
En la noche del 17 de diciembre, de manera sorpresiva, el gobierno de Rodrigo Paz anunció un decreto supremo que incluía todo una serie de medidas económicas, que en su conjunto representan un ataque frontal contra las condiciones de vida de las masas. El elemento central de este paquete es la eliminación del subsidio a los combustibles, con el precio de la gasolina subiendo en un 84% y el del diésel en más de 100% (de 3.72 a 9.80 Bs. el litro). Como resultado los precios en todos los sectores de la economía ya se están disparando.
Adicionalmente, el decreto incluye medidas de liberalización de las exportaciones, que también significarán una presión incluso mayor al alza de los precios. Las medidas que se incluyen en el decreto para suavizar el golpe son totalmente insuficientes: un aumento del 20% del salario mínimo, que apenas cubre la inflación vivida en el último período, sin mencionar que la mayoría de la población boliviana, que trabaja en la informalidad, no se verá beneficiada. Los aumentos a los diferentes bonos también son completamente insuficientes.
Seamos absolutamente claros: los resultados de este paquete serán un aumento de la pobreza, un aumento en la cantidad de niños que dejan la escuela, pérdida de puestos de trabajo, tanto en las empresas estatales como en el sector privado y todos los males sociales que lo acompañan. Al mismo tiempo los grandes capitalistas agrícolas y mineros, que fueron los que más se beneficiaron de los subsidios, seguirán beneficiándose, acumulando más y más dólares que no reintroducirán a la economía.
El nivel de hipocresía y descaro de este gobierno es difícil de comprender: al mismo tiempo que eliminan subsidios y atacan a los más vulnerables, bajo el pretexto de que «no hay dinero,» eliminan toda una serie de impuestos a los más ricos, para que estos puedan acumular incluso más. La idea de que esto impulsará la inversión es completamente falsa de principio a fin, como ya explicamos previamente. Este gobierno se revela como un gobierno de los ricos, con el único objetivo de facilitar su saqueo y explotación de los recursos y la población del país. Aquí está el verdadero significado de «capitalismo para todos.»

Como si no fuera suficiente, ante la pregunta de si estarían dispuestos a reconsiderar la medida frente a la presión social, el ministro de economía respondió que el gobierno «tiene absolutamente claro lo que queremos.» No están dispuestos a retroceder. Eso lo veremos, pero el mensaje que envía está claro: la movilización social será respondida con represión. En un contexto donde los asesinos del golpe de 2019 como Añez han sido liberados, y la policía puede matar impunemente frente a los bloqueos, como sucedió recientemente en Colcapirhua, vemos que el Estado ha dejado caer completamente la máscara. No es más que la violencia organizada de la clase dominante capitalista, utilizada para garantizar sus privilegios frente a la miseria de las masas.
Ante nosotros se abre un profundo conflicto: desde el punto de vista del capitalismo boliviano es absolutamente imposible mantener el subsidio a los combustibles, pero eliminarlo representa un ataque intolerable a las condiciones de vida de millones de pobres y trabajadores. Está claro que no es posible un retorno a la situación previa, pero tampoco podemos aceptar estas medidas de ajuste. La única solución es atacar a los verdaderos responsables de la crisis que atraviesa el país: todos los capitalistas que prefieren acaparar los miles de millones de dólares que poseen en el extranjero en lugar de utilizarlos para el beneficio de la población y del país. ¡Ellos se benefician de la pobreza del pueblo!
Es necesario expropiar su riqueza robada y utilizarla para garantizar el abastecimiento de los hogares y el desarrollo de la economía bajo control democrático de los trabajadores.
Toda la cadena de importación, refinación y distribución de carburantes debe ser puesta bajo el control democrático de las masas.
Frente al gasolinazo: ¡Paro general!
Apoyamos la convocatoria realizada por las distintas organizaciones, y lucharemos hombro a hombro contra este gobierno de saqueadores y entreguistas.
Para garantizar precios accesibles de los insumos básicos: ¡Organizar comités barriales de control de precios!
En cada barrio, en cada puesto de trabajo es necesario organizar comités de huelga que coordinen la lucha y empiecen a hacerse cargo del funcionamiento de la sociedad. La batalla que se avecina será dura, y el resultado de esta determinará el ritmo de la lucha de clases en el próximo período.
¡Abajo el gobierno de los ricos! ¡Que se vayan todos! ¡Por un gobierno de los pobres y trabajadores!
