Durante un siglo, la clase dominante ha producido cantidades industriales de mentiras y distorsiones sobre Lenin, el líder del Partido Bolchevique y de la Revolución de Octubre de 1917. Este artículo arroja un halo de luz sobre la vida de este gigante revolucionario. Cubriendo los años formativos de la vida de Lenin, Rob Sewell ofrece un retrato de Lenin en su juventud: desde sus años de niñez hasta su realización como revolucionario, la fundación de Iskra hasta la víspera del segundo congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, del que empezaría a emerger la facción bolchevique.
Cuando llegué a conocer mejor a Lenin, aprecié sin embargo otro aspecto de él, el cual no es inmediatamente evidente su asombrosa vitalidad. En él la vida está en constante ebullición y efervescencia. Hoy mientras escribo estas líneas, Lenin ya tiene cincuenta años, sin embargo, todavía es un hombre joven, el tono completo de su vida es juvenil (Anatoli Lunacharski, Siluetas revolucionarias, 1923).
Apenas cabe sentir compasión por Lenin, el político. Fue un polemista implacable, un terrorista despiadado y un defensor impenitente de prácticamente todo lo hecho por él y su partido (Robert Service, Lenin: A Political Life, Vol. 3, The Iron Ring, 1995).
Al decir la verdad sobre Lenin, uno se enfrenta inmediatamente con el mismo problema al que se enfrentó Thomas Carlyle al escribir la biografía de Oliver Cromwell. Carlyle dijo que antes de poder comenzar esta tarea, tuvo que sacar a Cromwell “de debajo de una montaña de perros muertos, una enorme montón de calumnias y olvido”. Lenin también ha sido enterrado bajo una montaña, no solo de las mentiras y calumnias de los historiadores burgueses, sino también de las distorsiones y hagiografías estalinistas.
Como Trotsky explicó correctamente de este último:
Hoy, los epígonos pintan a Lenin, en sus obras, como los pintores de iconos de Suzdal acostumbran, a representar a los santos y a Cristo: donde quieren trazar una imagen ideal, resulta una caricatura. Por mucho que los pintores de santos se esfuerzan en remontarse sobre su propia mediocridad, acaban vertiendo sobre la tablilla —pues no pueden por menos— el espíritu de que disponen, y lo que nos ofrecen, al fin y al cabo, es su propio retrato, un tanto embellecido. Y como la autoridad de los epígonos descansa, pura y exclusivamente, en el anatema fulminado contra los que pongan en duda su infalibilidad, resulta que el Lenin con que nos encontramos en sus obras no es aquel estratega revolucionario que sabía orientarse de un modo genial a la vista de cada situación, sino una especie de aparato automático que, apretándole un botón, echaba soluciones infalibles para todos los problemas
Trotsky concluyó:
Los epígonos actuales exigen que Lenin sea reconocido como infalible para extender más fácilmente el mismo dogma a ellos mismos.
Una muestra típica de esta literatura describe como ‘el genio radiante del gran maestro del pueblo trabajador de todo el mundo, V.I. Lenin, alumbra el camino de la humanidad en su avance hacia el Comunismo’. Estas citas podrían repetirse ad infinitum.
Por tales medios crearon el culto a Lenin, como a su vez crearon el culto a Stalin. Tal punto de vista representa una completa falsificación y caricaturización de Lenin. Sin duda era un genio, con muchas grandes cualidades, pero también era un ser humano que cometía errores, aunque muchos menos que la mayoría, y que no temía admitirlos y aprender de ellos. Dominó verdaderamente el marxismo, como pocos lo lograron, no como dogma sino como guía para la acción.
Estos cultos estalinistas a la personalidad habrían sido totalmente ajenos a Lenin, que odiaba tales demostraciones grandiosas y pomposas de “lealtad”. La esposa y camarada de Lenin, Krupskaya, comentó que él siempre hablaba despectivamente de los íconos: “bueno, él ya es un ícono”. Esto hace que sea aún más grotesco que los estalinistas convirtieran su propio cuerpo embalsamado en un icono, a pesar de las objeciones de su viuda.
Con la caída del estalinismo, muchos de estos “adoradores” de Lenin abandonaron inmediatamente sus puntos de vista anteriores y abrazaron por completo los prejuicios de los historiadores y calumniadores burgueses. Siguiendo servilmente a sus nuevos amos, se unieron a la sucia campaña contra Lenin, el bolchevismo y el socialismo.
Como sabemos, muchos historiadores burgueses han construido su reputación personal y considerables ingresos atacando el nombre de Lenin. Los trabajos de escritorzuelos como Pipes, Service y Figes están salpicados de falsedades, distorsiones e insinuaciones, con la intención de engañar al lector ingenuo.
El presente artículo pretende desvelar al auténtico Lenin, comenzando por su juventud. Con suerte, esto proporcionará una mejor comprensión de él como el defensor y continuador de Marx y Engels tras sus muertes. Esperamos además que sirva para animar al lector a estudiar los escritos de Lenin, como la forma genuina de entenderlo a él y sus ideas.
La extraordinaria vida del hombre nacido Vladimir Ilyich Ulyanov cubre el período de 1870 a 1924. La vida política revolucionaria de Lenin comenzó a principios de la última década del siglo XIX y se extendió por más de treinta años.
Su vida puede considerarse un excelente ejemplo de la concepción marxista del papel del individuo en la historia. De acuerdo con la visión burguesa, el curso de la historia está determinado por la intervención de grandes hombres en una serie de eventos que de otro modo serían completamente accidentales. Los marxistas, por el contrario, identifican leyes generales que operan y determinan la dirección general de la sociedad humana bajo este mar de accidentes. El propio Lenin luchó por el cambio revolucionario durante más de tres décadas antes de que la Revolución Rusa diera su golpe victorioso en 1917. Este último no fue el resultado de la voluntad personal o los poderes de persuasión de Lenin, sino del callejón sin salida del zarismo y el desarrollo de la incipiente clase obrera rusa.
Sin embargo, bajo ciertas circunstancias, como las que se desarrollaron en Rusia e internacionalmente en 1917, las acciones de una sola persona pueden jugar un papel decisivo, e incluso pueden cambiar el curso de la historia. Sin Lenin no habría habido bolchevismo ni Revolución de Octubre exitosa.
- Un tiempo de gran agitación
El período de la vida temprana de Lenin fue una época de gran agitación en Rusia. Esta atrasada “cárcel de las naciones”, como él la describiría más tarde, estaba experimentando profundos cambios. La servidumbre había sido abolida en 1861, pero esto no condujo a la emancipación de los campesinos (conocidos como “mujiks”). Lejos de eso, en cambio, los campesinos tenían que comprar o alquilar parcelas de tierra a los terratenientes, lo que marcó una transición de una sujeción feudal a una económica, por la cual el campesinado fue aplastado y cargado con enormes deudas. En realidad, habían cambiado una forma de esclavitud por otra. El poder de los terratenientes y de la Iglesia se mantuvo como antes, ambos baluartes de la autocracia, con el Zar a la cabeza. Esta fue una forma de despotismo asiático que le dio al mundo “maravillas” como el “pogrom” y el “knut”: un látigo pesado, similar a un flagelo, que se usa para azotar a las víctimas.
Rusia no había experimentado una revolución burguesa como la que había barrido los vestigios del feudalismo en Occidente. La burguesía rusa había entrado en escena tarde. Como resultado, eran bastante débiles y simplemente se aferraron a los faldones de los terratenientes, los capitalistas extranjeros y la vieja autocracia. Como tales, fueron incapaces de dar liderazgo al campesinado sobrecargado y oprimido. Los efectos sociales de este desarrollo tardío se sintieron profundamente entre la intelectualidad. Acorralados y sofocados por el régimen zarista, estos últimos se encontraban en un estado de agitación y fermento. La juventud de este estrato social, y en particular la juventud estudiantil, se convirtió en un imán de las ideas revolucionarias. El escritor político y socialista Nikolai Chernyshevsky, que condenó la llamada “emancipación” de los siervos como un robo, y que fue objeto de escarnio y condenado por el régimen a trabajos forzados, se convirtió en un símbolo de resistencia y una inspiración para toda una generación de juventud revolucionaria en Rusia.
El libro de Chernyshevsky ¿Qué hacer? ciertamente influenció al joven Vladimir Ilich, como influyó a tantos otros jóvenes. De hecho, leyó la novela cinco veces en un verano. “Me transformó por completo”, le dijo a Nikolai Valentinov, con quien compartió alojamiento en 1904. “Este es un libro que lo cambia a uno para toda la vida”.
El padre de Vladimir Ilyich, Ilya Nikolaevich Ulyanov, era inspector de escuelas públicas en la región de Simbirsk, un funcionario del gobierno de cierta categoría. Aunque era un miembro devoto de la iglesia ortodoxa rusa, mantuvo una perspectiva progresista. Como resultado de su diligencia, fue ascendido al cargo de Director de Escuelas, e incluso fue elevado al rango de noble hereditario con el título de “Consejero Oficial de Estado”. La madre de Lenin, Anna Elizarova, provenía de un entorno bastante acomodado. Su padre había sido médico y propietario de una finca, en la que la familia Ulyanov pasó más tarde sus vacaciones de verano. Hablaba ruso, alemán y francés con fluidez, y era muy leída. Aunque no era rica, la familia ciertamente gozaba de comodidad.
Ilya Nikolaevich y Anna Elizarova tuvieron seis hijos sobrevivientes en total, la primera fue Anna, que nació en 1864. El hijo mayor fue Alexander, o Sasha, como se le conocía cariñosamente, y se convirtió en el orgullo y la alegría de toda la familia. Luego estaban los otros hermanos: Vladimir Ilich, Olga, Dimitri y Maria. “Éramos una familia amistosa y muy unida”, dijo una de las hermanas de Lenin. Como buenos padres, Ilya y Anna centraron su atención en la educación y las perspectivas de futuro de sus hijos. En casa, los domingos por la tarde se leía en voz alta a Shakespeare, Goethe y Pushkin, entre otros escritores. El joven Lenin ciertamente tenía todas las ventajas de una educación decente y una vida familiar estable. En su perspectiva general, la familia Ulyanov podría considerarse típica de la intelectualidad rusa.
- Zemlya i Volya
“No podría comprenderse la suerte de la familia Ulianov,” escribió Trotsky, “sin haber aprehendido la lógica particular del movimiento revolucionario de la intelligentsia rusa y, al mismo tiempo, la lógica de su derrota”.
El fermento de estos años fue testigo de la creación de una nueva organización, Zemlya i Volya (Tierra y Libertad). Los “populistas”, como se les conocía, fueron un movimiento revolucionario de miles de jóvenes principalmente estudiantes educados. Con entusiasmo “fueron al pueblo”, tal como ellos lo entendían. Su objetivo era ilustrar a los campesinos de las aldeas y despertarlos contra la tiranía zarista, propugnando la idea de una especie de socialismo campesino. Creían que el capitalismo occidental era reaccionario y por lo tanto buscaron un camino diferente para Rusia. Su objetivo declarado era proporcionar una chispa que impulsara al campesinado a la acción revolucionaria. Trabajaron enérgicamente por un levantamiento campesino contra el viejo orden. Pero el campesinado, aunque descontento, estaba inmerso en el atraso. Permaneció impasible ante tal propaganda. De hecho, no solo reaccionarían con indiferencia, sino que muchas veces incluso reaccionarían con hostilidad, entregando a los jóvenes radicales a la policía. Como resultado, hubo arrestos generalizados y el movimiento “al pueblo” sufrió la derrota.
Dado el carácter represivo del régimen zarista, la organización clandestina era la única forma viable en la que podían existir agrupaciones revolucionarias. Cuando la revolución campesina no se materializó, la juventud recurrió al terrorismo individual para acelerar el cambio. Apuntaron a odiados jefes de policía, tiranos, torturadores y gendarmes para asesinarlos. El primer atentado contra la vida del zar Alejandro II había tenido lugar en abril de 1866. Aunque fracasó, dejó al régimen conmocionado y sembró el pánico en los círculos gobernantes. Pero el régimen pronto recuperó los nervios y volvió a la dura represión.
Dentro de Zemlya i Volya surgieron dos tendencias: por un lado, una tendencia que aglutinaba a los defensores del terrorismo individual y, por otro, a los que propugnaban la propaganda en el campo. La organización finalmente se dividió y los propagandistas crearon Chernyi Peredel (Redistribución negra), lo que significa que la tierra tenía que distribuirse equitativamente entre los “negros”, que en ruso denotaba las masas campesinas explotadas.
El ala terrorista dominante entró en escena como Narodnaya Volya (Voluntad del Pueblo). Sus partidarios eran conocidos como narodniki y el terror individual contra el estado era su credo. Su táctica era similar a la noción de Bakunin de la “propaganda por el hecho”. Participar abiertamente en la acción directa, suponían, levantaría el espíritu de lucha de la gente a modo de ejemplo. «La historia es demasiado lenta», dijo uno de sus dirigentes, Zhelyabov. «Debemos acelerarla». Lenin lo llamó “la teoría del desafío y del combate singular”, lo cual “causan solo de momento una sensación efímera y llevan a la larga incluso a la apatía, a la espera pasiva del desafío siguiente”.
“Así como en los días de antaño las batallas de los pueblos eran libradas por sus líderes en combate singular, ahora los terroristas conquistarán la libertad de Rusia en combate singular con la autocracia”, afirma un folleto narodnik.
En efecto, los métodos del terrorismo individual giraban en torno a un puñado de revolucionarios, del que las masas eran excluidas y consideradas meros espectadores. “El guerrero sustituye al apóstol”, comentó Trotsky. En 1878, la joven y valiente estudiante Vera Zasulich, que más tarde ayudaría a establecer la socialdemocracia rusa, disparó contra el general Trepov, gobernador de San Petersburgo, que recientemente había sometido a un prisionero a castigos corporales. Se llevó a cabo un juicio con mucha repercusión, pero Zasulich finalmente fue absuelta.
Después de doce años de intentos fallidos de asesinato, el 1 de marzo de 1881 (calendario antiguo), los narodniki finalmente lograron hacer estallar el carruaje imperial, matando al zar Alejandro II con otra bomba cuando salía del mismo. Pero este mismo éxito selló el destino de la organización terrorista. El pueblo no se levantó y el movimiento enfrentó una feroz represión. Cinco asesinos fueron ahorcados. Bajo los golpes de la reacción, la organización, compuesta por un grupo dedicado de menos de cincuenta, comenzó a desintegrarse, incapaz de reemplazar sus pérdidas con suficientes reclutamientos.
No faltaban, admitamos, muchachos y muchachas dispuestos a saltar por los aires con su bomba», escribió Trotsky. «Pero no se encontraba ya a nadie para unirlos y guiarlos. El partido se hundía. Por su naturaleza misma, el terrorismo consumía infinitamente más rápido las fuerzas que le había proporcionado el período de la propaganda, que las que necesitaba para formar otras nuevas. ‘Comemos nuestro capital, decía el líder de la Narodnaia Volia, Jeliabov. A decir verdad, el proceso de los regicidas despertó ecos ardientes en algunos corazones, entre la juventud. Si bien Petersburgo fue pronto depurado por la policía, continuaron aún formándose grupos de la Narodnaia Volia en diversos lugares de provincia, hasta 1885. Sin embargo, esto no llegó a convertirse en una segunda oleada de terror. Habiéndose quemado los dedos, la intelligentsia en masa retrocedió de un salto ante la hoguera revolucionaria.
Por supuesto, el joven Vladimir Ilich, que solo tenía once años en el momento del asesinato, ignoraba en gran medida este drama político en desarrollo. En este momento de su vida, estaba absorto en la lectura de literatura y en sus estudios.
- El hermano de Lenin
Después del asesinato, un nuevo zar, Alejandro III, asumió el trono. Las reformas dieron paso a las contrarreformas. Las universidades ahora fueron despojadas de su autonomía y el autogobierno local, los zemstvos, quedaron bajo el control de las autoridades centrales. Los pogromos antijudíos, el sello monstruoso del zarismo, se generalizaron. Pero en el curso de este tormentoso período, el ejemplo de la Voluntad del Pueblo primero atrajo y luego incorporó a sus filas al hermano mayor de Lenin, Alexander, que estaba estudiando ciencias en la universidad de San Petersburgo.
En marzo de 1887, decididos a hacer “propaganda por el hecho”, un grupo de jóvenes estudiantes revolucionarios tomó medidas para asesinar al nuevo zar. Las bombas de nitroglicerina fueron preparadas por el estudiante de química Alexander Ulyanov, que se había convertido en un miembro destacado del grupo. Para el hecho se eligió la fecha del 1 de marzo, coincidiendo con el sexto aniversario del asesinato del zar Alejandro II. Sin embargo, el complot fracasó y hubo arrestos generalizados.
En total, quince personas fueron llevadas a juicio acusadas de intentar asesinar al zar. La mayor parte de los acusados se enfrentaron a largas penas de prisión. Sin embargo, Alexander, considerado el principal conspirador, fue declarado culpable y condenado a muerte. El 8 de mayo de 1887, fue sacado de su celda y ahorcado junto con otros cuatro en el patio de la Fortaleza de San Pedro y San Pablo. Declaró, en nombre de sus compañeros, que no tenían miedo de morir, porque “no hay muerte más honrosa que la muerte por el bien común”. Su hermana, Anna, que nunca estuvo involucrada en el complot, también fue arrestada, pero fue liberada después de las ejecuciones. La madre de Alexander se enteró del destino de su hijo por un periódico que había comprado cuando iba a ver a su hija.
El sacrificio que el joven Alexander estuvo dispuesto a hacer es verdaderamente notable. Este joven, de solo veinte años, estaba dispuesto a dar su vida por la causa. El solo pensarlo te llena de humildad. ¡Qué coraje! ¡Qué dedicación! ¡Qué sacrificio!
Alexander había sido cauto de no involucrar a su hermano joven en la conspiración, ni siquiera de mencionárselo. Según Krupskaya, aún cuando los jóvenes compartían gustos, “la diferencia de edad probablemente se hizo sentir (…) porque Alexander Ilyich no le contaba todo a Vladimir». Entre los secretos que le ocultó a su hermano menor estaban sus actividades revolucionarias clandestinas. Sin embargo, «el destino de su hermano sin duda influyó profundamente en Vladimir Ilich». Nadie puede dudar de eso.
Vladimir Ilich tenía diecisiete años y todavía estaba en la escuela cuando el estado zarista ahorcó a su hermano. La tragedia, que se sumó a la muerte de su padre, a la edad de cincuenta y tres años, un año antes, lo conmovió hasta la médula. Ambas muertes, a su manera, produjeron profundos sentimientos en el joven Lenin, provocando una actitud crítica hacia la religión así como un odio al verdugo. Ciertamente eso debió haber profundizado sus simpatías por los narodniki y su preciada causa.
A pesar de las tragedias que sufrió el joven Ilich, destacó en la escuela en Simbirsk, siendo el primero de su clase. Tenía pasión por el latín y los clásicos, y se absorbía en los libros de la biblioteca de su abuelo. También era muy aficionado al ajedrez. Por un extraño capricho de la historia, el director de la escuela de Ilich era un hombre llamado Fedor Kerensky, el padre del futuro jefe del gobierno provisional en 1917, al que Lenin depuso. Fedor le dio a Vladimir Ilyich un informe brillante: “Muy dotado; consistentemente minucioso y regular en su asistencia”. Estas cualidades diligentes permanecieron con él por el resto de su vida.
Como resultado de sus logros académicos, pudo ingresar a la Universidad de Kazán, donde su padre había estudiado previamente, para estudiar derecho. Esta era la única universidad en las provincias orientales de Rusia. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que el joven Lenin se viera involucrado en protestas estudiantiles, exigiendo autonomía universitaria de las autoridades estatales autocráticas. Debido a esto, él, junto con otros 39, fueron expulsados. A pesar de que albergaba simpatías naturales hacia el terrorismo, no elegió el mismo camino que su hermano. La razón era simple. Esa vía había quedado bloqueada. Tras el intento de asesinato de Alexander III, la atmósfera que se vivía en el país era tal que cualquier movimiento en esa dirección estaba descartado. Todo estaba envuelto en una nube oscura, el reflejo de un período de reacción extrema.
Sin embargo, se difundió la historia de que después de la ejecución de su hermano, se suponía que Ilich dijo: “No, no seguiremos ese camino. Ese no es el camino a seguir”. Esto fue claramente inventado por los estalinistas que querían crear un Lenin mejor. Como Trotsky explicó irónicamente: “¿A quién dirigía estas palabras? La madre se encontraba en Petersburgo, Ana estaba aún en la prisión. ¡Evidentemente, Vladimir confiaba sus revelaciones de táctico a Dimitri, que tenía trece años y a María, que tenía nueve…”
Ilyich todavía tenía un fuerte apego a los viejos narodniki. No es una casualidad que en toda la vida de Lenin, siempre rindió homenaje a la memoria de estos luchadores, incluido su hermano, que dejaron una tradición heroica. “Él [Lenin] siempre nos ha inculcado el respeto más ardiente por este grupo de brillantes luchadores revolucionarios, la primera generación de revolucionarios populistas”, explicó Gregory Zinoviev, en sus conferencias sobre la vida de Lenin. “Y el camarada Lenin no renunció a esta herencia. Él dijo: Esta herencia nos pertenece a nosotros, y solo a nosotros”.
- El grupo emancipación del trabajo
El Chernyi Peredel, el grupo propagandista liderado por Plejánov que se había escindido de “Tierra y Libertad”, no era estable. En la situación de presión, pronto comenzó a desintegrarse. “La organización no tuvo suerte de los primeros días de su creación”, se quejó Deutsch. Sus líderes, Plejánov, Zasulich, Deutsch, Axelrod, finalmente se vieron obligados a emigrar en el transcurso de 1880 y 1881.
Sin embargo, este pequeño grupo de cinco miembros en el exilio puso su mirada sobre las nuevas fuerzas sociales: los trabajadores industriales, que eran la clase más abierta al cambio y el socialismo revolucionario. El proletariado ruso era una clase obrera virgen, recién creada y compuesta en gran medida de millones de campesinos desposeídos, arrojados de la tierra a las ciudades y a las gigantescas fábricas de propiedad extranjera. Brutalmente explotados, estaban cada vez más abiertos a la propaganda revolucionaria.
A través de Vera Zasulich, el grupo estaba en contacto con Marx y Engels en Londres. Como resultado de este contacto, se convencieron de la corrección del marxismo, y, en 1883, el año de la muerte de Marx, establecieron el “Grupo para la emancipación del trabajo” con el objetivo de popularizar las ideas del marxismo en Rusia. Por lo tanto, la pequeña agrupación de Plejánov se convirtió en el puente entre el antiguo “populismo” y la emergente socialdemocracia , es decir, el marxismo revolucionario.
“Así surgió, en la pequeña Suiza, la célula de un futuro gran partido, de la socialdemocracia rusa, de la cual salió posteriormente el bolchevismo, creador de la República de los Soviets”, escribió Trotsky. “El mundo está construido con tan poca previsión que durante el alumbramiento de los grandes acontecimientos históricos los heraldos no hacen sonar sus trompetas y los astros celestes no dan presagios. El nacimiento del marxismo ruso pareció, durante los ocho o diez primeros años, un episodio poco digno de atención.”
El grupo permaneció en contacto con Engels durante el resto de su vida, a través de correspondencia e incluso mediante visitas de Zasulich. Entonces, fue en este período de reacción que nació este pequeño embrión de la socialdemocracia rusa. Pasarían otros diez años antes de que se estableciera la primera organización socialdemócrata sobre el suelo ruso. Este pequeño puñado de compañeros comprometidos se dedicó a una lucha contra la idea de los narodniki de que Rusia podría simplemente evitar el capitalismo a favor de algún tipo de socialismo “campesino”. Marx y Engels respondieron este punto teóricamente en el prefacio de 1882 a la segunda edición rusa del Manifiesto Comunista, publicado por el Grupo Plejanov, que vinculó el destino de Rusia a la Revolución Mundial.
El Manifiesto comunista, se propuso como tarea proclamar la desaparición próxima e inevitable de la moderna propiedad burguesa. Pero en Rusia, al lado del florecimiento febril del fraude capitalista y de la propiedad territorial burguesa en vías de formación, más de la mitad de la tierra es posesión comunal de los campesinos. Cabe, entonces, la pregunta: ¿podría la comunidad rural rusa –forma por cierto ya muy desnaturalizada de la primitiva propiedad común de la tierra– pasar directamente a la forma superior de la propiedad colectiva, a la forma comunista, o, por el contrario, deberá pasar primero por el mismo proceso de disolución que constituye el desarrollo histórico de Occidente?
La única respuesta que se puede dar hoy a esta cuestión es la siguiente: si la revolución rusa da la señal para una revolución proletaria en Occidente, de modo que ambas se completen, la actual propiedad común de la tierra en Rusia podrá servir de punto de partida para el desarrollo comunista.
Dentro de esta pequeña agrupación de emigrados alrededor de Plejánov se hallaban las semillas del futuro bolchevismo. Sin embargo, se requeriría de la persona que Lenin para que estas semillas germinaran y florecieran.
Desde el exilio, el grupo introducía literatura marxista de contrabando en Rusia y, a través de contactos, comenzó a establecer círculos socialdemócratas, principalmente de estudiantes jóvenes. Este trabajo pionero le valió a Plejánov el título de padre del marxismo ruso. Pero se debe tener en cuenta, que en esos momentos, su grupo estaba completamente aislado. Fueron años de travesía del desierto. No obstante, fue precisamente en esos años que se forjaron los fundamentos teóricos de la socialdemocracia rusa.
- Los inicios de una travesía política
A principios de 1888, Vladimir Ilyich se mudó con su familia a Samara. Sin embargo, dada la nube que rodeaba el nombre de Alexander, la familia estaba bajo vigilancia policial constante. En otoño se mudaron a Kazán. A la edad de dieciocho años, Ilyich comenzó a madurar en la adultez. Fue un período de preparación que duraría casi seis años, en el que estuvo en contacto con los círculos revolucionarios locales. Su conocimiento de idiomas extranjeros le permitió leer ampliamente. A través de amigos estudiantiles, conoció los escritos de Marx, incluido El capital, que comenzó a estudiar con gran detalle.
Pero esto todavía era solo el comienzo temprano de su viaje político. A pesar de lo que algunos sugerirían, ciertamente no se consideraba un socialdemócrata en este momento. Sin embargo, aprendía rápidamente y, dondequiera que pudiera conseguirlos, se tomaba los escritos de Marx muy en serio. Avanzaba en sus estudios, pero todavía estaba influenciado por sus simpatías hacia la Voluntad del Pueblo. Las cosas aún no estaban claras en su mente. Aún no había leído nada de Plejánov, aunque con gran dificultad, luego lograría apoderarse de una copia del Anti-Dühring de Engels mientras estaba en San Petersburgo.
Después de un largo período de presión persistente por su madre a las autoridades, y a pesar de muchos contratiempos, finalmente se le permitió presentarse a sus exámenes de derecho en la Universidad de San Petersburgo, pero solo como estudiante externo. En este momento, sufrió un gran golpe personal cuando su hermana, Olga, de diecinueve años, contrajo fiebre tifoidea y murió, por una terrible coincidencia en el aniversario de la muerte de Alexander. A pesar de estos golpes, Ilyich finalmente aprobó sus exámenes con la nota más alta y continuó trabajando como asistente de abogados en la ciudad provincial de Samara.
En 1891-92, la región sufrió terriblemente de una hambruna severa, agravada por las epidemias de cólera y tifus. 400,000 personas murieron como resultado. Esto tuvo un tremendo impacto en el joven Lenin, reforzando sus convicciones revolucionarias. Pasaría un período de cuatro años en Samara, durante el cual entró en contacto con una generación más antigua de revolucionarios, principalmente de Voluntad del Pueblo. Fue necesaria una lucha interna para que pudiera romper con estas tradiciones y adoptar completamente la perspectiva marxista. Llegó a reconocer que su carrera legal era incompatible con los horizontes más amplios y más importantes que había descubierto recientemente. Por lo tanto, tomó un paso audaz y se puso plenamente al servicio de la revolución. Más tarde bromearía sobre su breve carrera en la abogacía.
Sabía que él no era el tipo de persona que podía involucrarse para luego desinvolucrarse de algo. “Vladimir Ulianov despreciaba el diletantismo” explicaba Trotsky. Fue aquí, en Samara, donde Ilyich se convirtió en un socialdemócrata revolucionario y un marxista convencido.
A fines de agosto de 1893, Ilyich abandonó Samara y a su familia por la capital, San Petersburgo, donde se unió a un círculo socialdemócrata recién establecido. Se reunió con varios compañeros, que en ese momento incluyeron Peter Struve y Mikhail Tugan-Baranovski. Ambos pronto se separarían políticamente de Lenin y se unirían al campo del liberalismo. Esto realmente marca el principio de la actividad política de Lenin, en la que la idea de construir un partido revolucionario se integró en su vida. Sus ideas comenzaron a cristalizar y avanzó del papel de alumno al de maestro.
A la edad de 23 años, el joven Lenin se estaba preparando no simplemente para convertirse en escritor, o teórico, sino un futuro dirigente del movimiento. En su contribución temprana, Acerca de la llamada cuestión de los mercados, demostró un conocimiento de El capital, que desplegó junto con los últimos hechos y cifras para desentrañar el desarrollo del capitalismo en Rusia y responder a los argumentos de los narodniki.
Así, entre la ejecución del hermano y la instalación en Petersburgo, en esos cortos y largos seis años de trabajo encarnizado, se ha formado el futuro Lenin. Aún hay que franquear grandes etapas, no sólo externas sino también internas; en su sucesiva evolución, pueden distinguirse varios estadios claramente marcados. Pero todos los rasgos esenciales de su carácter, de su concepción del mundo y de su manera de actuar se habían fijado en el intervalo que separa sus diecisiete de sus veintitrés años, explicó Trotsky.
- Un nuevo giro en la situación
Esta nueva etapa, cualitativamente más alta en el desarrollo de Lenin no es un accidente. Su propio cambio reflejó la situación cambiante en Rusia. Los eventos internacionales también tuvieron un impacto, no menos importante, la huelga de los trabajadores portuarios en Gran Bretaña y la ola del “nuevo sindicalismo” que estaba teniendo lugar allí. En 1889, se formó la Segunda Internacional, y los socialdemócratas alemanes en la ilegalidad ganaron casi un millón y medio de votos en las elecciones. En Rusia, fue un momento de creciente lucha de clases y olas huelguísticas, durante las cuales surgieron los primeros círculos reales de trabajadores. Las ideas de Marx también estaban despertando interés entre los jóvenes.
El modelo de organización de partido en el cual los marxistas rusos, incluido Lenin, se inspiraban fue el de los partidos socialdemócratas masivos de Europa occidental, y en particular el partido alemán. Este fue especialmente el caso después de la derrota de las ideas revisionistas de Eduard Bernstein por Kautsky, Bebel y otros líderes del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD).
En Rusia, como en otros lugares, el primer período de organización revolucionaria generalmente se basaba en los intelectuales y especialmente en los estudiantes en primera instancia. El partido revolucionario era, casi exclusivamente, un coto de jóvenes.
Lenin se tomó en serio sus responsabilidades. No estudió el marxismo de manera superficial, sino con una minuciosidad extrema, a pesar de la gran dificultad para obtener dichos escritos. Se tomó el objetivo de conquistar estas ideas, no simplemente repetirlas de memoria. Adoptó este enfoque riguroso para todas los aspectos a lo largo de su vida. Mirando hacia atrás en este período temprano, Lenin resumió la experiencia en La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo:
Rusia hizo suya la única teoría revolucionaria justa, el marxismo, en medio siglo de torturas y de sacrificios inauditos, de heroísmo revolucionario nunca visto, de energía increíble y de búsquedas abnegadas, de estudio, de pruebas en la práctica, de desengaños, de comprobación, de comparación con la experiencia de Europa. Gracias a la emigración provocada por el zarismo, la Rusia revolucionaria de la segunda mitad del siglo XIX contaba con una riqueza de relaciones internacionales y un conocimiento tan excelente de todas las formas y teorías del movimiento revolucionario mundial como ningún otro país.
Fue esta experiencia única la que le dio al movimiento revolucionario ruso una ventaja para ayudar a aclarar sus ideas y a forjar sus cuadros en preparación para los eventos de 1905 y 1917. Como tal, los marxistas rusos tenían una gran ventaja en comparación con los de otros países. Por encima de todo, estas experiencias también influyeron en el enfoque de Lenin.
Por lo tanto, no es un accidente que la primera traducción de El capital de Marx en Rusia apareciera en 1872, cinco años después del original, mientras que la edición francesa apareció en 1883 y la primera traducción al inglés fue en 1886, catorce años después del ruso.
Lenin estaba entusiasmado porque los marxistas se involucraran en la agitación entre los trabajadores, que estaban empezando a flexionar sus músculos. Como resultado, fue el autor del primer discurso a los trabajadores de la fábrica Seymyannikov, escrito a mano, copiado cuatro veces, y luego distribuido a mano a los trabajadores. Se repartieron otros folletos a las trabajadoras de la fábrica de tabaco Laferm, que habían iniciado una huelga. Más tarde, estos folletos manuscritos se duplicaron y se distribuyeron más ampliamente.
Lenin asumió el punto de Engels de que la lucha se lleva a cabo en tres planos: la económica, la política e igual de importante, la teórica. Los diferentes textos marxistas, como El origen de la familia, la propiedad privada y el estado de Engels, se distribuyeron entre los miembros de los círculos. Vladimir Ilyich también se tomó el tiempo de leer El capital de Marx con grupos de trabajadores.
En 1894, escribió su primera obra importante, Quienes son los “amigos del pueblo” y como luchan contra los socialdemócratas, una polémica con el populista Mikhailovsky, que ajustó cuentas con los narodniki. Siguió esto con otra crítica devastadora, El contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor Struve, que también criticó el revisionismo de Struve. Ambas obras fueron publicadas clandestinamente.
En Quiénes son los amigos del pueblo, Lenin describe la concepción materialista de la historia, el único método científico de explicar la historia, y asume una defensa detallada del marxismo, comenzando con el materialismo dialéctico. Llegó a la conclusión de que el narodnismo había degenerado en “oportunismo pequeñoburgués”, que se había fusionado con el liberalismo y expresaba los intereses de la pequeña burguesía. Luego pasó a exponer las tareas de los socialdemócratas revolucionarios:
La actividad política de los socialdemócratas estriba en contribuir al desarrollo y organización del movimiento obrero en Rusia, a hacerlo salir del estado actual de conatos de protestas, ‘motines’ y huelgas dispersos y sin una idea directriz, convirtiéndolo en una lucha organizada DE TODA LA CLASE obrera rusa, dirigida contra el régimen burgués y tendente a la expropiación de los expropiadores, a la destrucción del régimen social que se funda en la opresión del trabajador. La base de esta actividad es el convencimiento, común a los marxistas, de que el obrero ruso es el único representante natural de toda la población trabajadora y explotada de Rusia.
El libro de Lenin concluye:
Cuando sus representantes avanzados asimilen las ideas del socialismo científico, la idea del papel histórico del obrero ruso, cuando estas ideas alcancen una amplia difusión y entre los obreros se creen sólidas organizaciones que transformen la actual guerra económica dispersa de los obreros en una lucha consciente de clase, entonces EL OBRERO ruso, poniéndose al frente de todos los elementos democráticos, derribará el absolutismo y conducirá AL PROLETARIADO RUSO (al lado del proletariado DE TODOS LOS PAÍSES) por el camino recto de la lucha política abierta a LA REVOLUCIÓN COMUNISTA VICTORIOSA.
En ese momento, Lenin estaba profundamente impresionado con los escritos de Plejánov, especialmente con su obra El desarrollo de la concepción monista de la historia, publicada en 1895, que esbozaba la concepción materialista de la historia y que era muy crítica con quienes, como Struve, se alejaron del marxismo. Lenin se refirió al libro de Plejánov como una obra “que ayudó a educar a toda una generación de marxistas rusos”.
Los escritos de Plejánov en este período ayudaron a asestar un golpe decisivo al narodnismo. En respuesta a su opinión sobre si el capitalismo debería desarrollarse en Rusia o no, Plejánov presentó hechos irrefutables para demostrar que Rusia ya había entrado en el camino del desarrollo capitalista y que nada podía impedirlo. La tarea no era detener este desarrollo, sino aprovechar el potencial revolucionario de la joven clase obrera y organizarla en un partido revolucionario. A diferencia de los populistas, Plejánov subrayó la importancia de la clase obrera y su misión histórica. Más que el terrorismo individual, la lucha debe basarse en el movimiento de clase del proletariado. Si bien Plejánov asestó golpes decisivos a los narodniki, fueron los esfuerzos de Lenin los que resultaron en la derrota final del narodnismo dentro de los círculos socialistas.
- Los viajes de Lenin al extranjero
A principios de 1895, Vladimir Ilich sufrió un grave ataque de neumonía y en mayo se fue al extranjero para recibir tratamiento. Aprovechó este viaje para reunirse con Plejánov, Axelrod y Zasulich, en Ginebra y Zurich. Luego viajó a París y se reunió con Paul Lafargue, el yerno de Karl Marx. Luego viajó a Berlín y habló con Wilhelm Liebknecht, el destacado socialdemócrata alemán. Sin duda, le hubiera gustado ir a Londres a visitar a Engels, pero resultó demasiado difícil de organizar. Desafortunadamente, sin que él lo supiera, Engels estaba gravemente enfermo y falleció en agosto de ese año.
Engels se había mostrado entusiasmado con las perspectivas en Rusia. En febrero de 1895, meses antes de su muerte, Engels le había escrito a Plejánov agradeciéndole la copia de su El desarrollo de la concepción monista de la historia.
Vera me ha dado su libro, por el que le doy las gracias. He empezado a leerlo, pero me llevará algún tiempo», escribió Engels. «Sin embargo, es un gran éxito haber conseguido que se publique en su país. Es un paso adelante, y aunque no podamos conservar la nueva posición que acabamos de ganar, se ha establecido un precedente, se ha roto el hielo.
Lenin, devorando todo el material que pudo de estos dos grandes maestros, desarrolló el más cálido afecto por Marx y Engels. Admiraba especialmente a Engels por su abnegación, genio y cualidades humanas. Después de su muerte, Lenin escribió un breve obituario, que decía: «Con su muerte los revolucionarios rusos han perdido al mejor de sus amigos. ¡Memoria eterna a Federico Engels, gran luchador y maestro del proletariado!»
Lenin, con claridad y dedicación, estaba decidido a seguir los pasos de Marx y Engels. Al igual que sus maestros, Lenin poseía una “voluntad de hierro”, por lo que se destacó entre sus contemporáneos. En palabras de Potresov:
Sólo Lenin encarnaba el fenómeno, raro en todas partes pero especialmente en Rusia, de un hombre de voluntad de hierro, de energía inagotable, que combinaba una fe fanática en el movimiento, en la causa, con una fe igual en sí mismo.
Cabe señalar que Potresov era amargamente hostil a Lenin.
Por supuesto, los historiadores burgueses consideran tales rasgos como fanatismo, intolerancia y estrechez de miras, e incluso las semillas de un futuro dictador. No logran comprender el hecho de que estas cualidades se encuentran en todos los grandes revolucionarios, ya sea Robespierre en la Revolución Francesa o Cromwell en la Revolución Inglesa.
Cuanto más comprendía el joven Lenin su papel, más cristalizaban estos rasgos característicos del joven hombre. Además de Marx y Engels, tenía en la más alta estima a Plejánov. En sus encuentros con este, Ilich ciertamente seguía siendo el estudiante más que el maestro. Todavía estaba profundizando en sus ideas y conocimientos. Sin embargo, según Potresov, Illyich reveló “una mente brillante y poderosa. Cada comentario mostraba una profunda reflexión”.
Vladimir Ilich, de veinticinco años, regresó del extranjero en septiembre de 1895 con una maleta repleta de literatura ilegal oculta. A su regreso, se reunió en San Petersburgo con otro joven revolucionario, Julius Martov, que también había sido expulsado de la universidad. Mártov también se sintió profundamente atraído por el marxismo. A partir de entonces, estos dos jóvenes colaborarían estrechamente en la construcción de círculos marxistas y rápidamente fundaron la “Liga de Lucha para la Emancipación de la Clase Obrera”. La maestra de escuela N.K. Krupskaya también se involucró. Pronto, surgieron grupos en Odessa y Tula. Al año siguiente, en Nikolayev, un joven estudiante, Lev Bronstein (más tarde conocido como Trotsky) ayudó a fundar la “Asociación de Obreros del Sur de Rusia”.
En ese momento, el balance de la actividad en estos círculos pasó de la discusión principalmente teórica a una mayor agitación política entre los trabajadores. Este cambio se reflejó en los escritos de Lenin, como la Explicación de la Ley de Multas que se aplica a los obreros en las fábricas y La Nueva Ley de Fábricas. También continuó escribiendo sobre las tareas de los marxistas rusos con respecto al programa, la táctica y la organización. Como resultado de sus actividades, el grupo estuvo constantemente bajo la vigilancia estatal de la Ojrana, la policía secreta. Después de su visita a Plejánov, Lenin y sus camaradas planeaban publicar un periódico obrero ilegal, la Causa de los Trabajadores. Sin embargo, en diciembre de 1985, tanto Ilich como Martov, junto con otros, fueron arrestados en vísperas de la publicación del periódico. Estos arrestos agotaron sus fuerzas activas, interrumpieron su trabajo y el nuevo periódico nunca vio la luz del día.
- Arresto y exilio
Mientras estaba en prisión, Vladimir Ilich aún mantenía contacto con sus camaradas a través de visitas y correspondencia secreta escrita con leche, haciéndola invisible a los ojos de la policía. Vladimir estuvo muy ocupado en prisión, escribiendo panfletos y preparando su libro El desarrollo del capitalismo en Rusia, que finalmente vio la luz en 1899. También escribió el Proyecto y explicación del programa del Partido Socialdemócrata. En este borrador concluyó:
Pero al proclamar su apoyo a todo movimiento social dirigido contra el absolutismo, el Partido Socialdemócrata declara que no se aparta del movimiento obrero, por cuanto la clase obrera tiene sus intereses especiales, opuestos a los de todas las demás clases.
Su liberación de la prisión fue seguida por un exilio de tres años a la aldea de Shushenskoe en el este de Siberia, un asentamiento de mil habitantes. Allí se le unió Krupskaya, su compañera e íntima camarada en San Petersburgo. Ilyich continuó trabajando en su libro sobre el capitalismo en Rusia, y junto con Krupskaya, pasó tiempo traduciendo La democracia industrial de Sidney y Beatrice Webb. Este último proyecto generó ingresos muy necesarios. Por las noches, solía leer literatura o libros sobre filosofía: Hegel, Kant y los materialistas franceses. “En términos generales, no lo pasamos mal en el exilio», dijo Krupskaya. «Fueron años de intenso estudio».
Cada vez más, Lenin miraba hacia el trabajo futuro, y al hacerlo escribió Las tareas de los socialdemócratas rusos a finales de 1897. «La socialdemocracia rusa es aún muy joven», explicó. «Apenas está emergiendo de su estado embrionario en el que prevalecían las cuestiones teóricas. Apenas está empezando a desarrollar su actividad práctica». Esta actividad significaba orientarse hacia la clase obrera, que se mostraba enormemente prometedora. «¡Y así, a trabajar, camaradas! No perdamos un tiempo precioso».
Además de su hermano mayor, Vladimir Illyich no fue el único miembro de su familia involucrado en la política revolucionaria. Su hermano menor Dmitri había sido expulsado de la Universidad de Moscú en 1897 por su participación en actividades revolucionarias, luego arrestado y exiliado a Tula. Su hermana María también fue arrestada por su participación y desterrada a Nizhny Novgorod.
Mientras Lenin todavía estaba en el exilio, en marzo de 1898, el primer Congreso del Partido Socialdemócrata ruso finalmente tuvo lugar en Minsk y duró tres días. Publicó un manifiesto y eligió una dirección, pero en pocas semanas la mayoría de los nueve delegados habían sido arrestados. El manifiesto fue escrito por Peter Struve, mientras estaba bajo la influencia del marxismo, y contenía una declaración preñada de significado:
Cuanto más se avanza hacia el este de Europa, más débil, mezquina y cobarde en el sentido político se vuelve la burguesía, y mayores son las tareas culturales y políticas que le corresponden al proletariado. Este es un paso esencial, pero sólo el primero, para la ejecución de la gran misión histórica del proletariado, para la fundación de un orden social en el que no habrá lugar para la explotación del hombre por el hombre.
En el exilio siberiano de Lenin, el correo llegaba dos veces por semana: los martes y jueves, trayendo cartas, papeles y libros. Pronto se convirtió en la figura central de los socialdemócratas exiliados, que lo visitaban siempre que podían, pero esto requería permiso. Sin embargo, Ilich extrañaba mucho a su compañero de armas, Julius Martov, que había sido exiliado a Turukhansk, justo al sur del Círculo Polar Ártico. A pesar de la distancia, mantuvieron una animada correspondencia.
Fue en este período que Lenin desarrolló un plan futuro, que discutió con Krupskaya y elaboró más tarde en Iskra; así como en el folleto ¿Qué hacer? y en la Carta a un camarada acerca de nuestras tareas de organización. Un elemento clave de este plan fue la propuesta de establecer un periódico socialdemócrata de toda Rusia, que se publicaría fuera del país. Sería un órgano central, que uniría a la organización y ayudaría a dirigir el trabajo dentro de Rusia a través de una red de corresponsales obreros. La tarea necesitaba urgentemente un órgano central como ese para dirigir a la misma.
- Marxismo “legal”
Había llegado la noticia de que Zhizn (“Vida”), el periódico del “marxismo legal”, había publicado artículos de Struve y Tugan-Baranovsky, que desafiaban algunas de las ideas fundamentales del marxismo.
Marx pensaba que el socialismo heredaría todos los logros materiales y culturales de la burguesía» escribió Struve. “¡Y al mismo tiempo contaba con que el socialismo se impondría como resultado de una crisis, un desorden económico y un empobrecimiento! La única conclusión realista que se desprende de tales supuestos sería un ‘socialismo destructivo’ y pesimista.
Este extraño concepto de marxismo “legal” surgió de circunstancias peculiares en Rusia, donde los liberales necesitaban apoyarse en la clase obrera para obtener apoyo en su oposición y lucha contra la autocracia zarista. El crecimiento de la influencia marxista dentro de esta intelectualidad liberal fue completamente unilateral, desprovisto del contenido revolucionario de clase del marxismo. Usaron este marxismo diluido y aséptico para justificar el inevitable avance del capitalismo en Rusia y su lucha por la democracia burguesa. Después de todo, afirmaron, ¿no habla el Manifiesto Comunista del progreso histórico y la misión del capitalismo de erradicar el viejo orden? El marxismo “legal”, ese extraño animal, fue representado por P.B. Struve, S.N. Bulgakov y Tugan-Baranovsky, que terminaron convirtiéndose en liberales absolutos. “No se puede menos de observar a este propósito que el marxismo es sometido a los más escandalosos empequeñecimiento y tergiversación cuando nuestros liberales y radicales lo exponen en las páginas de la prensa legal”, escribió Lenin. “¡Vaya exposición! ¡Imagínense cómo hay que mutilar esta doctrina revolucionaria para encajarla en el lecho de Procusto de la censura rusa!
En las primeras etapas del movimiento obrero, Lenin había colaborado con algunos de estos elementos. En las condiciones de la dictadura, proporcionaron a las pequeñas fuerzas del marxismo revolucionario algunas vías legales para difundir sus ideas. Esto no significaba, sin embargo, que Lenin hiciera concesiones políticas a los “marxistas legales”. Tan pronto como comenzaron a volverse contra el marxismo, Lenin se embarcó en una lucha resuelta contra ellos. La tarea, como lo veía Lenin, era promover el punto de vista del marxismo puro, que, dada la censura zarista, solo se podía exponer de manera integral con un periódico clandestino ilegal.
Los desacuerdos de Struve con el marxismo se hacían eco de muchas de las ideas revisionistas de Eduard Bernstein en Alemania. Struve luego resumió la postura del marxismo “legal”: “A decir verdad, el socialismo nunca despertó la más mínima emoción en mí, mucho menos atracción (…) El socialismo me interesaba principalmente como fuerza ideológica, que (…) pudiera ser dirigida bien para conquistar libertades civiles y políticas o en contra de estas”. No fue casual que terminara sus días como un contrarrevolucionario blanco exiliado.
El “marxismo legal” de los intelectuales pequeñoburgueses también tuvo su contrapartida oportunista dentro del movimiento socialdemócrata ruso, a saber, el “economismo”. De hecho, el surgimiento de tendencias revisionistas de este carácter fue un fenómeno internacional, que también se estaba abriendo camino en el movimiento alemán en la forma de las ideas de Bernstein. Los “economistas” intentaron reducir la lucha de la clase obrera a cuestiones de “pan y cuchillo”, basándose en una cruda agitación y activismo. Relegaban la teoría y consideraban que no tenía relación con la lucha de clases.
Al intentar diluir sus ideas, abandonando de hecho la lucha de los revolucionarios por la dirección del movimiento, los “economistas” se convirtieron en un reflejo de los marxistas legales. Estos primeros publicaron un periódico llamado Rabócheie Dielo (casualmente el mismo nombre que el periódico que Lenin esperaba publicar, pero que fue clausurado). En sus páginas se instaba a los socialdemócratas a abandonar su programa político revolucionario en favor de las reivindicaciones económicas. Llevado a su conclusión lógica, este era el camino a la liquidación del partido revolucionario.
- Un periódico marxista de toda Rusia
La tarea de contrarrestar estas influencias revisionistas se volvió extremadamente apremiante. Vladimir Ilich creía que el lanzamiento de un periódico marxista de toda Rusia era esencial en este sentido. Por lo tanto, se comprometió con Martov y Potresov y mantuvo una animada correspondencia con ellos sobre el establecimiento de un periódico para toda Rusia. Habiendo acordado, discutieron quién escribiría para él, cómo se imprimiría, cómo se introduciría de contrabando en Rusia, así como su posición política. Luego hicieron planes para viajar al extranjero para reunirse con Plejánov. De estas discusiones nació la idea del periódico Iskra (La Chispa), que pronto se convertiría en la columna vertebral del movimiento. “Ahora nos falta”, escribió Lenin, “unificar todo este trabajo local en el trabajo de un partido”. Iskra iba a ser el medio para lograrlo.
El año 1900 fue un punto de inflexión. No solo fue el comienzo de un nuevo siglo, sino que también fue el año en que Lenin y Krupskaya terminaron su período de exilio. Como tenían prohibido vivir en San Petersburgo, Moscú o cualquier zona industrial, después de pasar un tiempo en Pskov, Vladimir Ilich solicitó permiso para salir al extranjero. La solicitud fue concedida, sin duda con la idea de que cuanto más lejos estuvieran estos revolucionarios de Rusia, mejor. Después de una alentadora reunión secreta con Vera Zasulich en San Petersburgo, que Lenin usó para sondear el apoyo al nuevo periódico, regresó a Pskov para reunirse con Martov y Potresov. Poco después, Potresov fue a Alemania para reunirse con el Grupo Emancipación del Trabajo y determinar las perspectivas de imprimir un periódico con los socialdemócratas en el exilio. El 16 de julio de 1900, Ilich partió de Rusia hacia Zúrich para reunirse personalmente con Plejánov.
Lenin trató de obtener el apoyo de Plejánov para el periódico. Pero desafortunadamente, la reunión no salió como estaba planeado, por decir lo menos. De hecho, casi provocó una ruptura inmediata y el abandono de todo el proyecto.
Potresov se había unido a Lenin en la discusión con Plejánov. Estaba claro que Plejánov sospechaba de estos dos recién llegados y la discusión se volvió bastante tensa. Lenin estaba profundamente conmocionado y herido por el comportamiento de Plejánov. Poco después, Lenin escribió sus impresiones de la reunión para sus camaradas más cercanos en De cómo casi se extinguió “La Chispa”.
Los nervios de Plejánov estaban claramente al límite después de la reciente escisión, cuando la Unión de Socialdemócratas Rusos en el Extranjero adoptó por mayoría la posición “economista”. Como resultado, Plejánov y sus seguidores abandonaron la organización. Esta experiencia ciertamente influyó en su comportamiento. En su encuentro con los dos jóvenes, Plejánov mostró una intolerancia excesiva y mal genio. La situación pronto se volvió intolerable.
Como Lenin lo recordó posteriormente:
Arséniev comenzó por declarar que, ahora, de una vez por todas, consideraba rotas sus relaciones personales con Plejánov y que no las reanudaría jamás: las relaciones oficiales continuarán –decía–, pero personalmente, con él, fertig [acabé] . Su actitud es tan ofensiva que nos obliga a sospechar de que es capaz de abrigar hacia nosotros ideas muy «ruines» (por ejemplo, que mentalmente nos equipara a los Streber*). Nos trata con desprecio, etc. Yo apoyaba enteramente sus acusaciones. Mi amor por Plejánov también había desaparecido como por encanto; me sentía ofendido y amargado· al extremo. Nunca, jamás en mi vida había experimentado por ningún hombre una estima y un respeto tan sinceros, tal veneración ante nadie me había comportado con tanta ‘humildad’ y jamás había recibido tan brutal ‘puntapié’. En realidad nos habían asestado un puntapié.
Sin embargo, con la mediación de Zasulich y Axelrod, lograron arreglar las cosas. En su entrevista final con Plejánov, este admitió que había habido un triste malentendido y que estaba nervioso. “Plejánov mostró toda su destreza, la brillantez de sus ejemplos, sonrisas, bromas y citas, que nos obligaron a reír a pesar de nosotros mismos”, señaló Lenin.
Sobre esa base se reavivó “La Chispa”. Todo este episodio reveló el enfoque paciente y flexible de Lenin cuando se trata de personas y organizaciones. Qué contraste con las acusaciones que le lanzan de ser un dictador y tirano, tanto los historiadores burgueses como los reformistas.
Para ser justos, los modos de Plejánov también se pueden entender. Habiéndose quemado los dedos con otros del interior, y con la escisión de abril fresca en la mente, estaba ansioso por asegurarse de que las cosas estuvieran claras desde el principio. Hay que decir que estaba afectado por años de exilio, confinado en un pequeño grupo, y estaba rezagado con respecto a la situación real. El grupo de Plejánov tenía todas las características de un círculo de propaganda con sus métodos amateurs. Al final, se llegó a un compromiso por el cual Iskra tendría un consejo editorial formado por 6: Plejánov, Axelrod, Zasúlich entre los veteranos y Lenin, Martov y Potresov de la generación más joven. Dado el número par, en caso de empate en la votación, Plejánov obtuvo un voto de calidad.
Decidimos no hablar a nadie de lo ocurrido, salvo a los camaradas más próximos; queríamos guardar las apariencias, no dar un alegrón a nuestros adversarios. Exteriormente, toda la máquina debía continuar funcionando como si nada hubiera sucedido; era en el interior donde se había roto una cuerda y, en lugar de excelentes relaciones personales se habían iniciado relaciones prácticas, secas, calculadas constantemente según la fórmula si vis pacem, para bellum [si quieres la paz, prepárate para la guerra].
Se acordó el lanzamiento del periódico y se eligió Múnich como lugar para su producción, con el periódico impreso en la imprenta socialdemócrata alemana. Con este asunto resuelto, se organizó una red dentro de Rusia para la distribución del periódico. El consejo editorial tendría su sede en Múnich. Plejánov y Axelrod, que vivían en Suiza, mantuvieron contacto a través de correspondencia y viajes ocasionales a Alemania. En septiembre se emitió una declaración que en la práctica fue una declaración de guerra a las tendencias revisionistas.
El primer número de Iskra apareció el 24 de diciembre de 1900 en Leipzig, con la cabecera “La Chispa encenderá la llama”. Los siguientes números se imprimieron en Múnich. Fue el primer periódico marxista clandestino de toda Rusia que se distribuyó en Rusia. Además, en abril se publicaría una nueva revista teórica. Todo estaba en su lugar para ganar la batalla de las ideas y hacer de Iskra la tendencia dominante en el movimiento ruso.
“Los ejemplares se enviaron a Berlín y se almacenaron en los sótanos de Vorwärts, el órgano oficial del Partido Socialdemócrata Alemán”, escribe el historiador menchevique David Shub.
En este almacén subterráneo, un puñado de socialdemócratas alemanes de confianza doblaba cuidadosamente los ejemplares de Iskra en pequeños paquetes y los ocultaba en cajas de embalaje. Estos paquetes se enviaban a las ciudades cercanas a la frontera ruso-alemana, donde eran recogidos por contrabandistas profesionales que llevaban el contrabando a través de la frontera hasta los agentes de Iskra que esperaban.
Desde estos puntos fronterizos los papeles eran entregados por mensajeros especiales a los comités clandestinos de la Iskra en todo el Imperio Ruso.
Esta fue una operación muy difícil y peligrosa. Tuvieron que trabajar duro para evitar a la policía prusiana, así como a los agentes de la Ojrana, que estaban al acecho de los revolucionarios rusos. Los periódicos se introdujeron de contrabando en Rusia de varias maneras: maletas de doble fondo, chalecos especiales y corpiños, además de cosidos en faldas. “Con nuestro equipo, las mujeres llevarían unas trescientas o cuatrocientas copias de Iskra”, explicó Krupskaya.
Según Krupskaya, probablemente no más del diez por ciento de la literatura revolucionaria llegó a su destino. Sin embargo, a pesar de estas dificultades, el establecimiento de Iskra fue un hito en la historia del movimiento revolucionario ruso.
- Una organización centralizada
Estando en Múnich, Lenin buscó consolidar el marco del partido, no solo a través de Iskra, sino en otros escritos como ¿Por dónde empezar? y ¿Qué hacer? Llamó la atención sobre las debilidades de la organización, que no era adecuada para su propósito. Los círculos locales estaban descoordinados y faltos de dirección y trabajaban de una manera caótica. La necesidad de profesionalizar el trabajo se hacía más urgente y Lenin había desarrollado ideas claras sobre cómo lograrlo.
Era necesario que hubiera centralismo en el trabajo, con dos centros principales: un Órgano Central y un Comité Central (CC). El Órgano Central sería responsable de la dirección ideológica de la organización y dirigiría el trabajo desde el extranjero, más allá del alcance de la omnipresente policía secreta, mientras que el CC sería responsable del trabajo directo y práctico.
Debe centralizar la dirección del movimiento,” escribió Lenin. “Pero también…descentralizar cuando sea posible la responsabilidad ante el Partido de cada uno de sus miembros por separado, de cada uno de los que participan en el trabajo, de cada uno de los círculos integrados en el Partido o ligados a él. Esta descentralización es condición indispensable para la centralización revolucionaria y un correctivo imprescindible de la misma.
Lenin destacó el papel central del periódico en la construcción del partido. En ¿Por dónde empezar?, escribió que el papel del periódico
… no debería limita[rse], sin embargo, a difundir las ideas, educar políticamente y a atraer aliados políticos. El periódico no es sólo un propagandístico colectivo y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo. En este último sentido se le puede comparar con los andamios se levantan alrededor de un edificio en construcción, que señalan sus contornos, facilitan las relaciones entre los distintos sectores, les ayudan a distribuir el trabajo y observar los resultados generales alcanzados por el trabajo organizado. Mediante periódico y en relación con éste, se irá formando por sí misma una organización permanente, que se ocupen no sólo del trabajo local, sino también de la labor general regular, que habitué a sus miembros para seguir atentamente los acontecimientos políticos, a apreciar su significado y su influencia sobre las distintas capas de la población, a elaborar los medios más adecuados para qué el partido revolucionario influya en estos acontecimientos.
Sin embargo, el peso principal de su polémica fue contra los “economistas”, especialmente su concentración en la espontaneidad de la clase trabajadora. Al hacerlo, destacó la importancia del partido y la necesidad de que se basara en “revolucionarios profesionales” que dedicaran su tiempo a su trabajo y construcción.
Lenin amplió estas ideas sobre la profesionalización de la organización revolucionaria en ¿Qué hacer?, que terminó de escribir en 1901 y publicó en 1902. Fue recibido con gran interés por los revolucionarios, especialmente por aquellos en contacto con el trabajo en Rusia. Constituye un clásico marxista sobre la construcción de un partido revolucionario, su función y tareas. Sin embargo, ha sido criticado por comentaristas reformistas y burgueses por proporcionar la supuesta base para el totalitarismo y las semillas del estalinismo. Anthony Read, por ejemplo, en su libro El mundo en llamas, afirma:
El bolchevismo se fundó en una mentira, sentando un precedente que se seguiría durante los siguientes noventa años. Lenin no tenía tiempo para la democracia, ni confianza en las masas, ni escrúpulos en el uso de la violencia. Quería un partido pequeño, estrechamente organizado y estrictamente disciplinado de revolucionarios profesionales de línea dura, que hicieran exactamente lo que se les dijera.
Por supuesto, esto es una completa calumnia contra Lenin, una con la que todos estamos muy familiarizados. Como realista, Lenin comprendió que una revolución en Rusia solo podía llevarse a cabo bajo la guía de un partido dedicado y centralizado integrado en la clase obrera. Esto es lo que intentó forjar en la forma del Partido Bolchevique.
Abogó por la claridad teórica, como explicó en ¿Qué hacer?:
Sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario. Jamás se insistirá bastante sobre esta idea en unos momentos en que a la prédica de moda del oportunismo se une la afición a las formas más estrechas de la actividad práctica.
Continuó subrayando las palabras de Engels sobre la necesidad de la lucha teórica. “Esos hombres, que no pueden pronunciar la palabra “teórico” sin una mueca de desprecio” observó Lenin, eran precisamente aquellos que se revolcaban en su propia ignorancia.
En sus ataques a los “economistas” y su culto a la espontaneidad, Lenin torció el junco en la dirección opuesta, como él mismo reconoció. Como resultado, cita una visión errónea tomada de Kautsky de que la conciencia socialista solo puede ser llevada a los trabajadores desde afuera por los intelectuales y que la clase obrera por sí misma solo es capaz de desarrollar una conciencia sindical.
Esto es claramente erróneo. Si bien la expresión más alta de la conciencia socialista, la teoría del marxismo, no fue producida por la clase obrera, sino que surgió de una fusión de las ideas más avanzadas de la época, los obreros fueron ciertamente capaces de sacar conclusiones políticas y revolucionarias. La historia del cartismo en Gran Bretaña da una clara ilustración de este hecho.
Lenin reconoció su error y un año después, durante el 2º Congreso del POSDR, explicó: «todos sabemos que los ‘economistas’ han torcido la barra de un lado. Para enderezar la barra, alguien tenía que torcerla del otro, y eso fue lo que hice».
El error de Lenin fue por lo tanto una exageración polémica, que nunca volvió a repetir.
A pesar de esto, el libro de Lenin ¿Qué hacer? Ciertamente mostró el camino a seguir. Krupskaya expresó que es una obra que «debe ser estudiada por todo aquel que quiera convertirse en un leninista de hechos y no solo de palabras».
El trabajo sistemático de Iskra, especialmente el papel de Lenin, preparó el camino para el Segundo Congreso del Partido Socialdemócrata Ruso en el verano de 1903, que constituyó la verdadera fundación del Partido. Los preparativos del Congreso estaban en las manos de Lenin. “¡Cómo anhelaba el congreso Vladimir Ilyich!” comentó Krupskaya.
Este Segundo Congreso resultaría ser la apertura de un nuevo capítulo del movimiento revolucionario en Rusia. Eventualmente, conduciría sobre la base de los acontecimientos, a la divergencia entre el menchevismo y lo que se terminaría conociendo como bolchevismo. En este momento, se podría decir que Lenin se estaba volviendo cada vez más consciente de su futuro papel. Sin embargo, el Segundo Congreso y sus consecuencias caen fuera del alcance del presente artículo. Es un tema que retomaremos.
Mientras tanto, para una explicación de estos desarrollos, al igual que con todo el período, recomendamos un estudio del excelente libro de Alan Woods, Bolchevismo: el camino a la revolución.