Durante 30 años, los trabajadores estadounidenses han sido objeto de ataques. Durante décadas, hubo muy pocas luchas ofensivas y aún menos luchas victoriosas. Entre 1973 y 2007, la sindicalización del sector privado se redujo en más del 75 por ciento y la desigualdad aumentó en un 40 por ciento. Los niveles de huelga se redujeron a mínimos históricos. Políticamente, se produjo un giro a la derecha y tanto Demócratas como Republicanos se peleaban para llevar a cabo los deseos de los capitalistas. Los dirigentes sindicales solamente ofrecían la política fracasada de “acuerdo social” en las fábricas y en las urnas. A pesar de las heroicas tradiciones del pasado, este período llevó a muchos a pensar que los estadounidenses “les va todo bién” o que de alguna manera los trabajadores estadounidenses se habían “aburguesado”. La lucha de clases y la revolución podían ocurrir en Venezuela o Egipto, pero no en los EE.UU..
Sin embargo, el viejo “topo de la historia” había seguido cavando bajo tierra todo este tiempo. Una reducción salarial aquí, una ejecución hipotecaria allá, los crecientes costos de la salud aquí, una fábrica cerrada y deslocalizada allá. Poco a poco, las bases económicas del “sueño americano” se han ido cercenado, y con ellas, las ilusiones de que el capitalismo es el “mejor de los mundos posibles”.
Nosotros siempre hemos tenido una confianza suprema en la clase obrera de los EE.UU.. Entendimos que los trabajadores estaban aprendiendo de su experiencia y que inevitablemente entrarían en el camino de la lucha en un determinado momento. Después de todo, un péndulo sólo puede oscilar hasta cierto punto hacia la derecha antes de empezar a oscilar hacia la izquierda. Y cuanto más vaya en una dirección, más dramáticamente girará en sentido contrario una vez que cambie la marea. Estamos todavía en los inicios del proceso, y no hay que exagerar, pero ya se puede vislumbrar el enorme potencial colosal para el futuro.
Los jóvenes ocupan Wall Street y más allá
No hay que ir más lejos, sino solamente ver el movimiento Ocupa, que se ha extendido a prácticamente todas las ciudades del país. Se ha prolongado durante semanas y semanas y no muestra señales de disminuir en el corto plazo. Es cierto
que los objetivos de los manifestantes son diversos y que les falta cohesión política, pero en una cosa están unidos: no están satisfechos con el status quo y están dispuestos a hacer algo más allá de quejarse al respecto. Se trata de un fenómeno sin precedentes y está preñado de implicaciones revolucionarias para el futuro.
“Ya basta! Somos el 99%! “ Este es el sentimiento que expresan los jóvenes valientes que ocupan la Plaza de la Libertad en Nueva York, a sólo unos metros de distancia de Wall Street. Esta es el sentimiento acumulado de millones de personas, no, miles de millones de personas en todo el mundo. ¡Basta de desempleo! ¡Basta de guerra! ¡Basta de pobreza! ¡Basta de discriminación!
Vivimos en la era más rica y más productiva en la historia de la humanidad. Pero los límites absurdos, irracionales e inhumanos del capitalismo significan que no hay suficientes puestos de trabajo, hogares, o alimentos para todos en un mundo de abundancia. Esto siempre ha sido la triste realidad para cientos de millones de personas alrededor del planeta. Pero ahora ha llegado a casa al epicentro mundial de la codicia capitalista, la especulación, y la indiferencia ante el sufrimiento humano: Wall Street.
Y se está extendiendo. Las ocupaciones se han extendido a ciudades de todo el país y de todo el mundo, inspirándose los unos a los otros en su heroica resistencia a los recortes, la austeridad, y la miseria que se nos impone a todos. Es el comienzo de un nuevo despertar, una nueva conciencia, y lo más importante, un nuevo deseo de actuar, de hacer realmente algo. Miles de jóvenes, antes ridiculizados como apáticos y apolíticos, han despertado la imaginación de millones de personas.
No habíamos visto una convergencia de las luchas a este nivel desde el movimiento anti-globalización de los años 1999 y 2000. El 11 de septiembre, la Ley Patriota, una década de guerras, y las ilusiones sinceras en los Demócratas, en gran medida soterraron la ira y el descontento. Ahora vuelven con fuerza redoblada, a un nivel aún más alto. El enemigo ya no es la “globalización” en abstracto. El enemigo está más claro que nunca: la dominación empresarial de la economía y la política. Una capa cada vez más amplia están llegando a la conclusión que la raíz de todos estos males es la misma: el capitalismo.
Por definición, el capitalismo es un sistema que defiende los intereses de la clase capitalista. En la medida en que los capitalistas son en realidad menos del 1% de la población, éste es un sistema que opera en contra de los intereses del 99% restante. De ello se desprende que si nos limitamos a la búsqueda de soluciones a la crisis dentro de los límites del capitalismo, nos limitamos a las soluciones que sólo se puede realmente beneficiar al 1%. Necesitamos un enfoque diferente. Tenemos que mirar más allá de los estrechos horizontes del sistema actual. La mayoría trabajadora tiene todo el derecho y una necesidad de gestionar democráticamente la sociedad en sus propios intereses.
El movimiento obrero y ocupa
El movimiento Ocupa todavía tiene que cristalizar en torno a un programa claro y una dirección. Ante la falta de una dirección clara por parte de los sindicatos y la ausencia de un partido obrero de masas en este país, esto no debería ser ninguna sorpresa. Pero los acontecimientos y la experiencia ayudarán a las capas más avanzadas sacar conclusiones revolucionarias.
Hasta ahora, el movimiento no ha implicado a las capas más amplias de la clase obrera, del movimiento obrero organizado. Pero ¿acaso los movimientos revolucionarios de masas no empiezan siempre de esta manera?. Los jóvenes son el proverbial “barómetro” de la sociedad, los primeros en entrar en acción. Sin embargo, los problemas a los que se enfrenta la clase trabajadora no se pueden resolver a través de meras reformas o retoques del sistema. Esperaban contra toda esperanza que la crisis pasaría, pero sólo ha empeorado. Tarde o temprano, los trabajadores también se verán obligados a entrar en el camino de la lucha de masas, y cuando lo hagan, toda la dinámica va a cambiar.
Muchos sindicatos ya han manifestado su solidaridad con los ocupantes en Wall Street. Las declaraciones de solidaridad son importantes. Pero lo que realmente se necesita es una acción decidida. En Nueva York hay 1,2 millones de trabajadores organizados que podrían cerrar Wall Street en un santiamén deteniendo el tránsito, cortando el suministro eléctrico, líneas telefónicas, y el agua, suspendiendo el servicio de eliminación de desechos y servicios de limpieza, cerrando hoteles y restaurantes, y movilizando a de decenas de miles de trabajadores para ocupar físicamente el bajo Manhattan. El movimiento Ocupa ya ha empezado a llegar a los sindicatos, y algunos grupos de trabajadores han comenzado a apoyar la ocupación en las calles. ¡Este es el camino a seguir! Si el Trabajo pone su fuerza, número y recursos al servicio del movimiento, esto podría transformar la situación. Ahora hay que extender la lucha a todos los lugares de trabajo, los institutos y universidades y barrios.
La política burguesa y el gobierno desacreditado
Hace tres años, muchos de estos jóvenes apoyaron la promesa de Obama de cambio. Ahora están tomando las cosas en sus propias manos. Con las elecciones presidenciales a sólo 12 meses de distancia, los estadounidenses se sienten frustrados y enojados. El 90% piensa que la economía está podrida, un nuevo récord. El gobierno tiene su más bajo nivel de aprobación. Sólo el 15% de los estadounidenses confían en que el gobierno federal hará lo correcto siempre o la mayoría de las veces. Hace sólo un año esa cifra era del 25%. Y, sin embargo de manera abrumadora quieren que el gobierno proporcione puestos de trabajo, salud, educación, seguridad social, y reconstruya la deteriorada infraestructura del país.
Esto puede parecer una contradicción inexplicable. Pero en el fondo, muestra que los estadounidenses están buscando una solución colectiva a sus problemas. Sin embargo, no confían ni que los representantes del gobierno ni las estructuras existentes lo vayan a hacer. ¡Y con razón! Tanto Demócratas como Republicanos están a la entera disposición de las grandes corporaciones. Son estas entidades no elegidas, y que no rinden cuentas, las que realmente tienen la última palabra en el gobierno y la economía. Son ellos los que determinan quién trabaja, quién tiene una casa para vivir, quién tiene acceso a servicios de salud y educación y quién no.
El electorado quiere “¡expulsar a los vagabundos!” Pero, ¿quién debería reemplazarlos? El gobierno puede defender los intereses de los trabajadores, o defender a los capitalistas. O bien hará uso de su poder y recursos para mejorar la vida de la mayoría, o de lo contrario los usará para enriquecer aún más a los ricos. Si no incursiona en la riqueza y la propiedad de los ricos, empujará las condiciones de vida y de trabajo de las masas hacia abajo aún más.
No importa qué “intenciones” tenga un político, es lo que realmente hacen lo que cuenta. Hechos valen más que mil palabras. Administraciones Republicanas y Demócratas sólo ofrecen variaciones de las mismas políticas pro-empresariales. Incluso si aceptáramos que hay “Demócratas buenos” e incluso “Republicanos buenos,” el hecho indiscutible es el siguiente: nunca conseguirán nada como parte del aparato de sus respectivos partidos, que están totalmente dominado por las grandes empresas. Por eso necesitamos un gobierno de los trabajadores. Y para lograrlo, necesitamos un partido obrero armado con un programa socialista.
Las elecciones fuera de año electoral también nos dan una visión parcial del estado de ánimo cambiante. En el “atrasado” Mississippi, los votantes rechazaron un ataque abierto contra el derecho al aborto, o incluso el uso de control de la natalidad. En la “racista” de Arizona, el autor de la infame SB 1070, la draconiana ley anti-inmigrante, fue expulsado de su cargo por los votantes. Y en el “apático” Ohio, millones de trabajadores inundaron las urnas para rechazar la legislación anti-sindical salvaje del gobernador. Estas victorias electorales fueron en todos los casos el resultado de campañas masivas por la base sobre estos temas. Sin duda, los Demócratas y los Republicanos siguen en el poder, dada la falta de una alternativa real, eso era de esperar. Sin embargo, el estado de ánimo a favor de una política de clase independiente y un partido obrero está creciendo.
El estado de opinión contra los ricos también está creciendo. Mientras que el resto de nosotros sufrimos el desempleo y los recortes, las ganancias de Wall Street se han disparado, en un asombroso 720% entre 2007 y 2009. A los directores generales se les paga más de 300 veces el salario promedio de los trabajadores, un aumento impresionante de la ratio de 40 veces el salario que existía hace tres décadas. En cuanto a los jóvenes está claro que no tienen futuro bajo el capitalismo. Una encuesta reciente de Pew Research reveló que los hogares encabezados por personas de hasta 35 años poseían una media 3.662 dólares en 2009, 47 veces menos que el valor neto medio de los hogares encabezados por personas mayores de 65 años. Y con el desempleo y la deuda galopante, no hay luz al final del túnel para esta “generación perdida”.
No es de extrañar que hay una creciente reacción contra esta situación. Según encuesta reciente de ABC / Washington Post el 75% de los estadounidenses apoyan aumentar los impuestos a los millonarios para reducir el déficit federal. Existe una amplia oposición a los recortes a los programas de salud y medicamentos Medicare, Medicaid, Seguridad Social y otros programas sociales. Y por primera vez desde 1930, la mayoría de los estadounidenses están a favor de la redistribución del ingreso y la riqueza. Según otra encuesta reciente de New York Times / CBS News, una mayoría amplia del 66 por ciento de los esta
dounidenses piensan que la riqueza de la nación debe ser distribuida de manera más uniforme. ¿Quién dijo que las ideas socialistas no conectan con el “público en general”?
Los republicanos y los demócratas están a la greña sobre quién tiene un mejor plan para reactivar la economía y crear empleo. Pero si la creación de empleo fuera tan fácil, ¿por qué no lo han hecho todavía? La verdad es que no tienen ni idea de cómo crear puestos de trabajo sin dejar de asegurar los enormes beneficios de sus amos empresariales. No se puede cuadrar el círculo. Los capitalistas están en el negocio de obtener ganancias, no la creación de puestos de trabajo. Por lo tanto, la única solución que tienen es exprimir todavía más a los trabajadores. Pero esto tiene sus límites.
¿Por qué las protestas?
Los medios de comunicación han insistido mucho sobre el hecho de que el movimiento de Occupy Wall Street no tiene un mensaje unificado y coherente.Tratando de menospreciarlo, con aire de suficiencia, señalan que el movimiento Ocupa es una mezcla amorfa y heterogénea de personas. Todos los matices de opinión política y ideologica están presente: los anarquistas de Makhno y libertarios de Ron Paul; socialistas trotskistas y neo-hippies de la Nueva Era , Anonymous y Zeitgeist; los ateos y los creyentes de línea dura; las personas sin hogar y los que han dejado sus puestos de trabajo para convertirse en manifestantes a tiempo completo contra el desempleo.
Se burlan del hecho de que el movimiento no ha acordado políticas específicas de cambio para que los partidos políticos dominantes las implementen. Los que dan crédito a los manifestantes por haber “sensibilizado” a la población acerca de los problemas del país, pasan a exigirles que dejen las decisiones reales a “los grandes” en los institutos de opinión y centros de poder. Sin embargo, pocos quieren abordar el verdadero corazón de la cuestión: ¿cuáles son las razones fundamentales para el movimiento? ¿Por qué aquí? ¿Por qué ahora?
En pocas palabras, el movimiento es una expresión justamente de las mismas frustraciones que llevaron a la primavera árabe. Claro, muchos analistas reconocen que los manifestantes de Wall Street fueron “inspirados” por los acontecimientos en la plaza Tahrir. Pero evitan mencionar que desde El Cairo a Wall Street, los manifestantes están por encima de todo “inspirados” por la misma cosa: la cruda realidad de la vida bajo el capitalismo a principios del siglo 21.
Aparte de la deuda, el desempleo, la desigualdad y la pobreza en un mundo de abundancia, la generación post 11 de setiembre mira al futuro y tiene poco que esperar. Para los jóvenes, en particular, el presente es cada vez más insoportable, y lo único cierto acerca del futuro es la certeza de que el mañana será aún más sombrío que el hoy. En resumen, las protestas tienen poco que ver con tal o cual queja específica, y todo que ver con la crisis del sistema capitalista.
Los marxistas no somos deterministas económicos. Entendemos que la superestructura ideológica, cultural y política pueden jugar un papel importante en moldear las bases económicas de la sociedad. Pero en el última instancia, es la base económica la que define los parámetros básicos en los que opera la sociedad. Antes de la llegada de las computadoras y el desarrollo de la tecnología para producir cohetes, un viaje a la luna no era más que una posibilidad abstracta.
En otras palabras, la infraestructura económica de la sociedad en última instancia, determina lo que es posible en la sociedad. La crisis del capitalismo significa que hay muchas menos posibilidades para la mayoría de la humanidad, al menos mientras continúe éste sistema.
Seamos o no conscientes de ello o no, todos nos vemos afectados por las condiciones que nos rodean. En el fondo, nuestras ideologías y las luchas son reflejo y expresión de los cambios en los fundamentos económicos de la sociedad. Una época de crisis económica conduce inevitablemente a una época de crisis social y política, aunque esto nunca es un proceso lineal, negro y blanco, fácil de definir.
Los hechos hablan por sí mismos
Pero no se crean simplemente lo que afirmamos.Los hechos y las cifras hablan por sí mismos. Éstas son sólo algunas razones por las miles de personas han ocupado Wall Street y cientos de otras ciudades de los EE.UU.:
En 2010 había menos puestos de trabajo y con salarios más bajos, excepto en la cúspide. El salario promedio cayó de nuevo en 2010, un 1,2 por ciento, a 26.364 dólares. Eso representa 507 dólares a la semana, el nivel más bajo, ajustado a la inflación, desde 1999. Al mismo tiempo, la cantidad de personas que ganan más de $1 millón aumentó en un 20 por ciento en comparación con 2009. (1)
El número de estadounidenses que trabajan cualquier tipo de trabajo se redujo de nuevo en 2010, en más de medio millón desde el 2009 a menos de 150,4 millones, menos de la mitad de la población total del país. Más significativamente, el número de personas con cualquier trabajo se ha reducido en 5,2 millones desde 2007, cuando la peor recesión desde la Gran Depresión comenzó, seguida por un enorme rescate de los contribuyentes a Wall Street a finales de 2008. Esto significa un 3,3 por ciento de las personas que tenían trabajo en 2007, o uno de cada 30, pasó todo el 2010 sin ganar un dólar.
Además, a los 5,2 millones de personas que ya no tienen ningún trabajo hay añadir aproximadamente 4,5 millones de personas que, debido al crecimiento de la población, en condiciones normales entrarían a formar parte de la fuerza de trabajo en esos tres años y tienes a cerca de 10 millones de trabajadores que no encontraron ni siquiera una hora de trabajo pagado en el 2010.
El desempleo de los adolescentes (entre 16 y 19 años de edad) se sitúa en casi el 25%. Para los adolescentes blancos es del 20,9%, 20,2% para los latinos, y un increíble 44,8% para los negros.
Al mismo tiempo, las empresas no financieras están sentadas en más de $ 2 billones de dólares en efectivo (cerca de $ 7.000 por cada estadounidense) que no pueden invertir de forma rentable. Este dinero no puede ni
siquiera ser invertido para ganar el equivalente a la tasa de inflación.
Desde la década de 1980, la mayor parte del aumento de la riqueza del país se han ido al 10% más rico de la población.
En los últimos diez años, los ingresos del 1% más rico se han incrementado en un 18%, mientras que los de los obreros varones de cuello azul han disminuido en un 12%. El llamado “sueño americano” se ha hecho añicos.
Las cifras anteriores dan una imagen clara como el “por qué” del movimiento. ¡No extrañar que los estadounidenses no estén satisfechos con el presente y sean pesimistas sobre el futuro! ¡No es de extrañar que muchos jóvenes han decidido ya basta!
¿Quiénes son el 99%?
La consigna “somos el 99%” es una expresión del hecho de que los intereses de la inmensa mayoría no están representados en la política y la economía. Refleja una comprensión instintiva de que la verdadera riqueza y el poder de la sociedad se concentran en muy pocas manos.
Héctor R. Cordero-Guzmán, Ph.D. ha producido un interesante estudio (2) basado en las respuestas a una encuesta en occupywallst.org .Como él mismo explica, el estudio “sugiere que hay una corriente de insatisfacción enorme entre el público en general con las tradicionales afiliaciones a partidos políticos y un apoyo enorme a un cambio radical en los Estados Unidos de América.” Aquí están algunos ejemplos:
- El 92,5% de los encuestados apoya ya sea poco o mucho las protestas, con la mayoría de los encuestados indicando un fuerte apoyo. Una cuarta parte de la muestra (o 24,2%) participaron en las protestas de Ocupa Wall Street antes del 5 de octubre de 2011.El 91,8% de la muestra cree que las protestas de Ocupa Wall Street seguirán creciendo.
- El 64,2% de los encuestados eran menores de 34 años de edad.Aunque la muestra es relativamente joven, uno de cada tres encuestados es mayor de 35 años y uno de cada cinco encuestados tiene 45 años o más.
- El 7,9% de los encuestados tienen un diploma de secundaria o menos.Un increíble 92,1% de la muestra tiene alguna educación superior, un título universitario o un título de posgrado. El 27,4% fueron a la universidad (pero sin título), el 35% tiene un título universitario, un 8,2% fueron a alguna escuela de postgrado (pero sin título), y cerca de un 21,5% tienen un grado de la escuela de posgrado. El 26,7% de los encuestados estaban matriculados y el 73,3% no estaban matriculados.
- El 50,4% estaban empleados a tiempo completo y otro 20,4% adicional estaban empleados a tiempo parcial. El 13,1% de la muestra están desempleados.
- Un 47,5% de la muestra gana menos de $24.999 dólares al año y otra cuarta parte (24%) ganan entre $25.000 y $49.999 por año 71,5% de la muestra gana menos de $50.000 por año. 15,4% de la muestra gana entre $50.000 y $74.999.
- El 27,3% de los encuestados consideraban a sí mismos Demócratas, otro 2,4% dijo que eran Republicanos.Una proporción muy grande de la muestra, cerca de 70,3%, se consideraban independientes.
Así, mientras que el movimiento ha atraído a todo tipo de personas de diferentes ámbitos de la vida, lo cierto es que es predominantemente joven, con un alto nivel educativo, y mayoritariamente insatisfechos con los partidos políticos actuales. Agobiados por las deudas y el desempleo y con pocas perspectivas de un futuro mejor, están dispuestos a luchar para cambiar las cosas para mejor. Los paralelismos con Túnez, Egipto, Grecia, España y más allá son evidentes.
El retraso de la crisis
Durante los últimos 30 años más o menos, con algunas notables excepciones, la lucha de clases parecía no estar al orden del día en los EE.UU. De hecho, durante casi todo el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, la idea de que las condiciones de vida continuarían mejorando de una generación a la siguiente recibió un fuerte impulso a partir de la experiencia misma.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo de los EE.UU. recibió un nuevo soplo de vida. Sus recursos naturales, población y capacidad productiva quedaron virtualmente intactos. Se benefició generosamente de la reconstrucción de Europa y Japón después de la catastrófica destrucción de la guerra. Tecnologías nuevas y mejoradas, tales como plásticos y computadoras crearon nuevos campos de expansión y desarrollo. Los EE.UU. se convirtieron en mayor acreedor del mundo y tenía la mayoría de las reservas mundiales de oro en sus bóvedas.
La división de nuevas “esferas de influencia” global en conjunto con la Rusia estalinista llevó a una cierta estabilidad política y económica por un período de décadas. Todo esto fue la base material del “Sueño Americano”. Un trabajo, una casa, un coche, y una educación universitaria estaban a disposición de millones de estadounidenses más. Los capitalistas siguieron quedándose con los beneficios, pero a las masas se les permitió tener unos pocos bocados jugosos de la mesa del banquete.
A pesar de la creciente disparidad en la riqueza relativa, la situación de millones de estadounidenses realmente mejoró, al menos en términos de riqueza absoluta. Es decir, la porción de la riqueza excedente que fue a los ricos creció más rápidamente que la parte que se dirigió a los salarios y prestaciones de los trabajadores, pero por lo menos muchos trabajadores podían permitirse más bienes de consumo e incluso comprar una barca de pesca o irse de vacaciones de vez en cuando.
El colapso de la URSS abrió vastos territorios nuevos a la explotación capitalista, dando al sistema un nuevo impulso temporal. Los aumentos en productividad gracias a la robótica y la revolución tecnológica hicieron posible una explotación aún mayor de los trabajadores y beneficios extraordinarios para la clase dominante. China e India también abrieron sus puertas a la inversión capitalista, extendiendo aún más el alcance del mercado. La expansión masiva del crédito y el aumento de precios de la vivienda le dio un nuevo -aunque temporal y artificial- impulso para el sistema. Pero con el tiempo, todo eso se fue agotando, y los factores que llevaron a la expansión económica se convirtieron en su contrario.
Condiciones y conciencia
Tiempos de bonanza económica dan lugar a perspectivas optimistas sobre el futuro.Los períodos de crisis tienen justamente el efecto contrario. Durante toda una época histórica, el capitalismo parecía haber superado sus contradicciones y para una capa importante de la población era un sistema que servía. Naturalmente, esto llevó a una relativa moderación de la lucha de clases. Pero todo eso ya ha terminado. La confianza optimista de los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial ha quedado atrás. La idea de que el “american way of life” (“modo de vida americano”) está aquí para quedarse y es un modelo para todo el mundo desapareció. El capitalismo de EE.UU. es un sistema en decadencia, y esto se refleja inevitablemente en la moral del pueblo estadounidense.
En lugar de la emocionante carrera espacial a la Luna, la NASA está recortando y privatizado. En lugar de pleno empleo hay el desempleo masivo. En vez de producir eficientemente científicos y médicos para buscar una cura para el cáncer, la educación significa una vida de deudas y no es garantía de empleo. En lugar de una sociedad más “amable y gentil” para todos, las cárceles están repletas. En lugar de absorber “las masas hacinadas cansadas y pobres” del mundo (de las que habla el soneto de Lazarus en la Estátua de la Libertad), el desempleo entre los inmigrantes y las deportaciones están en niveles récord. En vez de aumentos de salarios y una pensión garantizada, se ha producido un colapso de los salarios reales en los últimos 30 años, y una jubilación cómoda es un sueño imposible para millones de personas.
La crisis del capitalismo, que sacudió el sistema hasta sus cimientos en la década de 1930, fue parcialmente superada, debido a una concatenación única de factores, algunos de los cuales se describen más arriba. Sin embargo, esos factores no se pueden reproducir, y como la noche sigue al día, lo que está firmemente en orden del día son batallas abiertas de la lucha de clases.
¿Cómo un rayo desde un cielo azúl despejado?
A muchos el movimiento les tomó por sorpresa. Pero para cualquiera que estuviera prestando atención a la economía y al creciente ambiente de descontento, estaba claro que algo grande estaba hirviendo a fuego lento bajo la superficie. En realidad, el período más reciente no ha sido completamente tranquilo. Hubo otros movimientos que precedieron a la ocupación de Wall Street. El 1999 las protestas contra la OMC en Seattle fueron un presagio del movimiento actual. Sin embargo, el 11 de septiembre, la Ley Patriota, y la “guerra contra el terrorismo”, soterraron de nuevo el movimiento, donde se coció a fuego lento durante otra década antes de estallar inevitablemente a la superficie nuevamente, esta vez en una escala mayor y con un apoyo mucho más amplio. También se dedicaron muchos esfuerzoas a las protesta contra las guerras en Irak y Afganistán, y en general contra las políticas de George W. Bush y Dick Cheney. Y en 2006, cuando el sistema comenzaba a paralizarse, fueron los trabajadores inmigrantes, que sufrieron la peor parte del impacto inicial de la crisis, los que salieron masivamente a las calles a luchar por sus derechos en un movimiento sin precedentes.
Cuando la crisis golpeó por primera vez directamente en el año 2008, hubo manifestaciones espontáneas en el bajo Manhattan. Nuestro folleto titulado “El capitalismo ha fracasado” (3) fue bien recibido en el propio Wall Street. La fábrica Republic Windows and Doors en Chicago fue ocupada por los trabajadores. Hubo protestas contra el plan de rescate bancario en Nueva York y en todo el país. Pero los efectos de la crisis fueron un shock importante. En la medida en que los dirigentes sindicales no ofrecían ninguna salida, los trabajadores agacharon la cabeza, mientras cientos de miles de puestos de trabajo se destruían cada mes en una auténtica hemorragia económica. Pero las elecciones de 2008 cortaron con esto. La campaña de Obama ofreció, de forma ilusoria, a los estadounidenses la esperanza de un “cambio en el que se puede creer” a través de un simple voto en las urnas.
En la medida en que los efectos de la crisis se iban haciendo sentir a todos los niveles hasta llegar a los estados, hubo importantes movimientos estudiantiles, sobre todo en California. Cada vez más los trabajadores del sector público eran el blanco de recortes y austeridad, con importantes movilizaciones de maestros en estados como Nueva Jersey. Luego, en los talones de la caída de Mubarak en Egipto, los ataques del gobernador “Hosni” Walker a los trabajadores del sector público en Wisconsin desataron una lucha inspiradora a una escala no vista en décadas.
Ahora son los jóvenes desempleados y sub-empleados los que están a la vanguardia, ocupando plazas y llamando la atención sobre el papel de los bancos en provocar y beneficiarse de la crisis económica. Pero todavía es sólo el principio del principio. Como los marxistas siempre han explicado, los jóvenes son un importante “barómetro” de la acumulación de presión en la sociedad, y una indicio de acontecimientos mucho mayores por venir.
Luchando contra la “nueva normalidad”
El surgimiento del movimiento Ocupa confirma por completo las perspectivas de los marxistas. Nosotros explicamos que incluso en las “entrañas del monstruo”, los trabajadores y los jóvenes finalmente se verían obligados a luchar. Nosotros hemos explicado que ésta es la “nueva normalidad” del capitalismo. No habrá retorno a los míticos “buenos viejos tiempos”. No quedará otra alternativa que luchar.
Algunos todavía se quejan de que la rabia acumulada no tiene un objetivo concreto como, por ejemplo, la lucha para derrocar a Mubarak. Es cierto que el movimiento en Egipto se unió inicialmente por el deseo implacable de librar al país de un odiado dictador. Sin embargo, en la medida en que la revolución egipcia ha continuado, las divisiones de clase profundas en la sociedad pasan cada vez más a un primer plano. En los EE.UU se desarrollará un proceso similar en los próximos meses, años y décadas. La “escuela de los golpes duros” que es la vida bajo el capitalismo proporcionará un montón de claridad.
En la actualidad, el movimiento implica a todo tipo de gente, desde reformistas hasta revolucionarios, y todo lo demás. La falta de claridad y la heterogeneidad es normal y natural en esta etapa de la reactivación de la lucha contra el capitalismo. Una cosa está clara: puede que los manifestantes estén totalmente seguros acerca de qué quieren, pero ¡tienen muy claro qué es a lo que se oponen!
El deber de los marxistas es luchar hombro con hombro como parte del movimiento y explicar pacientemente las ideas del marxismo revolucionario. El “socialismo” ya no es la “mala palabra” que solía ser. Miles de jóvenes están entusiasmados por estas ideas y están ansiosos por aprender más. Y aunque muchos están comprensiblemente desencantados por la política electoral, la idea de un partido obrero de masas basado en los sindicatos y armado con un programa socialista está conectando de manera amplia en las discusiones de las diferentes Ocupaciones de todo el país.
El movimiento cuenta con amplio apoyo: ¡que paguen los ricos!
Los medios de comunicación pueden burlarse del movimiento todo lo que quieran. Pero no puede evitar informar al respecto. Estén a favor o en contra, todos los estadounidenses saben que hay algunos entre ellos que están tan hartos de la situación actual que están acampados en el Zuccotti Park para protestar contra la codicia de las empresas, el desempleo y la desigualdad.
Hay literalmente millones de estadounidenses que simpatizan con ellos y están viendo como se desarrollan los acontecimientos. A pesar de toda la propaganda acerca de la falta de exigencias claras, una reciente encuesta (4) muestra que el 67 por ciento de los votantes de la Ciudad de Nueva York está de acuerdo con las manifestaciones. Maurice Carroll, director del Quinnipiac University Polling Institute (5), explica que “siete de cada 10 neoyorquinos dicen que entienden y la mayoría está de acuerdo con los puntos de vista anti-Wall Street de los manifestantes.”
Además, el 72 por ciento de los neoyorquinos en todo el estado están a favor de un “Impuesto a los Millonarios” sobre los que ganan más de $1 millón al año. De acuerdo con la encuesta, publicada por la Universidad de Siena 6, el impuesto tiene el apoyo del 83 por ciento de los demócratas, el 70 por ciento de los independientes, y hasta el 55 por ciento de los republicanos.Una encuesta similar realizada por el Daily Kos (7) muestra que casi el 75 por ciento en todo el país también apoya dicho impuesto.
Los EE.UU. son el país más rico del planeta. Tiene vastos recursos naturales y una numerosa fuerza de trabajo calificada y productiva. Y, sin embargo, el gobierno está recortando programas sociales vitales y afirma que no hay “suficiente dinero” para todos. Los estadounidenses instintivamente entiende que esto simplemente no es cierto. Hay más que suficiente riqueza en este país para financiar y ampliar los programas sociales, proporcionar atención de salud y educación universal, y para crear empleos de calidad para todos. Sólo hay un pequeño detalle: la mayor parte de la riqueza se concentra en las manos de varios cientos de individuos y grandes empresas.
Un estudio realizado por el Proyecto de Prioridades Nacionales, ha calculado que los recortes de impuestos para el 5% más rico cuestan al Tesoro de los EE.UU. una increíble suma de 11,6 millones cada hora de cada día (8). No es de extrañar que muchos estadounidenses están a favor de aumentar los impuestos a los ricos! Por supuesto, un modesto impuesto sobre los estadounidenses más ricos en sí mismo haría muy poco para atentar contra la verdadera riqueza y el poder de los capitalistas. Pero la élite gobernante resiste con uñas y dientes incluso esta modesta reforma. Esto no sólo significaría menos ganancias para ellos, también podría sentar un peligroso precedente. Hacer que los ricos paguen impuestos más altos podría abrir las compuertas para hacer que los ricos paguen también de otras maneras. Por ejemplo: un sistema de impuestos progresivos agresivo, juicio y encarcelamiento por fraude y corrupción, y la expropiación de las palancas clave de la economía si los capitalistas no pueden ponerlas a funcionar en beneficio de la mayoría. Es por esto que decimos: ¡que paguen los ricos!
Otra encuesta, esta vez de la revista Time (9), mostró lo siguiente: el 54% de los estadounidenses tiene una opinión favorable del movimiento Ocupa, el 79% cree que la brecha entre ricos y pobres ha crecido demasiado, el 71% que los directores generales de las instituciones financieras deben ser enjuiciados, el 68% piensa que los ricos deberían pagar más impuestos, y sólo el 27% tiene una opinión favorable del movimiento Tea Party.
En resumen, las protestas cuentan con un amplio apoyo, ya que expresan las frustraciones profundas de la mayoría de los estadounidenses. Las ocupaciones han cambiado drásticamente el diálogo político y el estado de ánimo en el país y marcan una nueva etapa en el cambio de conciencia de la clase obrera estadounidense y la juventud. El cineasta Michael Moore, otro “barómetro sensible” del estado de ánimo en la sociedad estadounidense, resumió sus opiniones en una reciente aparición en el programa de noticias de la BBC Newsnight, diciendo que “hay que poner fin al capitalismo.” ¡No podríamos estar más de acuerdo!
¿Qué sigue?
El movimiento Ocupa, si se generaliza, representa una amenaza mortal para los intereses de los capitalistas que controlan este país y el mundo. Ésta es la razón por la que los medios de comunicación están tratando de arrojar arena a los ojos de aquellos que están observando el movimiento, para desviar la atención de la gente de la causa real de la crisis y del descontento. Puede que tengan éxito en confundir a la gente por un tiempo. Sin embargo, toda la manipulación mediática en el mundo no puede cambiar el hecho de que el capitalismo sólo funciona para una pequeña minoría.
Hasta ahora, el movimiento no tiene una expresión política clara. Pero esto puede cambiar y cambiará. Las leyes favorecen al 1%. Para cambiar esta situación, necesitamos políticos y partidos que representen a la mayoría.
A pesar de ser el partido en el poder, los Demócratas están trabajando duro para cooptar el movimiento, para volver la rabia contra los ricos en su propio beneficio. Tienen la esperanza de dinamizar la base de su partido en el período previo a las elecciones de 2012. Pero muchos de los acampados ya han probado ese camino y protestan precisamente porque el cambio no ha venido votando a Obama y los demócratas. De hecho, las cosas sólo empeoraron. Así que, a ¿quién van a votar si no es por uno de los males “mayores” o “menores”?
Los dirigentes sindicales podrían reducir la confusión ofreciendo una alternativa audaz. Ellos deben tomar la iniciativa para ayudar a extender el movimiento a todas las fábricas, puestos de trabajo, institutos y universidades y barrios.Podrían cambiar la dinámica del movimiento y de todo el país si han cambiaran su curso actual de colaboración con la patronal en las fabricas y la asociación con el anti-obrero Partido Demócrata en las urnas.
El movimiento sindical tiene el poder y los recursos para movilizar a millones de trabajadores sindicalizados y no sindicalizados para luchar en las calles y en los puestos de trabajo.Cuenta con la infraestructura y los números para romper completamente con los demócratas y construir un partido obrero de masas, no como un “tercer” partido, sino como un contendiente por el poder político. En última instancia, tiene el poder para preparar y lanzar una huelga general en todo el país. ¡Esta sería la manera de cerrar realmente Wall Street y el “business as usual” (negocios como de costumbre) en Washington!
No hay nada que cambie la conciencia como los grandes acontecimientos. Lo que estamos presenciando es un ejemplo clásico de lo que Trotsky llamó el “proceso molecular de la revolución.” El descontento latente está llegando a nuevas capas de la sociedad. Otras seguirán. En algún momento en un futuro no muy lejano, ola tras ola de trabajadores se unirán a la lucha. Esto cambiará drásticamente el carácter del movimiento, los métodos de lucha, y el contenido de las reivindicaciones. La entrada de la clase obrera pondrá su sello en el movimiento y marcará una nueva etapa en la preparación de la revolución socialista en EE.UU.. La participación de miles de trabajadores sindicalizados en Wall Street es un indicio de lo que vendrá. De los trabajadores de servicios a la industria pesada; de las fortalezas sindicales tradicionales en el Norte al barril de pólvora de trabajadores no organizados en el Sur; olas de huelgas, piquetes de masas, y la sindicalización de millones de trabajadores no sindicalizados está en el orden del día en los próximos años.
Los acontecimientos internacionales y la situación económica general también jugaran su papel. No hay que mirarmás allá que la experiencia de la crisis y la lucha posterior de los jóvenes y trabajadores en Grecia para echar un vistazo a nuestro propio futuro. Aunque los detalles pueden diferir de un país e incluso de una ciudad o región a otra, los procesos fundamentales son esencialmente los mismos en todas partes.
Las contradicciones del sistema no pueden ser resueltas con meras reformas. La única manera de que los capitalistas pueden salir de la crisis es disminuyendo aún más las condiciones de vida de la clase obrera y los pobres. Incluso en ese caso, la recuperación no está garantizada en absoluto. Otra crisis económica, quizás aún más profunda, no está en absoluto descartada en el próximo período.El efecto que esto tendría en la confianza de los trabajadores en el sistema es fácil de imaginar, aunque eso tampoco será un proceso mecánico y lineal. Pero cada acción tiene una reacción igual y opuesta. Hay un límite a la cantidad de golpes que los trabajadores pueden soportar antes de decidir que hay que cambiar algo fundamental y empiecen a tomar las cosas en sus propias manos.
La marea está cambiando. Con billones de dólares de recortes por delante, no habrá alternativa para los trabajadores, sino la organizarse y luchar en las calles, los lugares de trabajo, y en las urnas mediante la construcción de un partido obrero basado en los sindicatos. Armado con un programa socialista, un partido rápido podría revertir esta situación, y transformaría la política de EE.UU. y de la sociedad para siempre.
Así que la próxima vez que alguien te pregunte qué es el movimiento Ocupa, dile que en el fondo, que probablemente ya conoce la respuesta. Como todos los movimientos, el movimiento Ocupa y sus derivados tendrán sus altibajos, sus flujos y reflujos, sus avances y retrocesos. Pero una cosa es segura. Las riadas de la lucha de clases están comenzando a desbordar los canales tan cuidadosamente construidos por los defensores del capitalismo. Con el tiempo, estas se transformarán en un torrente de descontento con el potencial de barrer a un lado el capitalismo de una vez por todas. Esta es la perspectiva para la que los marxistas se están preparando política y organizativamente.
Notas a pie de página
- Fuente: http://blogs.reuters.com/david-cay-johnston/2011/10/19/first-look-at-us-pay-data-its-awful/
- Ver: http://occupywallst.org/media/pdf/OWS-profile1-10-18-11-sent-v2-HRCG.pdf
- Ver: http://socialistappeal.org/resources/leaflets/616-capitalism-has-failed
- http://www.huffingtonpost.com/2011/10/17/new-yorkers-want-milliona_n_1015801.html
- Ver: http://www.quinnipiac.edu/x1302.xml?ReleaseID=1662
- Encuesta completa: http://www.siena.edu/uploadedfiles/home/parents_and_community/community_page/sri/sny_poll/SNY%20 October%2017%202011%20Poll%20Release%20–%20FINAL.pdf
- http://dailykos.com/weeklypolling/2011/9/22
- http://costoftaxcuts.com/
- Resultados encuesta Time: http://swampland.time.com/full-results-of-oct-9-10-2011-time-poll/