Elecciones en Bolivia: cambios tectónicos en el escenario político

Por primera vez en 20 años, el MAS ha perdido las elecciones presidenciales. Y no ha sido una derrota cualquiera. De haber ganado casi el 55% de los votos en 2020, ahora la sigla del MAS apenas llegó al 3%. En su lugar, en segundo puesto, con el 26.7% de los votos válidos está Tuto Quiroga, vicepresidente de Banzer, y el mismo que perdió las elecciones de 2005 contra Evo Morales. En primer puesto, con más del 30%, Rodrigo Paz y su vicepresidente el «capitán Lara» tuvieron una victoria sorpresiva, ya que las últimas encuestas antes de las elecciones los posicionaban con menos del 9% del voto. Adicionalmente, es necesario resaltar otro resultado inusual: los votos nulos y blancos en total sumaron más del 20% de todas las papeletas (de un total de 233 000 nulos en 2020, la cifra saltó a 1,3 millones este año). ¿Cómo se explica este colosal cambio en el escenario político de Bolivia?

El trasfondo de estas elecciones fue la crisis económica que lleva 2 años azotando el país, así como el conflicto interno del MAS, en torno a la figura de Evo Morales. Un análisis extenso de estos fenómenos se puede encontrar en otros artículos que hemos publicado, aquí basta decir que son estas dos crisis gemelas las que llevaron al colapso del voto del MAS. Evo, habiendo sido inhabilitado, en lugar de dar su apoyo a otro candidato de la izquierda, como su ex discípulo Andrónico Rodríguez, llamó a votar nulo. Una buena parte de los votos inválidos entonces se debe al apoyo que todavía tiene el expresidente, particularmente en las regiones rurales. Una proporción menor de los votos nulos se puede adjudicar a un sector de la población, particularmente la juventud, que no reconoció en el espectro político en oferta ninguna propuesta realmente satisfactoria.

El apoyo expresado hacia Evo a través del voto nulo no debería sorprender. Para un sector considerable de la población, el expresidente todavía es sinónimo con una época de prosperidad y mejoras en las condiciones de vida. Sobre esta base, si no surge una alternativa a la izquierda en el próximo período, Evo podría volver a convertirse en un punto de referencia para capas más amplias de la sociedad. Si sumamos los votos que obtuvo la izquierda (Andrónico, MAS y los votos nulos) se trata de más de 2 millones de papeletas, o el 31,4% de todos los votos. Entonces claramente la izquierda todavía existe, solo que ya no tiene representación en el legislativo, lo que también significa que las luchas que vendrán necesariamente tendrán que librarse exclusivamente en las calles.

En vísperas de las elecciones, el escenario que parecía estar formándose era uno de un retorno de las mismas viejas caras de la derecha al poder. El archi-reaccionario y fiel sirviente del imperialismo estadounidense Tuto Quiroga por un lado, y el empresario «centrista» Samuel Doria Medina por el otro. El sorpresivo resultado obtenido por Paz y Lara puede explicarse precisamente en un rechazo a estas personalidades conocidas. La población se cansó del MAS (el MAS de los últimos años al menos), pero también recuerda y rechaza a la vieja derecha, autora de tantos abusos y masacres contra la población pobre y trabajadora. Paz también se posicionó como una figura más «popular» y pragmática, lo cual en definitiva igual lo ayudó a desmarcarse de su competencia y ganarse el apoyo de sectores más amplios. Particularmente, su rechazo a la posibilidad de dirigirse al FMI, una institución profundamente odiada en el país, correctamente reconocida como un instrumento del imperialismo estadounidense, para pedir ayuda económica vale la pena mencionar.

Sin embargo, es fundamental reconocer que aunque la apariencia de los dos candidatos que se dirigen a la segunda ronda parece ser muy diferente, tanto en propuestas como en la forma de llevar a cabo su campaña, la esencia de las políticas que cualquiera de los dos tendrá que llevar a cabo en el poder es la misma, y sigue la lógica del capitalismo en crisis. Tuto promete la «revolución propietaria liberal más profunda de la historia» en Bolivia. Esta consigna solo puede significar un ajuste brutal y el empobrecimiento de la gran mayoría. El paso número uno de su programa, y del que depende todo lo demás, es el préstamo del FMI para introducir dólares a la economía. Esto significaría atar al país nuevamente al imperialismo estadounidense, y no importa cuánto intente endulzarlo, todo préstamo del FMI viene con condiciones, que en la situación económica actual pueden resumirse en una sola palabra: austeridad. Su promesa de convertir Bolivia en un «país de propietarios» es demagogia pura.

Por el otro lado, Rodrigo Paz habla de crear un «capitalismo para todos», un lema bastante similar al país de propietarios de Tuto en el sentido de su demagogia, ya que a una frase tan vacía se le puede dar el contenido que uno quiera. ¡Bolivia ha estado viviendo «capitalismo para todos» por los últimos 150 años! Capitalismo para todos significa bienestar extremo para una pequeña minoría y pobreza y miseria para la gran mayoría. En todo caso el contenido que Paz le da a su lema es más pragmático que Tuto. A diferencia de este último, que es un burgués clásicamente postrado ante Estados Unidos, Paz reconoce que otras posibilidades han surgido. El declive relativo de EEUU y el auge de China y Rusia significan que Bolivia podría mantener su orientación hacia estos últimos, posiblemente obteniendo mejores condiciones al conseguir ayuda para salir de la crisis. Pero Paz no solo rechaza la posibilidad de obtener un crédito del FMI, rechaza la necesidad de obtener cualquier crédito del exterior, diciendo que la riqueza para solucionar la crisis se encuentra en el país. En esto tiene razón, pero si se mantiene el capitalismo, como claramente plantean ambos candidatos, buena suerte sacando esa riqueza de manos privadas, que no tienen un interés en el desarrollo del país.

Aceptar el capitalismo significa jugar por sus reglas, y la austeridad es una necesidad objetiva del capital en la época de crisis orgánica en la que estamos. Más allá de las diferentes formas en las que esta se vaya a presentar, o los bloques imperialistas hacia los que se vaya a orientar el país, la posición fundamental de Bolivia como exportador de materias primas para el mercado mundial se mantendrá, y seguiremos viviendo la grotesca situación de tener una población empobrecida en un país rico en recursos.

Vale la pena mencionar también otro elemento del atractivo de Paz: su candidato a vice. La imagen de Edman Lara gira en torno a su oposición a la corrupción, particularmente dentro de la policía, de la cual fue expulsado precisamente por tratar de exponer la corrupción en esta institución. Definitivamente da una mejor impresión que el vice de Tuto, hijo de un burgués que saqueó los fondos de pensiones a través del colapsado Banco Fassil. Sin embargo, debemos ser claros: el capitalismo y la corrupción son hermanos gemelos, no es posible tener el uno sin el otro. Los intentos del «capitán» de eliminar la corrupción inevitablemente se verán frustrados, no importa lo sinceras que sean sus intenciones. Los intentos de Lara de luchar contra la corrupción en la policía culminaron en su expulsión de la institución. Un resultado similar le aguarda si se convierte en un obstáculo demasiado grande dentro del Estado.

La única forma de eliminar la corrupción es derrocar el capitalismo, instaurando la dictadura del proletariado, basándose en las condiciones formuladas claramente por Lenin en El Estado y la Revolución:

  1. Elección de todas las autoridades, con revocabilidad inmediata si no cumplen su función
  2. Ninguna autoridad debe percibir un sueldo mayor que aquél de un obrero promedio
  3. Ningún ejército permanente, sólo el pueblo armado (aquí la solución a la corrupción de la policía)
  4. Rotatividad de las tareas de la administración del Estado. («Que cada cocinero sea primer ministro y cada primer ministro cocinero»)

Este es, fundamentalmente, el programa de la revolución socialista, y es la única vía hacia adelante para las masas de Bolivia. La llegada del MAS al poder se dio después de varios años de inmensas luchas revolucionarias en el país, que en más de una ocasión hubieran podido derrocar el capitalismo y abrir el camino hacia la revolución proletaria. Pero a falta de una dirección revolucionaria con un programa claro, el MAS surgió como única vía para solucionar los acuciantes problemas de las masas. El ciclo reformista abierto en 2006 ahora definitivamente llega a su fin. Es esencial aprender las lecciones de los últimos 25 años, para prepararse para los enfrentamientos que vienen y no cometer los mismos errores. Gane quien gane la segunda vuelta, las condiciones de vida y los derechos conquistados en el período pasado tendrán que ser defendidos a través de la lucha. Los intereses de los capitalistas están completamente en oposición a los de la clase trabajadora: si uno gana, el otro tiene que perder. Estas elecciones son una victoria para el capital, que se asegura una representación sólida en el Estado, pero es una victoria pírrica: los candidatos que van a segunda vuelta en realidad tienen una base de apoyo relativamente débil. Paz obtuvo 1,7 millones de votos, y Tuto 1,4 de un total de 6,9 millones. La guerra continúa, y no concluirá hasta que los obreros hayan tomado el poder. La historia no transcurre en vano, y el proletariado boliviano aprenderá valiosas lecciones en el próximo período. Es el deber de todos los comunistas acompañarlos en cada paso y luchar hombro a hombro, preparando las fuerzas para la victoria final.

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