El ambiente general
Los últimos 5 años han sido bastante turbulentos y llenos de contradicciones. La burguesía en el momento de imponer por medio del fraude electoral a Calderón, pensó en todos los ataques que tenía que hacer a nuestra clase. Sin embargo había un pequeño problema: la lucha que se había desatado contra el desafuero y el fraude parecía vibrante. La decisión de no ir más lejos por parte de López Obrador fue un factor de retención del movimiento el cual en ese momento, según encuestas, tenía la disposición incluso de la lucha armada.
Por el lado de la burguesía se tenía que emplear una táctica que permitiera mostrar, por lo menos un poco, fuerza frente al movimiento y al mismo tiempo dar legitimidad a su régimen. La táctica fue desatar la llamada “guerra contra el narco”. Con bombo y platillo el espurio Calderón anunció su decisión de terminar con la violencia y dar seguridad a los mexicanos. En realidad era una táctica para sacar al ejército a las calles, intimidar al movimiento, replegarlo después de la lucha revolucionaria del 2006 y, en su caso reprimirle bajo la excusa de la seguridad nacional. De sus deseos no se consiguió ni la primera palabra, todo lo contrario.
Desde ese momento a la fecha el ejército ha jugado un papel fundamental en todo el entramado político de los últimos años, demandando cada vez más espacios políticos y participación en seguridad pública. En muchos casos los mandos policiales son militares retirados o jubilados. La violencia ha dejado tras de sí a más de 55 mil muertos, 10 mil desaparecidos y más de 450 mil desplazados. Además de esto, y que tiene un significado político para las perspectivas, es el ambiente de descomposición, introversión, egoísmo y desmovilización de las grandes capas de la población. La violencia ha generado un ambiente de miedo paralizante entre las amplias masas.
Sumado a esto tenemos que tomar en cuenta los efectos de la crisis económica que tuvo su punto álgido en el 2008, la cual impactó de forma brutal los niveles de vida de los trabajadores. En realidad lo que hemos vivido desde el 2006 es, en un primer momento, un estancamiento acompañado de un desplome y una pequeña recuperación que no es capaz, ni siquiera, de llegar a los índices de crecimiento de antes de la crisis. Esto ha presentado para las masas severas restricciones, ataques a los derechos laborales y recortes al gasto social. Éstas han sido las llamadas recetas “anti crisis” del gobierno federal.
Nosotros no podemos tener un análisis mecánico con respecto a cómo influyen las crisis en la conciencia de los trabajadores. No podemos sacar conclusiones fáciles y decir que cuando hay crisis más luchas habrá o que cuando hay boom económico no hay luchas. No es una cuestión lineal ni mecánica.
Todo esto está afectando ahora el ambiente y no podemos cerrar los ojos ante esta situación. Se agrega a esto las derrotas que se han tenido en las diferentes luchas que se han librado, (si lo vemos de forma muy optimista podamos decir que en el mejor de los casaos han sido derrotas a medias) principalmente la derrota de la huelga de Cananea y sobre todo el golpe al Sindicato Mexicano de Electricistas. All ser sindicatos poderosos y más avanzados que otros, estas embestidas han tenido un efecto negativo en el conjunto de la clase obrera. El punto culminante ha sido el golpe a Mexicana de Aviación, cuya declaración de quiebra llevó al despido del 70% de la plantilla y la abolición del contrato de trabajo para los restantes.
¿Esto quiere decir que no podemos esperar reacción de las masas? No. Lo que quiere decir es que hay un estado de reflujo causado por los factores antes expuesto pero esto no puede durar por siempre. El hostigamiento permanente contra los derechos laborales, contra la educación, etc. son más espinas que se clavan en un cuerpo ya de por si resentido y que pueden causar una respuesta descomunal.
Las contradicciones se han venido acentuando de forma dramática. Hay síntomas que nos hacen pensar que los trabajadores están hartos de soportar la situación en la que se encuentra, especialmente la juventud está dando muestras que no puede seguir manteniendo esta situación. Pequeños acontecimientos nos dejan ver que puede haber una explosión en el eslabón más débil de la cadena. El filoso alemán Georg W. F. Hegel decía que en muchas ocasiones la necesidad hace uso de la casualidad. Puede ser un simple accidente el que desborde toda la rabia acumulada y contenida. ¿Cuándo o por qué causa va a pasar eso? Eso nadie puede saberlo, sólo quien tenga una bola de cristal podría contestar esta pregunta tajantemente.
Para lo que nos tenemos que preparar es para un giro violento de las masas. En cuánto tiempo lo debemos de esperar está delimitado por muchos factores que tenemos que ver cómo se van desarrollando, tenemos que pulsarle el tacto al movimiento e ir sintiendo como la respiración se comienza agitar. De este despertar dependerá el resultado electoral del 2012 y el futuro próximo de nuestro país.
Las elecciones del 2012
No hay duda que uno de los posibles puntos de ruptura puedan ser las elecciones del 2012. Esta coyuntura centrará la atención de toda la izquierda y en general del pueblo entero. Lo que hemos visto hasta ahora de forma clarísima es como la burguesía ha obtenido el poder a como diera lugar y como ha ejercido éste en defensa de sus intereses. La conclusión de toda una parte de la vanguardia es: tenemos que recuperar ese poder y ejercerlo en favor de los trabajadores, jóvenes y campesinos.
Además de las presidenciales también se escogerán los diputados y senadores federales, en 6 estados renovarán gubernaturas y en 13, diputaciones locales y ayuntamientos.
Hay otro factor fundamental por el cual las elecciones se vuelven importantes. Si la derecha llega a la presidencia con la careta del “nuevo PRI” el panorama se pintará sombrío. Este partido defiende y ha defendido durante los más de 70 años en los cuales gobernó, los intereses de los poderosos empresarios. No hay ninguna duda de que este partido continuaría con los ataques a los derechos laborales, a los niveles de vida y se profundizaría la militarización que hoy está desarrollándose en el país.
La burguesía le está apostando con todo para que su proyecto siga adelante. Ha abandonado al PAN y a Felipe Calderón lo han dejado a su suerte y todas sus baterías se concentran en la imagen y discursos demagógicos del priísta Peña Nieto. Él ha dicho claramente que si llega a la presidencia no sacará al ejército de las calles, profundizará las medidas de seguridad desarrolladas hasta ahora y seguirá ejerciendo el poder político para la oligarquía y el imperialismo. Cínicamente ha dicho que Pemex se debería de terminar de abrir a la iniciativa privada y otras cosas más por el estilo.
Es difícil decir ahora mismo quien será el ganador, si el movimiento de masas se hace presente y decide votar lo hará por AMLO y tendrá una victoria importante, en el caso de que las masas se mantengan inactivas veremos el triunfo del PRI con todo su movimiento corporativo, sus millones y otras linduras más. La moneda aún está en el aire.
El narco tomará parte activa en las elecciones, no sólo de forma indirecta como lo ha hecho en Michoacán amedrentando candidatos e incluso asesinando, sino impulsando con mucho dinero a Peña Nieto. Seguramente en algunas regiones el peso de ésta influencia marcará una diferencia importante.
Frente a estas dos perspectivas, ¿cuál es el escenario que se nos presentaría en caso de que uno u otro gane las elecciones? Si AMLO llegara a la presidencia impulsado por un movimiento de masas se vería bajo una presión muy importante para que llevara a cabo medidas decisivas en favor de los trabajadores. Es cierto que los “50 puntos para Salvar a México” no son un programa revolucionario acabado, pero sí plantean una serie de reformas avanzadas que de aplicarse provocación un choque directo con la gran burguesía nacional e internacional. Los marxistas apoyaríamos críticamente a AMLO en cada paso adelante que significara un enfrentamiento real con la clase dominante y al mismo tiempo explicaríamos la necesidad de romper con el capitalismo para poder garantizar las reformas sociales.
En el caso de que Peña Nieto llegue al gobierno se endurecerían las políticas anti obreras, los ataques no cesarían y se aprovecharía esta llamada guerra contra el narco para implementar una serie de leyes semi dictatoriales para aplastar cualquier respuesta organizada.
Cualquiera de las dos variables estarán definidas por el hecho de que las masas se movilicen o no. Si el PRI gana las elecciones, el pueblo trabajador no aguantará 6 años más con las condiciones que se encuentra ahora. El camino que ha de seguir el país en los próximos 6 años, quede quien quede en la presidencia, se decidirá en las calles.
El PRI vasallo de la oligarquía
Lo que hemos visto desde hace 3 años a la fecha, cuando la burguesía comprendió el desastre que estaba significando el gobierno de Calderón fue brincar del barco a la deriva y refugiarse en otro más seguro, el del PRI.
Este partido ha dado la impresión de aplanadora en prácticamente todas las elecciones intermedias, estado tras estado lo ha ganado (perdiendo dos de sus estados históricos como lo fueron Oaxaca y Puebla) sin embargo esa fortaleza es efímera.
Lo que se manifiesta claramente en todos estos resultados es el control espantoso que tiene este partido en todo el aparato de gobierno local. En estados como Campeche, más exactamente en la capital no hay otra forma de ocuparse más que en pequeños negocios particulares o ser trabajador del estado –de la burocracia- y estar bajo las ordenes y tutela del PRI, si alguien se mueve intentando otras cosa rápidamente suele perder su trabajo.
Esto se reproduce en los 20 estados donde ahora gobierna el PRI. Ésta es una maquina muy fuerte que se utilizará para implementar un fraude electoral desde sus diferentes variables: compra de votos y acarreo, movilizar el voto corporativo, negociar con el narco, reprimir, etc.
Lo que más juega a favor del PRI, además de todos esos recursos mencionados, es la apatía de la gente, si no hay un cambio en el ambiente general las amplias masas no saldrán a votar y sucederá lo mismo que en las elecciones del Estado de México: a pesar de que la estructura del Morena trabajó de forma intensa, las amplias campas no salieron a votar, ese fue el factor que hizo que el voto “duro” del PRI obtuviera la mayoría.
Hay otra percepción entre las capas más atrasadas de los trabajadores con respecto al PRI: piensan que cuando ellos gobernaban las cosas no estaban tan mal, no había tanto narcotráfico ni violencia y también recuerdan que aunque se robaba a todo mundo se le permitía robar, es decir, de alguna forma se repartía el botín.
Esta es una visión particularmente errónea en varios aspectos, el primero es que el PRI y la burguesía es el principal responsable de la situación política y económica que ahora está hundido el país. La violencia no se generalizaba porque era el propio estado y el partido el que se encargaba del trasiego y siembra de la droga, se podía decir que había un orden, esto se terminó cuando el modelo neoliberal comenzó a implementarse y la estructura del aparato estatal se modificó y al mismo tiempo el imperialismo americano ayudó para que los carteles de la droga tuvieran dimensiones gigantescas. Por otro lado el hecho de que se puede repartir el botín del robo al estado esto también es un error, los últimos años del gobierno del PRI tenían una tendencia a la crisis orgánica que fue imposible mantenerlo en el gobierno en el año 2000. Si el PRI regresa a la residencia presidencial de Los Pinos no habrá ni estabilidad, ni paz, ni bienestar sino todo lo contrario.
En general todos a lo interno están cerrando filas y los conflictos que puede haber ahora es un reacomodo de fuerzas para la repartida del pastel, el hecho de que Moreira haya salido de la dirección nacional no plantea una ruptura de principios en el partido más bien un reacomodo de fuerzas para luchar por los puestos y quitar obstáculos que puedan impedir una victoria en el siguiente año. La recomposición que ha tenido el partido es gracias al desgaste tan brutal del PAN y el hecho de que el PRD no se ha presentado como una alternativa seria para los oprimidos. En el seno del PRI hay intereses muy poderosos que han hecho tejer nuevamente su coherencia interna.
La bancarrota del PAN
Conforme se acerca el año 2012 se profundiza el nerviosismo del régimen panista. Si el sexenio de Vicente Fox fue traumático para las masas, el de Felipe Calderón ha sido catastrófico. En este contexto, la alianza de gobierno PAN-PRI se resquebraja en la medida que para los priístas es importante, al menos en el discurso, mostrar una cierta independencia respecto de las decisiones de Calderón. Con todo, ya hemos señalado que no hay diferencias sustanciales entre el PAN y el PRI y que todos los ataques a los trabajadores de los últimos años han sido signados por los dos partidos. La última votación del presupuesto muestra que por mucho que se diga, cuando se trata de atacar a los trabajadores hay consenso entre sí.
A la profunda crisis económica se le tiene que sumar el fracaso de la política de buscar legitimidad por medio de una supuesta “guerra” al narcotráfico y la militarización de medio país.
Esta crisis se refleja también en los elementos que el panismo ha llevado a tomar las riendas del poder político. Primero fue Vicente Fox, un terrateniente de cuyas deficientes facultades mentales hacia evidente cada que hablaba. Luego fue Felipe Calderón, el cual podría competir como uno de las más insignificantes personalidades que han ocupado la presidencia, tal vez tan sólo comparable a los títeres de la época del maximato (Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez) de los cuales el sarcasmo popular creo la frase “aquí vive el presidente, el que manda vive enfrente”.
Tradicionalmente el PAN estuvo conformado por elementos de extrema derecha que en general construyeron su aparato y que sostienen una especie de secta mística. Estos elementos has sido paulatinamente desplazados por figuras provenientes directamente de los organismos empresariales como la Confederación Patronal de la República Mexicana y el grupo Alfa de Monterrey, primero Clouthier y luego Vicente Fox representan este grupo. Provenientes de la burocracia panista tradicional eran Fernández de Ceballos y el propio Calderón. El desgaste de 10 años de gobierno ha hecho a un lado a la mayoría de los viejos cuadros panistas, por lo que Calderón ha terminado improvisando un grupo de elementos, la mayoría de ellos advenedizos sin otra identidad que el interés particular, la ausencia de escrúpulos y la ambición.
Las ultimas noticias de abandono de connotados panistas norteños como los Sada para pasarse a apoyar a Andrés Manuel refleja el tamaño de la crisis que se vive a lo interno. La expulsión de Manuel Espino refleja esta purga silenciosa que implica remover los cuadros teóricos de la derecha por empresarios rabiosos dispuestos a todo por sus intereses.
De cara a las elecciones se espera un fracaso rotundo para el candidato del PAN, aunque aún no se está claro quién va a ser el abanderado es posible que Josefina Vázquez Mota sea la elegida. Esto no representaría un gran cambio en los resultados electorales.
Incluso ellos lo saben y por eso han tratado de utilizar varias fórmulas las cuales les permita estar en la toma de decisiones en el próximo periodo, en primera instancia planteaban la posibilidad de ir en coalición con Ebrard, dado que esto ahora es imposible impulsaron la posibilidad de modificar la constitución para fraguar la figura del gobierno de coalición la cual permitiría tener gente de este partido en el próximo gabinete.
La izquierda
Dentro de las tres fuerzas políticas que dicen llamarse de izquierda (PRD, PT y Movimiento Ciudadano) está habiendo en su seno un proceso de toma de posiciones con respecto a López Obrador y las elecciones del 2012. Todo esto debería de haber significado un debate profundo y rupturas con posturas de derecha claras que hay en la dirección del PRD, por el contrario a lo que hemos asistido es a una serie de acuerdos y compromisos que por un lado no ayudan a clarificar nada a las bases de movimiento y en segundo lugar no resuelve ninguna de las diferencias que se han manifestado durante años.
En periodos recientes hemos visto como el PT y el Movimiento Ciudadano se han plegado firmemente a apoyar la candidatura de AMLO desde mucho antes que se inició el proceso formal de precandidatos. Estas dos fuerzas están claras no por sus convicciones políticas sino porque sus direcciones están viendo la oportunidad de su vida si es que AMLO gana la presidencia.
La dirección del PT no tiene nada que envidiarle a la del PRD, es gente oportunista sin principios que en el momento que les convenga distanciarse porque así lo requieren sus intereses lo harán. Desde que el PT se ha ligado a AMLO ha crecido su intención de voto y militancia política principalmente en el DF. Se puede decir que es el principal partido que ha capitalizado de forma correcta la influencia de Andrés Manuel. En otros sitios donde su militancia es menor es un movimiento no muy distinto a los demás, utiliza las demandas más sentidas para hacerse de grupos afines y utilizarlos para conseguir posiciones políticas.
El PT ha albergado a dirigentes reconocidos del Morena que en muchos casos vienen del perredismo pero que decidieron salir del partido para continuar la batalla fuera de él, tal es el caso de Fernández Noroña, Porfirio Muñoz Ledo o, aunque por razones un poco diferentes, Rosario Ibarra, todos parlamentarios de la bancada petista y reconocidos dirigentes identificados con el obradorismo.
En el interior del partido también hay corrientes que están luchando por dar un paso adelante en el movimiento y está empujando para integrarse orgánicamente al Morena. En el momento en que AMLO se decida a formar una organización política más sólida veremos rupturas dentro del PT en líneas de clase y los sectores más honestos (no sólo ellos, algunos oportunistas inteligentes se ligaran a
Morena para hacer carrera oportunista) se desprenderán y se integraran al movimiento de AMLO.
En esta misma situación está el Movimiento Ciudadano (MC, antes Convergencia). En su dirección abundan los oportunistas pero hay regiones en donde este partido ha capitalizado los errores del PRD (ejemplo de ello es el GAP que se escindió del PRD después de la restauración interna del partido y se integró al MC) y son una fuerza importante y desde la base se está impulsando un trabajo decidido sobre Morena, el caso más cercano que tenemos y más ejemplificativo es el de Campeche.
Convergencia fue uno de los partidos que jugaron el papel de contener la radicalización de la lucha contra el fraude en el 2006, Dante Delgado es un reconocido político burgués, pero la incorporación de nuevos sectores en su interior y en él Morena tiene un efecto en el mismo partido. Al no ser el Morena un partido, las estructuras partidarias siguen siendo un espacio para que las corrientes mantengan cotos de poder aunque se vinculen al obradorismo. MC no representa en esencia diferencias fundamentales con los otros partidos de izquierda, la única diferencia y que por este hecho puede ser que el MC sea la base de registro de un nuevo partido es que es más pequeño que el mismo PT, entonces para la dirección les es más conveniente fundirse en un gran movimiento nacional y mantener prebendas personales a dejar que se pierda su proyecto.
Lo que requiere un trato especial es la situación que se ha desarrollado dentro del PRD. En más de una ocasión pudimos ver que se estaba al borde de la ruptura y si ésta no se dio fue sobre dos consideraciones básicamente: la primera es que la política a seguir de AMLO ha sido la de construir el Morena y sólo en los casos en que le ha parecido adecuado ha intervenido, aunque la mayoría de las veces sin decirlo abiertamente, a lo interno partido. La segunda es que dentro del partido se han dado batallas y se ha intentado echar a la derecha de la dirección pero en los momentos críticos tanto la derecha, los obradoristas y el mismo AMLO han retrocedido. El obradorismo aunque ha criticado fuertemente a la derecha del partido al final ha mantenido una política conciliadora y siempre han terminado negociando cupularmente.
La otra consideración es que dentro del PRD no hay una derecha homogénea y dura sino que hay dos alas (aunque con varios matices dentro de ellas). Una de ellas, más inteligente y negociadora, la cual ha mantenido una actitud conciliadora a costa de que AMLO también de pasos atrás en su programa.
Aunque hay aproximadamente 10 corrientes dentro de PRD (IU, IDN, IS, UNI, UNYR, DS, MC, ADN, FNS, DI) y cada una de ellas se mueve según sus intereses o peor aún según intereses de cada uno de los grupos que integran estas corrientes, podemos dividir en 4 grandes bloques su orientación política.
El primer bloque es afín a AMLO y toda su energía se está orientando básicamente a construir Morena. Estas corrientes se trasladarán al Morena en el momento decisivo, pero incluso estas podrían tener resistencia con los elementos más vinculados a los cargos burocráticos y que se pueden mantener en el PRD, pero el grueso de estas corrientes conformarán parte del nuevo proyecto político, éstas son las más pequeñas dentro del partido.
El segundo son los que vacilan entre AMLO y una política un poco más independiente, el caso más emblemático y más claro es el de los Bejaranos (IDN) los cuales en algunas ocasiones se posiciona con AMLO pero que cuando sus intereses están mejor resguardados en otra parte no dudan tampoco en marcar distancia.
Los otros dos bloques son de derecha claramente, sin embargo no siguen una misma política. En el primer caso tenemos a los Chuchos y otras corrientes como ADN o Foro Nuevo Sol. Son la derecha dura y dogmática que se ha mantenido firma por aliarse con el PAN, esta corriente se puede decir que está más ligada al panismo que la izquierda, son los que no han perdido un solo momento para mantener una política anti AMLO en prácticamente todo.
La otra derecha es una más inteligente pero no menos dañina, está encabezada por Ebrard. Ésta ha jugado un papel de conciliación entre AMLO y los chuchos, ha planteado la necesidad de la “unidad” de la izquierda bajo un programa más a la derecha del que plantea AMLO y la integración de sectores de la pequeña y mediana burguesía a la campaña electoral y a un posible gobierno de izquierda.
En realidad estás han sido las condiciones que ha planteado la derecha del partido para mantener la “unidad” de AMLO con el PRD. Tendríamos que preguntarnos si esta unidad es benéfica para el movimiento o no. La respuesta es muy clara: por supuesto que no. Para nosotros y para el movimiento en general es mejor una organización o partido político con una clarificación sobre sus tareas políticas y una asimilación de su programa, incluso el de los 50 puntos que es democrático nacional, y con una estructura como la que se está proponiendo dentro del Morena a un amasijo de fuerzas que más que fortaleces desoriente, desdibuja el programa y confunde a la base.
Le están intentando amarrar las manos a AMLO para contener y descarrilar la organización de los trabajadores que se está creando entorno a él y así el dirigente del Morena modere su discurso y limite su programa. Por ejemplo
cuando AMLO va a España dice que no va a renacionalizar las empresas como Pemex y otras importantes, sino que simplemente va a ver más apertura para terminar con los monopolios. Años atrás AMLO se había pronunciado por renacionalizar estas empresas que son fundamentales para capitalizar los potenciales del país.
No es raro que después de esta negociación que se ha dado a lo interno y después de que se dieron a conocer unas encuestas que se hicieron a los 500 empresarios más influyentes de nuestro país y donde se da la noticia que si la burguesía tendría que escoger entre los candidatos de izquierda el 98% apoyaría a Ebrard, AMLO haya dado un giro de 180 grados en su discurso y acto seguido empresarios históricamente panistas se estén pronunciando por él. Tenemos que ser claros en este sentido, estos dos bloques de derecha que dirigen el PRD son el ala derecha dentro de la izquierda, son el contrapeso burguesa frente a las aspiraciones reformistas de izquierda.
Internamente las elecciones han demostrado que la derecha va a detentar la dirección del partido y no darán ninguna posibilidad para que esta le sea arrebatada. Hubo un pequeño incidente que demuestra el fin último de las corrientes a lo interno del partido: supuestamente corrientes contrarias en su ideario político se unificaron para luchar contra el enemigo “principal”, el grupo de Ebrard. En realidad lo que está en juego son sus puestos en el aparato. La actitud de las corrientes es profundamente oportunista, todos se mueven bajo la lógica de obtener puestos y recursos.
¿La izquierda dentro del PRD tiene algún futuro? Esta pregunta está condicionada por muchos aspectos, la primera y más importante es la actitud que tiene AMLO hacia el partido. Durante más de 5 años no ha decidido este camino. Él ha sentado las bases para la formación de un nuevo partido, el cual es seguro que se conforme legalmente en noviembre del siguiente año. Es más probable que el Morena se consolide como un nuevo partido que dentro del PRD se pueda desarrollar una lucha seria y de principios por rescatar al PRD.
No dudamos que gente sana y honesta esté interesada por rescatar al partido, pero son contados. Mientras, en el Morena se están aglutinando amplias capas de trabajadores sobre la lógica de avanzar a una sociedad mejor. En el próximo periodo veremos cómo las tendencias de derecha se desenmascaran frente al movimiento de masas. Los marxistas tenemos que insistir en la necesidad que tiene AMLO de separarse de estas alas y profundizar la alianza del Morena con los trabajadores del campo y la ciudad y no con los empresarios.
Si AMLO gana las elecciones, el PRD tendrá una bocanada de aire para mantenerse y agazaparse en diferentes puestos de gobierno, si se pierden las elecciones el partido se va a revolver entre recriminaciones a la izquierda y reforzará un giro más claro a la derecha. Para el Morena la cosa es diferente porque se gane o se pierda su vida interna se va a ver reforzada sobre el debate de hacia dónde seguir o en que se falló. Habrá compañeros que se irán a casa quemados pero en lo general se sentarán las bases para un avance cualitativo en las capas más avanzadas de los trabajadores.