, la tarea de los revolucionarios es construir la dirección revolucionaria.
Esta es la forma de prepararse para el futuro. La batalla por el partido es la batalla por el programa. La línea política en la que seguimos esta lucha es la línea de la búsqueda constante por agrupar militantes y corrientes progresistas bajo la bandera de la independencia de clase en dirección al Programa de Transición. En otras palabras, agrupadas temporalmente, pero siempre luchando bajo las banderas del marxismo. Ningún acuerdo de Frente Único nos puede llevar a ocultar o tergiversar nuestro programa completo. Mantenemos nuestra total independencia y agitación política en todas las circunstancias durante los acuerdos de Frente Único. La búsqueda y el establecimiento de formas transitorias continuará hasta la concreción de la posibilidad de construir un Partido Revolucionario de los Trabajadores, sección de la Internacional marxista.
Lo primero a reafirmar es que en la lucha por ganar a las organizaciones o corrientes independientes que surgen en el fuego de la lucha de clases es necesario presentar de manera clara y abiertamente la lucha por el programa marxista. Hay que tener confianza en el marxismo para ganar a las masas trabajadoras.
Consideraciones generales
Habiendo establecido, en un momento dado, que ya no era posible ganar el partido, es decir, a su mayoría, era necesario entonces haber establecido nuevas tácticas que correspondieran al objetivo de, bajo la bandera de la independencia de clase y el marxismo, seguir avanzando.
Cuando el partido invirtió claramente su curso había que determinar las tácticas para separar el trigo de la paja y preparar para continuar la caminata (sin correr o acelerar, siguiendo el ritmo de la lucha de clases).Cuando el partido se convierte en el principal factor de sustentación del estado burgués es necesario definir los medios y formas para reunir a los sectores que se pronuncian por la independencia de clase para enfrentarse a esta política. Estas condiciones requieren la lucha por el establecimiento de una corriente marxista abierta. Esta es la vocación de Lucha de Clases. Esta es la vocación de la Izquierda Marxista.
Luchando contra las presiones de adaptación al aparato era necesario tener cuidado de no incurrir en el error opuesto, simétrica, es decir, romper con el PT dejando a los trabajadores en manos del aparato. La tarea actual consiste en encontrar los medios y las formas para plantear la cuestión de la transición, de la aproximación de corrientes y militantes, a nivel nacional e internacional.