Juan Rojas y Antonio Balmer son militantes de la Workers International League en California y participantes activos del movimiento Ocupa. Ambos estuvieron presentes en las movilizaciones en San Francisco y en Oakland que culminaron en el llamado a una huelga general del 2 de noviembre de 2011. Éste es su testimonio.
El 25 de octubre de 2011, la gente se enfrentaron en las calles a cientos de policías antimotines que lanzaban granadas antidisturbios. Se alzaron nubes de gas lacrimógeno mientras los manifestantes huían de las balas de goma de la policía. La escena que hemos descrito no se produjo en las calles de Túnez, El Cairo, o en Homs, sino en las calles de Oakland, California, en los Estados Unidos. En ese martes, la policía había desalojado forzosamente la expresión local del movimiento de ocupación en la plaza de Oscar Grant, así renombrada tras el asesinato policial de Oscar Grant en la víspera de Año Nuevo de 2009 en la ciudad de Oakland.
A las 3 de la mañana, la policía entró en el campamento de Ocupa Oakland con una fuerza abrumadora para desmantelarlo. Con gases lacrimógenos, granadas antidisturbios, y balas de goma, arrancaron y destrozaron las carpas y los carteles que habían puesto los manifestantes. Un centenar de manifestantes fueron detenidos mientras la policía rodeaba la plaza con barricadas de metal. Ocupa Oakland se había acabado, ¡o así lo pensaron las autoridades!
A las 4 de la tarde, unos 2.000 manifestantes se reunieron para una marcha en contra del uso de fuerza excesiva por parte de la policía y para reconquistar la plaza que con razón consideraban que les pertenecía. Esta fue una marcha para reafirmar el derecho a la libre expresión de las protestas y para continuar con la ocupación. Mientras los manifestantes marchaban por el centro de Oakland, muchos más se les unieron, haciendo que creciera el tamaño de la protesta. A las 7:30, la marcha había regresado a la plaza. Los manifestantes inundaron la intersección adyacente a la plaza. Filas de policías antidisturbios de varias agencias de la región se formaron frente a los manifestantes y declararon que la asamblea era ilegal y que utilizarían agentes químicos contra los manifestantes si no se dispersaban. A pesar de que había poca agresión física de parte de los manifestantes, pronto se encontraron con una serie de explosiones de granadas de flash y balas de goma seguidos por varias rondas de gas lacrimógeno. Toda la
calle era una reminiscencia de las escenas que los estadounidenses habían visto en la televisión de la represión de las protestas que ha ocurrido en muchos países del Oriente Medio.
Los manifestantes no estaban destrozando escaparates ni las ventanas de los autos, ni directamente atacando a la policía que había acordonado la plaza. Antes del ataque de la policía, la marcha había sido totalmente pacífica. La policía lanzó sus granadas contra una marcha compuesta de diversos grupos de personas incluyendo a jóvenes, ancianos, y al menos un manifestante en una silla de ruedas. Uno de los que participan en la manifestación era Scott Olsen, un veterano de dos giras en la guerra de Irak. Por haberse atrevido a hacer valer sus derechos a la libertad de expresión y de reunión, garantizados en la Constitución que arriesgó su vida para defender, el ex marine fue golpeado directamente en la cabeza por una lata de gas lacrimógeno. Cuando unos manifestantes trataron de proporcionarle asistencia médica, la policía disparó una granada de aturdimiento directamente hacia ellos, lo que impidió que obtuviera la atención que necesitaba. Más tarde fue trasladado al hospital con una fractura del cráneo y daños cerebrales y permanece en estado delicado. Las escaramuzas con la policía se prolongaron toda la noche hasta las primeras horas de la madrugada. Al día siguiente, los enfrentamientos con la policía continuaron.
Después de estos episodios de enfrentamiento, la respuesta del público en general fue de indignación. Funcionarios de la ciudad, entre ellos el jefe de la policía, dieron una conferencia de prensa para explicar por qué se utilizó fuerza excesiva contra manifestantes pacíficos. La protesta pública era tan aguda que la alcalde Demócrata de la ciudad de Oakland, que era resonsable última del desalojo forzoso en primer lugar, se vio obligada a abrir de nuevo la plaza a los ocupantes.
Este tipo de ataques también han sido utilizados contra los ocupantes en Atlanta, Portland y Denver. Había también preparaciones para desalojar a los manifestantes en San Francisco en la Plaza Justin Herman, pero se logró pararlos por el apoyo masivo de simpatizantes que acudieron para evitar el desalojo. Del mismo modo, se impedió la “limpieza” forzosa del campamento en el Parque Zuccotti de Nueva York por las concentraciones de masas de manifestantes, entre ellos muchos trabajadores convocados por los sindicatos.
Cuando los manifestantes volvieron a ocupar la Plaza Oscar Grant, se celebró una Asamblea General en el que se votó por un 96% a favor la convocatoria de un día de acción y huelga general en toda la ciudad para el 2 de noviembre. Desde entonces, la policía ha mantenido una presencia mínima en la plaza, mientras que los manifestantes han organizado las preparaciones de la huelga.
Estos hechos han dado lugar a un paso gigante en la conciencia de los ocupantes, así como del público en general. Lo que ocurrió en Oakland ha demostrado que la gente está comprometida con el movimiento y están dispuestos a luchar por lo que es suyo. Además, se ha demostrado por la convocatoria de la huelga general que los manifestantes han adquirido un mayor nivel de conciencia de clase. Ya no es simplemente el importante reconocimiento de que el 99% son controlados por el 1%, sino además que nosotros, la mayoría, realmente podemos parar el funcionamiento normal de la sociedad si dejamos de trabajar.
El éxito de la huelga general dependía del nivel de participación de los trabajadores sindicalizados, que en este momento es la máxima expresión del proletariado organizado en los Estados Unidos. Los sindicatos tenían la obligación de llevar al resto de la clase hacia adelante. Hubo varias declaraciones de apoyo de varios sindicatos como la UAW, AFSCME, la Asociación de Enfermeras de California, UNITE HERE, el sindicato de maestros Asociación de Educación de Oakland, y los batallones pesados del sindicato de estibadores portuarios ILWU Local 10. El sindicato más grande en el condado de Alameda, SEIU Local 1021, aprobó la huelga y pidió a sus miembros que participaran. El Consejo Central del Trabajo de Alameda, que agrupa a todos los sindicatos del condado, manifestó su apoyo a las acciones del 2 de noviembre, pero se abstuvo de referirse específicamente a la cuestión de una huelga general en su declaración oficial:
“Los sindicatos del Condado de Alameda están en solidaridad con Ocupa Oakland y el 99%, y apoyamos plenamente el día de acción del 2 de noviembre convocada por la Asamblea General de Ocupa Oakland. Aconsejamos a los sindicatos y a sus afiliados a participar y llamar la atención sobre la necesidad de buenos puestos de trabajo, las prácticas éticas de la banca, servicios públicos de calidad, y un sistema donde todo el mundo, incluyendo a los ricos y las corporaciones, pague la parte que les corresponde.”
Esto demuestró vacilación por parte de la dirección del sindicato hacia la convocatoria de la huelga general. En Madison, Wisconsin, en el punto álgido de la lucha contra el gobernador Walker, la Federación del Trabajo del Centro Sur emitió una declaración general de apoyo a una huelga general si se llegaba a convocar. Pero no se fijó fecha y no se hicieron las preparaciones necesarias, y se perdió una gran oportunidad para cambiar el curso de la lucha de clases en este país. Desafortunadamente, en la región de la Bahía, la mayoría de los dirigentes sindicales no organizaron activamente la movilización de sus miembros en cada sitio de trabajo para preparar realmente un paro total de labores en la ciudad, a pesar de que había una fecha establecida clara y un amplio apoyo público.
Sin embargo, en el contexto de los Estados Unidos, el hecho de que se haya planteado una huelga general en dos luchas importantes en los últimos pocos meses marca una nueva e importante etapa de la conciencia de clase y la lucha de clases.
Tras preparaciones frenéticas, el 2 de noviembre llegó a ser una de las más grandes manifestaciones que ha ocurrido en Oakland en los últimos años, con diferentes sectores de la clase obrera marchando juntos para que sus demandas fueran escuchadas, logrando exitosamente el paro de labores de uno de los puertos mas importantes de EE.UU., el de Oakland.
Fue una clara demostración de lo que la clase trabajadora norteamericana es capaz de alcanzar. Sin embargo, los medios de comunicación mostraron muy poco interés al informar sobre el alcance de la manifestación. En lugar de ello, se limitaron a informar sobre la realización de graffitis, la destrucción de ventanas y los enfrentamientos con la policía, acontecimientos que únicamente involucraron a una pequeña minoría de los manifestantes, un pequeño grupo que actúo por cuenta propia y al margen del movimiento en general. Esto es un flagrante intento de satanizar el movimiento y presentar una imagen violenta del mismo, como un movimiento dirigido por anarquistas y rufianes.
La manifestación paralizó la economía del centro de la ciudad, detuvo las operaciones del Puerto de Oakland, y movilizó en las calles unas 30.000 personas. Esta experiencia ha afectado profundamente la vida de cientos de miles de trabajadores y jóvenes que viven en el área de San Francisco, desde las discusiones en todos los campus de las universidades, centros de trabajo, agrupaciones sindicales y campamentos de ocupación; hasta la cobertura de los medios de comunicación y la reacción de los funcionarios públicos a todos los niveles de gobierno.
Desde muy temprano esa mañana, el campamento estaba lleno del frenesí de la actividad. En la medida que más personas comenzaron a llegar, los manifestantes empezaron la reunión en el anfiteatro de la plaza. Algunas pancartas tenían escritas consignas como “muerte al capitalismo”, “ocupar todo”, y por supuesto la consigna de “huelga general”.
Al mediodía, varias marchas se desarrollaron en el centro de Oakland. Una gran marcha compuesta principalmente de estudiantes, con un gran contingente de universitarios del Laney College, avanzó hacia el centro de la ciudad. Otra marcha se abrió paso hasta la calle Franklin en dirección a los bancos en Lakeside. Además, otra marcha se dirigió hacia el edificio de la gobernación Estado. Parecía que para la primera mitad del día las marchas salían de todas partes, muchas personas se integraron a las diversas movilizaciones y los contingentes se unieron a la manifestación principal en la calle 14 y Broadway. El ambiente era nada menos que electrizante.
Como reflejo de los diferentes elementos que han surgido y desempeñado un papel en el movimiento de ocupación desde el principio, todos los matices de activistas políticos estaban presentes, aunque la gran mayoría de la manifestación estaba compuesta por trabajadores y jóvenes que probablemente nunca habían sentido la necesidad de participar en este tipo de movimientos políticos hasta ahora. También estuvieron presentes un gran número de sindicalistas como fueron los Teamsters Local 70, SEIU Local 1021, los estibadores del Local 10 del ILWU, UNITE-HERE, la Asociación de Enfermeras de California, la Asociación de Maestros de California, la Asociación de Educación de Oakland (OEA), y el sindicato metalúrgico UAW, entre muchos otros, cada uno de ellos con sus respectivas banderas sindicales. Había muchos manifestantes llevando la típica pancarta en apoyo al 99%, pero también había muchos con pancartas mostrando consignas con un claro carácter de clase.
Alrededor de las 15:30, la gente que portaba los megáfonos realizó recorridos a través de la plaza y el crucero de reunión llamando a todo el mundo a dirigirse al Puerto de Oakland. Como respuesta al llamado de huelga general, ese día, muchos trabajadores del puerto no se presentaron a sus turnos, pero el puerto aun permanecía abierto. La intención de esta marcha fue paralizar por completo las actividades del puerto durante el turno de la noche. Un gran contingente de la OEA se integró con los manifestantes a la marcha gritando las consignas “nosotros somos el 99%”, “nosotros educamos al 99%”. Después, la marcha se dirigió hasta la calle 14 en dirección hacia el puerto. Mientras la marcha avanzaba por las calles, la gente salía de sus casas mostrando su apoyo. Todos los negocios en el centro de la ciudad y a lo largo del trayecto seguido por la movilización, cerraron durante ese día, desde las pequeñas tiendas hasta los grandes bancos y cadenas comerciales como Walgreens, Subway, McDonalds, KFC y muchos otros.
Cuando la marcha pasó por debajo de las pistas de BART, los conductores de tren hicieron sonar sus bocinas en señal de solidaridad con el movimiento. Por todas partes se dieron muestras de apoyo al movimiento. Cuando la marcha llegó al puerto, se instalaron los piquetes de huelga de varios cientos de personas en cada punto de entrada. Se llevó a cabo la ocupación mediante el método de asamblea general utilizando “micrófonos humanos” para comunicar los puntos de vista de los participantes. Esta acción logró el paro de labores del puerto durante dos turnos enteros. Una larga fila de camiones de carga se quedó esperando con los brazos cruzados mientras el puerto permaneció cerrado, inclusive, se contó con la participación de algunos conductores, que movieron sus camiones para bloquear la carretera que conduce hacia el puerto. Manifestantes eufóricos por el apoyo se montaron encima de los camiones como señal de celebración. Un manifestante gritó: “este es un día histórico”, “les hemos demostrado el poder que tenemos”. A lo largo de la marcha para la ocupación del puerto no se presentó ni un solo incidente de violencia. Los elementos policiales se mantuvieron casi completamente ausentes, lo cual fue un contraste con lo que había ocurrido una semana antes.
Al regresar al campamento de ocupación, había un ambiente de carnaval. Algunas personas tocaban música, mientras que otros participaban en las discusiones sobre el alcance del movimiento y cómo se podría mantener. Otros esperaban, formados en fila, para disfrutar de la comida que fue proporcionada por el campamento de ocupación y el Consejo Central Obrero de Alameda . Aunque la ciudad no estaba paralizada al 100%, todos sentían que el movimiento había alcanzado el objetivo que se había propuesto.
Sin embargo, el día no transcurrió por completo sin ningún incidente. Por la mañana, la palabra “huelga” fue pintada mediante graffitis en un supermercado de la cadena Whole Foods. Además, las ventanas del Bank of America y otros bancos fueron destrozadas y pintarrajeadas con aerosol. Acciones similares a las antes mencionadas continuaron una vez concluido el exitoso cierre del puerto. A las 23:00, un pequeño grupo caminó alrededor del campo de ocupación gritando que estaban a punto de tomar un edificio.
El edificio en cuestión está localizado a una manzana del propio campamento. La intención original de ocupar dicho edificio abandonado era convertirlo en un centro comunitario para el movimiento de ocupación. Sin embargo, una vez que se llevó a cabo la ocupación del edificio, el lugar fue objeto de vandalismo. Eso sirvió de excusa para una nueva intervención violenta de la policía con gases lacrimogenos, granadas de concusión y arrestos indiscriminados. Los enfrentamientos con la policía se prolongaron hasta las 4 de la madrugada. Al final de la noche, más de 100 personas habían sido detenidas. Muchos otros fueron atacados con gases lacrimógenos y, además, la policía disparó con balas de goma. Acciones inclusive ejecutadas en contra de manifestantes que no estaban involucrados en la ocupación del edificio o en los actos de vandalismo.
El llamado a una huelga general movilizó a mucha gente que apoya el movimiento de ocupación. Estudiantes, sindicalistas y obreros de diversos sectores de la clase trabajadora salieron a las calles ese día para hacer oír su voz. Sin embargo, debemos reconocer que lo que ocurrió ese día en Oakland no fue realmente una huelga general como tal, pero representa una significativa manifestación de fuerza por parte de la clase obrera, y fue probablemente la más grande movilización que se ha realizado en Oakland desde la marcha del movimiento de los trabajadores inmigrantes del 1° de mayo de 2006. La manifestación en Oakland ha despertado la conciencia de clase de muchos trabajadores. Se le ha dado un rostro y un carácter de masas con la consigna: “Somos el 99%”. Ha quedado demostrado que los jóvenes y trabajadores que han soportado las constantes embestidas del sistema capitalista y la clase burguesa, tienen el coraje y la fuerza para comenzar a luchar en contra de los opresores. Es un sentimiento que es muy significativo dentro de la clase trabajadora en Oakland y el área de la Bahía.
El cierre del puerto de Oakland ha sido un acontecimiento histórico porque la unidad del proletariado ha dado una pequeña muestra de la fuerza que puede alcanzar en defensa de sus intereses. Ese día, los manifestantes fueron capaces de paralizar las embarcaciones y el transporte del quinto puerto comercial mas importante en los EE.UU., causando perdidas de millones de dólares para los bolsillos de los capitalistas. Sin embargo, el golpe hubiera sido más contundente si los trabajadores del puerto se hubieran organizado y actuado en coordinación con los manifestantes para cerrar el puerto. Eso hubiera servido como un ejemplo a seguir aún más poderoso para los trabajadores del área de la Bahía y el resto de la clase trabajadora norteamericana.
Aunque la manifestación contó con declaraciones de apoyo por parte de los dirigentes de muchos sindicatos, e inclusive algunos llamaron a las bases a participar en el movimiento, los líderes sindicales no estaban preparados y tampoco dispuestos a organizar una auténtica y completa huelga general. La amplia participación de los trabajadores de base miembros de diversos sindicatos, demostró que los dirigentes fueron sometidos a la presión de sus propios militantes para por lo menos apoyar el movimiento. Si el llamado hubiera sido tomado con más seriedad por parte de los dirigentes sindicales, el movimiento habría tenido efectos mucho más contundentes.
Durante el transcurso de las asambleas generales del campamento de Oakland en los días siguientes, los temas fundamentales sometidos a discusión fueron las cuestiones de la violencia y el vandalismo. Aunque no se ha definido una postura clara, es cierto que se ha creado una división entre los ocupantes. Como marxistas, somos conscientes de que los pequeños actos de vandalismo y la llamada “acción directa” no ayudan a promover la causa de la clase obrera, sino más bien, sirven para proporcionar una excusa para que la policía, los medios de comunicación y las autoridades de la ciudad ataquen al movimiento. A pesar del ataque de la policía en contra de los manifestantes aquella noche, no han tenido éxito en su intento de la dispersar el campamento de ocupación. Esto no representa un acto de fuerza por parte de la policía y autoridades de la ciudad, sino más bien una debilidad. Debemos aprovechar esta debilidad para organizar de mejor manera nuestro movimiento y promover acciones masivas más contundentes con una clara orientación hacia las organizaciones de masas de la clase obrera en este país: los sindicatos.
Como hemos explicado el movimiento obrero organizado tiene la capacidad de movilizar en las calles a millones de trabajadores sindicalizados y no sindicalizados. Los acontecimientos en Oakland deben servir para impulsar un trabajo mejor organizado. También puede servir como un paso importante para que los sindicatos rompan relaciones con el Partido Demócrata, el cual únicamente representa los intereses del 1%, y además ser la inspiración para que el proletariado construya su propio partido político de masas. El movimiento aún se encuentra en su etapa inicial. Como marxistas, vamos a seguir participando, fortaleciendo y ayudando a desarrollar el movimiento, al mismo tiempo que defendemos la necesidad de la transformación socialista de la sociedad y la necesidad de crear un partido obrero de masas que represente las necesidades y aspiraciones de la clase obrera.